PAG 15 SECCION: Inf. Gral. CINTILLO: Debate CABEZA: La pacificacion ineludible CREDITO: Fernando Irala Diez dias de alzamiento en la region chiapaneca conmovieron a Mexico, y en el gobierno federal hubieron de producirse cambios en el gabinete orientados a resolver el conflicto, una vez que la solucion militar resulto insuficiente y sus metodos generaron cuestionamientos en nuestro pais y en el mundo. El nombramiento de Manuel Camacho como Comisionado para la Paz y la Reconociliacion en Chiapas es, mas alla de la personalidad del ex regente y ex canciller, expresion de la voluntad de dialogo en las mas altas autoridades de la nacion y, como senalo el propio designado, un cambio de linea politica que atiende a la evolucion de los acontecimientos; lejos esta la primera respuesta al levantamiento, donde practicamente se exigia una rendicion incondicional de los insurrectos como formula de pacificacion. La sensibilidad se abrio paso y la concertacion -divisa politica del sexenio- hubo de imponerse por su propio peso como el camino a seguir ant4e una fuerza que ha mostrado en su comportamiento inteligecia, y que por lo tanto debe ser susceptible de negociacion, una vez que -pasado el nerviosismo de los primeros dias- esta claro que su movimiento es localizado y su trascendencia nacional es amplia en lo politico, pero inexistente en lo militar. Es asi que el cese al fuego unilateralmente decretado por el primer mandatario, y el repliegue de las Fuerzas Armadas suscitado para darle cumplimiento, ha sido correspondido por la suspension de los ataques del Ejercito Zapatista. La fragil paz asi lograda es un primer avance que en cualquier momento puede, peligrosamente, cancelarse, pero de esa manera se abren las puertas para una negociacion que cierre el camino fratricida inaugurado con el Ano Nuevo. Resulta evidentemente impredecible el desarrollo de la situacion, pero si es apreciable que ninguna de las dos fuerzas en conflicto -de un lado, el gobierno federal; del otro, el EZLN- puede pretender el aniquilamiento de la otra. No el poder establecido, porque sus costos politicos, que ya ahora son elevados, pueden tornarse incalculables, y los proximos siete meses constituyen el cuerpo de las campanas para renovar poderes; ergo, la pacificacion es inaplazable, pues a todas luces parece incompatible la persistencia de un conflicto armado y el desarrollo de un proceso electoral exitoso. Tampoco los levantados, porque sus capacidades militares son evidentemente limitadas, y en ese terreno poco podran lograr en el futuro que tenga un real valor estrategico; elegir la guerra prolongada -para hablar en sus terminos- puede naturalmente desgastar al sistema, pero corren el riesgo muy cercano de desgastarse ellos mismo y generar un clima de rechazo popular a su movimiento. Ambas partes, pues, deben tender a la negociacion. Los signos en los dos sentidos apuntan claramente a la convergencia en ese punto (probablemente cuando estas lineas vean la luz se hayan producido ya noticias especificas en tal direccion). Pero la negociacion circunstancial no debe anular la certidumbre sobre los agudos problemas que el levantamiento chiapaneco ha venido a hacer resaltar en la conciencia nacional: por un lado intentamos el camino al desarrollo, incluirnos en la agenda de los paises ricos, aspirar al primer mundo; por otro, arrastramos desigualdades sociales extremas, pobreza indignante, lugares donde no ha pasado la Revolucion Mexicana -y el Ejercito Zapatista es, tal vez, el primer intento en ese sentido. Tal es la contradiccion de fondo que la sociedad mexicana -y no solo el gobierno- debe afrontar. Por la via de los hechos se nos ha mostrado una muy vieja afirmacion de la teoria: sin igualdad social, sin justicia, con rezagos sociales, no es realmente posible emprender el camino del desarrollo. Se ha alentado el gobierno por un espejismo n rezagos sociales, no es realmente posible emprender el camino del desa .