SECCION ESPECTACULOS PAG. 41 BALAZO: CARIBEĽOS CABEZA: La epifania afrocubana/ I SUMARIO: Para los ninos Jose Luis, Javier y Elenita CREDITO: ERNESTO MARQUEZ La presencia en America del negro africano, que data del siglo XV, vino a determinar una serie de lineamientos que dieron forma a nuevos conceptos culturales que mas tarde definirian el perfil de identidad de los pueblos del llamado Nuevo Mundo. La historia nos dice que la cultura y las tradiciones provenientes de Africa no permanecieron identicas a si mismas en su nuevo contexto americano: que estas evolucionaron de acuerdo con el nuevo medio y las nuevas condiciones sociales que les fueron impuestas, basicamente, a partir del regimen de plantacion esclavista. Desde un principio, las sucesivas oleadas de esclavos traidos de diferentes regiones de Africa hizo posible la convivencia entre negros de diversas naciones y lenguas. Por lo que al mezclars e unas culturas con otras, y con las culturas indigenas de America y la dominante de origen europeo, la supuesta pureza africana se fue diluyendo. Sin embargo, muchos negros pertenecientes a una misma nacion se mantuvieron fieles a sus tradiciones, se agruparon en organizaciones llamadas cabildos y le hicieron frente a la transculturizacion colonial con una ideologia cuya fuerza partia de los cultos religiosos y la musica y danzas que constituian el centro de esos rituales. Es asi como nos han llegado hasta nuestros dias supervivencias casi esencialmente africanas, como son las ceremonias presentes en los cabildos congos, la santeria cubana, el vudu haitiano y la fiesta de Dia de Reyes que ha tenido particular influencia en la comparsa carnavalesca. Una fiesta integracionista Apunta don Fernando Ortiz (1881-1969), el mas importante etnografo cubano, que hasta la ley de abolicion de la esclavitud o sea hasta 1880 los negros afrocubanos, libres o esclavos, celebraban una fiesta, el 6 de enero de cada ano, que la Iglesia catolica consagra a la Epifania o a la adoracion de los Reyes Magos. En sus apuntes, el historiador de los negros en Cuba senala que el Dia de Reyes concedia sustancial libertad a los negros africanos para que celebraran las tradiciones de su patria y pidieran el aguinaldo que en especie o monedas de oro era concedido por sus patrones. "Aquel dia el Africa negra y ultratlantica, con sus hijos, sus vestidos, sus musicas, sus lenguajes y cantos, sus bailes y ceremonias, sus religiones e instituciones politicas se trasladaban, principalmente, a La Habana. La esclavitud que friamente separaba hijos y padres, maridos y mujeres, hermanos y compatriotas, atenuaba en esa fecha su tiranico poderio y cada negro se reunia en la calle con los suyos, con los de su tribu, con sus "carabelas", ufanamente trajeado con los atavios ceremoniales e indument arias de su pais, dando al aire sus monotonos y excitantes canturreos africanos, aturdiendo con el ruido de sus atabales, campanas, tambores y demas instrumentos primitivos y, sobre todo, gozando de la ilusion de la libertad, en una orgia de ritos, bailes, musica, cantos y aguardiante". ¨Pero, cual fue el origen de esta festividad? ¨Aparte de la alegria y la locura por poseer un momento de libertad, que fue exactamente lo que origino todo aquel desborde de entusiasmo? Con el permiso de su majestad Algunos historiadores se refieren a viejos ritos carabali o yorubas destinados a homenajear ciertas deidades africanas, otros dicen que obedecia a que los cabildos tenian un rey o una reina electivos; don Fernando Ortiz senala que verbalmente se le dijo que "los negros festejaban al rey mago Melchor, santo que por ser al parecer de su raza habian adoptado cono su patrono celestial". Y aunque algun fundamento pudiera tener esta opinion, si es que se toma en cuenta el que aun hoy existen en Cuba asociaciones de negros bajo tal advocacion, como la que el mismo Ortiz cita con el nombre de Congos Reales del Santo Rey Melchos, hay opiniones mas acertadas como la de Bachiller y Morales, que asegura que pudo averiguar el origen de la fiesta en referencia, suponiendo que los negros, al ver pedir el aguinaldo a la tropa el Dia de Reyes con pitos, tambores y cornetas, la imitaron. Pero ¨por que fue tal imitacion?, ¨por que las autoridades la toleraron hasta llegar a ser en La Habana una fiesta anual arraigadisima? Estas interrogantes se pueden dilucidar si atendemos la tradicion que se tenia desde el inicio de la conquista de estas tierras, consistente en tributar en los primeros dias del ano a los virreyes y jefes militares los respetos y consideraciones atribuidas a la majestad que representaban en Indias y del miedo agobiante sugerido por los innumerables intentos de rebelion esclavista. La tropa colonial, ese dia, pedia el aguinaldo, como es costumbre darlo a los ninos diciendoles que los Reyes se los han concedido como premio a sus virtudes. Asimismo, y en base a ese ejemplo, los esclavos acudian a pedir su aguinaldo al representante de su amo. El 6 de enero no solo se le regalaba dulces, frutas y licor, sino que se le permitia al negro matar algun lechon y realizar sus fiestas dentro de la plantacion. Con el tiempo, las autoridades coloniales comprendieron que la extension de estas "canonjias" podria captar la simpatia de los esclavos en general, de cuya sumision no se estuvo nunca muy seguro. Asi ocurrio que por decreto real el Dia de Reyes "todos los individuos de color, nombre que aplicamos a los que no son blancos, estan facultados para pedir su aguinaldo, bien en particular, en tandas de cuatro o seis personas, o en cuadrillas mas numerosas, llamadas tangos, con tamboriles, fotutos, cantos y silbatos". Esto seria suficiente para explicar el origen de la Epifania afrocubana, una de las fiestas, sin duda, mas pintorescas de la epoca colonial y cuyas escenas fueron cronicadas en su momento por artistas del pincel y de la pluma como el pintor andaluz V.P. Landaluza y el literato cubano Ramon Meza. Es precisamente don Ramon Meza quien nos narra el desarrollo de un Dia de Reyes en La Habana de principio de siglo: Agitacion, alegria y frenesi "Desde los primeros albores del dia oiase por todas partes el monotono ritmo de aquellos grandes tambores, hechos de un tronco ahuecado y cubiertos por un extremo con un parche de cuero de buey que se templaba al fuego. Los criados abandonaban las casas muy de manana; y de las fincas cercanas a la poblacion acudian las dotaciones de bailantas y musicantes: unas, atestando los vagones traseros del ferrocarril; otras, asignadas en las carretas que conducian los enormes barriles de azucar; y no pocos a pie. To dos corrian a incorporarse a sus cabildos respectivos, que tenian por capitan o jefe maximo generalmente al mas anciano de la tribu o nacion a que pertenecian. "Por donde quiera se formaba un gran corro. Los enormes tambores se colocaban a un lado a guisa de bateria. A horcajadas sobre ellos batian incansables los tocadores con sus callosas manos, a las cuales se ataban esferas de metal o maderas huecas llenas de granallas y rematadas por plumas, el terso cuero de buey, agitando los hombros, crujiendo los dientes, a medio cerrar los ojos, como embarbados por fruicion inefable. En el centro del corro bailaban dos o tres parejas, haciendo las mas extravagante s contorsiones, dando saltos, volteos y pasos, a compas del agitado ritmo de los tambores. La agitacion y la alegria rayaban en frenesi. El capitan, aquel conjunto de piel, huesos y nervios, aquella pobre arpa desvencijada, seguramente que recordaba los dias de su juventud, pues no tan solo vociferaba hasta enronquecer, sino que, entusiasmado, entraba a menudo a formar parte del grupo de bailadores. El de la banderola la hacia flamear paseandola sobre el grupo. Las abundantes plumas de pavo real que llevaba n atadas a la cabeza los bailadores, estremecidas por sus agiles movimientos, brillaban en tornasoles metalicos a la luz que, sobre aquel abigarrado conjunto, dejaba caer a plomo el ardiente sol. Los espejillos de los sombreros, las lentejuelas y los tisus de los trajes, las grandes argollas de pulido oro que colgaban de las orejas de ebano, las alcancias que pasaban de mano en mano para recibir de los espectadores el aguinaldo, los sablecillos, todos destellaban como para deslumbrar la vista mientras el ru ido aturdia los oidos. Las miradas chispeaban en aquellos rostros de pura raza etiope, las bocas rojas y de dientes blancos y agudos se abrian para dejar escapar salvajes gritos y carcajadas. Los cencerros y cascabeles, tambores, fotutos, rayos, triangulos, enormes marugas, acompanaban el vocerio que todo lo asordaba". A las 12 del dia la diversion llegaba a su apogeo. En las calles de Mercaderes, Obispo OReilly era una procesion no interrumpida de danzantes. Todos se encaminaban a la Plaza de Armas, en cuya parte frontal se encontraba el Palacio de Gobierno. Al llegar, los cabildos iban entrando por turno al patio del Palacio, en cuyas bovedas repercutia durante muchas horas el atronador redoble de los tambores, los salvajes cantos y los entusiastas vivas de los africanos. Y mientras abajo extremaban sus habilidades los bailadores, el capitan de cada cabildo, sombrero de picos bajo el brazo y banda terciada sobre el pecho; el abanderado, pendon al hombro. Y el cajero cargando con su alcancia de hojalata, subian las escaleras del Palacio en medio d el mayor orden, y haciendo las mas vivas demostraciones de adhesion, recibian, por lo menos, media onza de oro de aguinaldo. Ese dia se mostraba el palacio muy generoso. Por las ventanas que daba al patio llovian tabacos, medios reales y hasta escudos, sobre los cuales se precipitaban a disputarselos avidamente centenares de manos. Las negras viejas, mas expresivas, o mas nerviosas, eran las que con mas fuerza agitaban en los altos sus huecas marugas, metidas dentro de una red de canamo, y casi delir antemente pedian a Dios que guardase y conservase muchos anos la salud del eselentisimo seno genera. .