SECCION: ESPECTACULOS PAG. 17 CINTILLO: CABEZA: CREDITO: No se si este mal decirlo, pero a mi la Pantera Rosa me late grueso. A diferencia de ciertos indignos detractores suyos, no creo que se trate de un animal joto, sino de la clase de personaje al que las multitudes angloparlantes designarian como el-tipico-tipo-cool. Comunmente respaldado por gente que juega en las ligas mayores del talento -Blake Edwards y Henry Mancini, por citar a los obvios-, la Pantera Rosa cuenta con una secreta mas tumultuosa horda de simpatizantes, permanentemente dispuestos a apoyar su candidatura a la presidencia de nuestro tiempo libre. Se cuenta que el mismo Carlos Saul Menem, en su papel de anfitrion de la Casa Rosada, se encerro en compania de otro mandatario a ver el Show de la Pantera Rosa. ¨Que opino dicho visitante? Seguramente salio pensando que el presidente argentino es un atorrante -cosa que todos sabemos sin necesidad de que nos inviten a la Casa Rosada- pero en modo alguno podra afirmar que Menem se porto como un mal anfitrion. Es dificil no sentir una intensa familiaridad hacia este animal, cuando ano tras ano nos ha seguido fielmente, alivianando a puro golpe de sarcasmo el peso de la depre y los ardores de la ausencia. No me culpen, pues, si a la Pantera Rosa le llamo companero, titulo comunmente usurpado por satrapas que, a diferencia de nuestro querido animalito, se hallan siempre avidos de capitalizar su enganoso companerismo. Esta pantera, senores, nos pide lo que se le unta al queso: naranjas. Es por ello que ahora, cuando despues de muchos anos de ser su fiel espectador, me congratulo por una feliz adquisicion que me ha permitido ser algo mas que silencioso complice: el juguete se llama Pink Goes To Hollywood, y hasta hoy constituye la unica oportunidad de pasar directamente a la complicidad activa con ese companero fino y sagaz que sistematicamente ha rehusado llevarse con el peladaje de Disneylandia. Pink Goes To Hollywood no es un videojuego de alta sofisticacion. Aprenderlo es apenas un poco mas dificil que memorizar las reglas basicas de las canicas y, bien vistos, los retos que plantea resultan simples -aun si su resolucion se prolongase indefinidamente-. No nos extrane si los videoadictos terminales, enredados en desafios imposibles de desentranar para cualquiera que no tenga libres 25 horas diarias, ven con ostentoso desden a este humilde jueguillo que no pretende usurpar el trono de Supermario, s ino apenas complacer y puede que tambien conmover a quienes de carcajada en carcajada solemos exaltar las virtudes del felino mas cool del universo. Alejese de este cartucho quien no simpatice incondicionalmente con el companero Pink. Pink Goes To Hollywood no vale tanto por su sofisticacion conceptual -heredada por completo de los dibujos animados- como por su atencion a los detalles. En lugar de fletarnos a soportar una de esas versiones cuya incorrespondencia con el original es motivo de pronta indiferencia en el frustrado jugador, los creadores de Pink Goes... no se anduvieron con Don Mamerto y se agarraron con veinte unas del original, para segura satisfaccion de quienes nos interesamos mas por colaborar directamente con el companer o Pink que por vencer a un reto incapaz de acicatarnos. El placer aqui no es llevar al companero a un triunfo rimbombante que las mismas caricaturas nunca nos han mostrado; el placer verdadero, inaccesible para los mortales infectados por la prisa y el hambre de triunfo, consiste en ser uno mismo quien crea la caricatura y hace avanzar, retroceder, saltar, agacharse y soltar nitidos fregadazos a la Pantera Rosa en persona. Todo en el juego colabora a que dicha sensacion se fortalezca y multiplique, de modo que no podamos advertir mayores diferencias entre el original y el juego. Gracias a la meticulosidad en los detalles graficos, a la diversidad laberintica de los escenarios, al encanto instantaneo de los efectos especiales y a la variedad ritmica que, de acuerdo con el contexto, adquiere el famoserrimo tema musical de la serie, la replica resulta poco menos que perfecta: uno se puede pasar las horas del dia y la noche jugando a mover al companero Pink, maraqueandose a sus enemigos y escuchando la misma hipn otica musica, misma que gracias a las citadas variaciones ritmicas nunca se hace del todo fatigosa -como la misma serie, cuyo sonsonete hipercool uno bienviene y celebra cada vez que lo escucha. Los escenarios de Pink Goes..., repletos de los mismos encantos que tanto han contribuido a conferir a la serie personalidad propia, corresponden a peliculas famosas -Pinkestein, Pinkin Hood, Barba Rosa-, y el ingenio que los programadores han invertido en parodiarlas es felizmente similar al de la serie. Si tomamos en cuenta el relevante papel que ha ejercido el companero Pink en la civilizacion de nuestro sentido del humor, terminaremos por incluir a este placentero cartucho entre nuestros bienes autentic amente patrimoniales. - Pink Goes To Hollywood. Cartucho para los sistemas Genesis y Supernintendo, producido por TecMagik. En los tianguis y plazas comerciales su precio anda entre N$140 y N$170. .