seccion inf. gral. guia: ALPonte Pag. 1-1 balazo: LA NACION Y EL MUNDO cabeza: Este pais con 18.8 millones de hogares credito: Juan Maria Alponte Este pais contaba, en 1992, segun el notable trabajo del INEGI, -"Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, ENIGH-92"- con 17.819.414 hogares, es decir, casi 18 millones de familias organizadas en el cuadro de una sociedad en transicion. Transicion entre dos metas, entre dos grandes polos que la pasion de lo absoluto, como herencia totalitaria de las ideologias de la intransigencia, casi siempre infantil, consideran antagonicas cuando el esfuerzo fundamental del hombre, como lo prueba cada hogar viviente, debe ser la complementaridad. Solo los complementarios constituyen el nicho ecologico de la inteligencia y la concordia. Esos dos polos, complementarios y no eludibles en este dia de primeras paginas asaltadas por el terrorismo urbano y la impaciencia del terrorismo verbal, -el modelo mas facil a la hora en que las palabras deben ascender a las categorias- corresponden a dos dimensiones de lo real: a la integracion de Mexico en los grandes sistemas de globalizacion mundial y a las carencias, atrasos y rezagos que parecen incompatibles, desde la simplificacion, con las metas y los objetivos derivados de los procesos de incorporacion al planeta de la alta productividad y competitividad. Avaladas esas dos ultimas proposiciones con ingresos per capita o por habitante superiores a los 20 mil dolares. Los supuestos de intolerancia, violencia verbal, incapacidad para el compromiso, desercion de la realidad incomoda, olvido de los atrasos y deficiencias -frutos sociales del Estado sin sociedad civil y, paralelamente, del proteccionismo, la autarquia y el discurso infantil- y, a la vez, de los objetivos superiores, complejos, que ninguna sociedad debe eludir por dificiles que sean sus circunstancias exteriores, han conducido a confrontaciones mesianicas; no a debates racionales. De un lado, pues, la hipotesis de la "modernidad" -que comienza, por otra parte, en la edad de los metales y todavia estamos en la infancia de la computacion y la informatica- y, del otro, la complacencia en el rezago como si este fuera una cultura superior que convoque, por si, a la identificacion social o casi antropologica. Esa dicotomia pueril, que se expreso algun tiempo en la idea de que la politica internacional y la politica nacional podian ser escindidas en el discurso sin que nada pasara, se ha terminado. La idea de la complementaridad inexcusable entre lo que se defiende fuera y lo que se defiende dentro es, de una forma u otra, insoslayable en nuestra conducta, en nuestra vida y en el patrimonio de nuestras conductas como ciudadanos. Por ello tampoco cabe escribir para fuera para generar no el esclarecimiento, sino la confusion y la alegria de la nota roja. La complementaridad exige, en todos los casos, en el discurso oficial y en el discurso social algo que es indispensable para la racionalidad: ser responsables. ¨Esos dos polos suponen y plantean contradicciones insuperables? Mexico tiene el tamano y las circunstancias estrategicas -territoriales y humanas, poblacionales- para aspirar a su plena integracion en el mundo, pero sabiendo, sin equivocos, que el esfuerzo en esa direccion es inseparable, indisociable, de la aceleracion de los procesos de cambio internos. Negarse a la incorporacion al mundo desarrollado, que presenta una experiencia capital en la mutacion, irreversible, del planeta, es una actitud infantil e hipocrita. Prueba de ello es que ninguno de sus defensores tercermundistas han elegido, como si la eligieran muchos monjes de la Edad Media, su transformacion politica y biografica incorporandose, con plenitud, a las sociedades "revolucionarias" instaladas en el atraso como una concepcion de modernidad irreal. Esa lectura de lo real puede ser dura e implacable. Quizaa sea necesaria.