SECCION: CULTURA PAG. 13 CINTILLO: CABEZA: CREDITO: ir escribiendo. Lo que escribe, sin embargo, sigue esa progresion al vacio que ya se dejaba ver en El cielo protector; las elipsis hacen ver a sus relatos como inmensas construcciones armadas con ventanas, por donde el aire pasa libremente y el lector, si no tiene mucho cuidado, puede perder su esencia como pierde algun detalle del paisaje al ir en tren. En el transito de la memoria, Bowles decanta sus vivencias y figuraciones, denota la anecdota y abstrae al maximo su intencion, como si lo que ofreciera fu era una ecuacion algebraica a ser resuelta, uno debe reducir las variables posibles para dilucidar la constante, si es que en alguno de sus divertimentos la hay; tan ausente ella como el sentido de las acciones humanas. Su ultima novela, Muy lejos de casa (1), por ejemplo, no es mas que una insinuacion, un bosquejo apenas sugerente; que al igual que una serie de trazos en lo blanco, exige de una vocacion gestaltica que apele, gigantesca, a rescatar los resquicios como un cedaso que limpia de impurezas a la nada; como un demiurgo tramposo, Bowles apela -para un cabal sentido- a la imaginacion del lector. ¨De que otro modo podrian apreciarse las transformaciones de Anita, que recien divorciada, decide acompanar a su hermano en un viaje al Africa meridional? Ese paso que hay en sus cartas, evidencia umbilical de Nueva York, de su ocio y frivolidad de turista que se manifiestan en tan proximo y tan ajeno. Anita, que es una mujer al margen en un pais, al margen descubre, con un inherencia casi infantil, el lado oscuro de las cosas, como algo que subyace en si misma y que solo puede ser esbozado en sabidurias decantadas de la supersticion. Un accidente propicia una maldicion y visitaciones nocturnas a manera de suenos. La maldicion se cumple, pero ¨hasta donde es apariencia, hasta donde realidad? Anita y Tom (su hermano) no terminan en los brazos de la muerte o la locura como Port y Ki t, pero igual le sirven a Bowles para ejemplificar una parabola moral; una pregunta etica que se impone al relato como una muesca en la culata de un revolver. Bowles, eterno errante, ha llegado al punto en que el viaje es un acto contemplativo, hecho a distancia, que afecta otros ambitos y destinos con la figuracion, en ausencia, a partir de las palabras. Personaje irrevelado y distante; se escurre a todo esbozo como un enigma que esta cerrado en su posible solucion; se manifiesta a traves de los demas, habla a traves de los demas, como una piedra que vive a traves de sus exegetas. Las claves que podrian descifrarlo, puntos de referencia en una cartografia fantas ma, hecha de correspondencia real y ficticia, de testimonios y referencias que buscan, mas bien, descifrar al otro. La pregunta se vuelve tan necia como la de la gallina y el huevo: ¨A quien le rinden culto, a Bowles o a su obra? ¨Donde radica la fascinacion, en lo que dice o en lo que no dira jamas? (Una lastima el nunca haberlo visto imitar a Capote). Para Bowles, el enigma esta fuera de el; cruel, irredento, acausal. Escribir, mas bien, fue culpa de Jane. .