SECCION CULTURA PAG. 11 BALAZO: CABEZA: Kathleen Ferrier, 40 anos CREDITO: Gluck, en 1947, apenas seis o siete anos antes de su lamentable desaparicion. Solo era conocida como cantante de concierto y obras de camara, y desde muy nina habia dedicado casi toda su energia musical al estudio del piano, pero nadie habia descubierto antes de esos anos finales de la decada de los 40, la inedita calidad y calidez de su oscura y extrana voz de contralto, dotada de musicalidad, potencia y belleza de timbre, sin pararelo entre las canantes de su momento, y de muchos otros. Ademas, como lo at estiguan el propio Britten, que la vio en su obra debutar en Giyndenborune, y otros musicos, criticos y cantantes que la vieron actuar, poseia una presencia escenica admirable y una elegancia fisica nada ordinaria. Era dificil en los anos 50 y aun en los 60 conseguir las grabaciones que en esos pocos anos se hicieron (casi todos en 78 revoluciones) de Kathleen Ferrier, contada su Cancion de la Tierra, de Mahler, con Bruno Walter (con Julius Patzak), en 1952, una incomparable version de esa obra grabada en Viena. Pero, para beneficio nuestro, es considerable la discografia dejada por la Ferrier y se han regrabado profesionalmente todos sus discos, primero en LP y ahora en laser. En el mercado se encuentran las invaluables versiones de ese Das lied von der Erde y de los Kindertotenlieder de Mahler, lo mismo que sus arias de Bach y de Haendel, que eran su especialidad en diferentes obras, y sus albumes con lieder de Brahms, de Schubert y otros compositores romanticos alemanes. Tambien, con el auxilio de los grandes conductores y musicos con los que colaboro (los propios Britten y Walter, Clemens Krauss, Adrian Boult, etcetera), la Ferrier grabo asimismo muchas obras de repertorio vocal contemporaneo, como las de Roy Hendersson, que escribio para ella Cuatro poemas de Santa Teresa de Avila (consta la grabacion original en vivo, 1948), y se ocupo de hacer el rescate ejemplar de muchas canciones tradicionales inglesas y europeas. Basta escuchar alguna vez esas Canciones para los ninos muertos, expresadas con la profundidad, la tersura y la grandeza de Kathleen Ferrier para comprender lo que verdaderamente era un oido, un talento y una voz (tan extranas como son las de su cuerda) como aquella, y para lamentar de nuevo su pronta desaparicion. Presionada en la ultima etapa de su vida por su dolencia mortal y por un terrible stress, sin embargo, la artista inglesa continuo grabando y cantando desde su debut hasta el final de sus dias, p ues pertenecen al ano de 1952 y 1953 las ultimas grabaciones y presentaciones; en 1953 canto una vez mas el Orfeo, en el Covent Garden, y bajo la direccion de Sir John Barbirolli. Recomendable disco para los estudiosos y estudiantes es, por cierto, el que se titula Songs my father taught me (Canciones que mi padre me enseno), en el que se hallan precisamente esos registros de sus presentaciones en vivo (incluidas las de L. Berkeley) y en transmisiones a traves de la BBC de Londres. Pero sobre todo, aparte de muchas canciones clasicas (con explicables deficiencias tecnicas de reproduccion), se encuentran en ese disco una entrevista con la misma contralto (durante su gira americana en 1949) y varios valiosos testimonios de Britten, Gerald Moore y Roy Henderson (maestro de la Ferrier), sobre el arte vocal y la personalidad artistica de la cantante. Se bien que nuestras mas destacadas y cultas mezzos y contraltos jovenes, conocen perfectamente quien era Kathleen Ferrier, pero no es ocioso advertir que no se puede militar en esa tesitura sin poseer sus grabaciones y estudiarlas minuciosa y frecuentemente, porque su tecnica y su sentido musical son de aquellas que se dan en el mundo cada cien o doscientos anos y, su voz, como ya lo he dicho alguna vez, es tan deslumbrante para el que por primera vez la escucha como lo seria para cualquier vidente la cont emplacion in situ de una aureola boreal. Por mi parte, me conformo con las grabaciones y las filmaciones de uno y otro fenomenos, que nunca me fue dado presenciar ni oir en vivo. .