SECCION: ESPECTACULOS PAG. 8 CINTILLO: ROBERT PLANT EN MEXICO CABEZA: CREDITO: Para ser apostol es necesario recibir una senal: hoy, resulta imposible contar la cantidad de mortales que un dia, frente al aura de Robert Plant, dejaron a su destino abandonado en el pavimento para seguir otro, entre cuyas pomesas se hallaba la santidad sobre la Tierra. Aunque lejos estaban estos santos, los que pasmaronse y arrodillaronse de solo mirar la pose beatifica del entonces cantante y reclutador de almas de la banda acida Led Zeppelin, de contar entre sus vicios a la castidad: uno creia en Plant, admiraba a Plant y practicament queria ser como Plant porque apreciaba en el unas ansias libertarias que le deban libre curso al hambre sexual. Uno, como apostol perteneciente a una larga legion, acreditaba su hambre de sexo mediante la veneracion de un icono grunudo que, parecia obvio, se daba satisfaccion sobre el escenario. "Haciendole el amor a su ego, Ziggy mamose la mente", decia Bowie en su magno catecismo sobre iconos rockeros: The Rise And Fall of Ziggy Stardust and The Spiders From Mars. Eso era exactamente lo que Robert Plant hacia - o parecia hacer, que para el caso es lo mismo- frente a todas las camaras que mas tarde que temprano enviaban esa imagen hasta los sagrados hogares de quienes andabamos por el mundo a la caza de aquellas ensenanzas capaces de, algun dia, conducirnos en plan de inquilinos al sonado infierno de las superestrellas del rock. Impulsada por una de las bandas mas poderosas, sismicas y, entonces si, salvajes que jamas habianse visto -despues de todo, la mayoria jamas la vimos- la imagen de Plant parecia exigir de cada uno de nosotros una veladora cuya flama eterna nos cuidaria por siempre de pisar los indeseables territorios de la edad adulta; isla de traiciones donde lo importante no es mostrar los sentimientos y las ansias, sino esconderlos, igual que se oculta la existencia de un parentes co vergonzoso. Robert Plant y los miles de discipulos que despues de el y en honor a el han osado subir a un escenario, pudieron de sobre cumplir con la urgente funcion de legitimar ansias intimas que de otra manera se habrian quedado guardadas en privadisimos desvanes. Una de las ensenanzas mas trascendentes impartidas con Plant fue la manera justa y contundente de plantarse frente a la turba para decirle lo que en condiciones normales casi nadie confiesa: Soy narciso ¨y?". Comunmente ubicamos a Plant entre los pesados, o entre los acidos, pero rara vez entre los glamorosos. Es decir, entre la corriente musical que dio a los rockeros la extrema prerrogariva de vestirse, retorcerse y aullar como las divas del burlesque. Sin las plumas de Marc Bolan, sin las minifaldas de Bowie, sin las mallas de Alice Cooper, Plant hizo suya una coleccion de poses escenicas e inflexiones vocales de la mas alta y desfachatada carnalidad, enfundado en la clase de pantalones que, como bien decia W aldo Lydecker, permitia saber si el cantante habia o no sido circuncidado. Esta efigie machista tenida de femenidad climatica no dejaria de perseguir y abanderar al rock durante los anos siguientes y hoy, cuando del Zeppelin no queda sino un inmenso mausoleo, las estrellas rockeras siguen aliementandose de la misma imagen del semental ambiguo; ponedor como el mas macho pero, a semejanza de las mujeres, exhibicionista corporal facultado para tener orgasmos en cadena. Pregunta: ¨Cuantos de los asistentes a un concierto de Plant llegan con la firme ilusion de alimentar su hambre de mito con esa sola imagen? Pero, como todo, las imagenes y los mitos tambien se arrugan. Es en ese momento, cuando el idolo ha dejado de ser materia de poster, que puede acreditarse totalmente la valia de sus aullidos: sin las veneraciones que oscurecen el entendimiento y conducen a observar los espectaculos mundanos bajo la desmesurada lente de la idolatria. El trabajo de Plant podra no ser todo lo legendario que fue, pero la verdad es que su amigo y humilde narrador no se aplasta frente a dos bocinas para escuchar el galope de la l eyenda, sino simplemente con el personal objetivo de hallar placer. Y Plant, que tantas y tantas noches eyaculo palabras de amor frente a los publicos mas beatos de su tiempo, ahora, nos proporciona un placer sabio y duradero, ajeno a esos furores mas emparentados con la violacion tumultuaria que con las caricias bien puestas. En el nombre de tal placer, mas que en el de todas las poses que hicieron de Robert Plant modelo y estandar, me permito apelar hoy al aullido carnoso de la entrana, al rasguno intimo de la secrecion ansiada y al llamado aceitoso del diablo que supo hallar su hogar aqui, entre las paredes de la uretra. Maldita sea por los siglos de los siglos la castidad .