SECCION INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: El ano que vivimos en peligro CREDITO: Gustavo Hirales M. Termina 1994 y todos, o casi todos, exhalamos un suspiro de alivio. Ya es un lugar comun decir que el ano en que ibamos a debutar en el primer mundo fue el inicio de la debacle. Empezamos con la insurreccion del EZLN el 1 de enero y estamos terminando con la devaluacion catastrofica del peso. Hasta ahorita. Recuerdese que el 31 de diciembre es el relevo de poderes en Tabasco, lo que todavia puede dada la belicosidad de un perredismo adscrito furiosamente a las posibilidades de la segunda vuelta darnos alg unas malas sorpresas. Espero que no. El ano que termina dejo heridas muy dolorosas en el cuerpo de la nacion, heridas que van a tardar mucho tiempo en cicatrizar, y esto sin sombra de hiperbole. La muerte de Luis Donaldo Colosio fue, sin duda, una punalada en el corazon de la Republica, de la politica, de la democracia. Ni con mil anos de sentencia si ello fuera posible que le dieran a Mario Aburto, se resarcirian los danos ocasionados. Es cierto que ambos hechos, el levantamiento de los neozapatistas y el crimen de Colosio, nos abrieron los ojos en muchos aspectos, nos obligaron a una reflexion y a una autocritica que, sin ellos, probablemente se hubieran tardado mucho mas. Pero tambien contribuyeron, cada uno en su momento, a exacerbar estados de animo signados por el morbo, la especulacion, la exaltacion irresponsable y las ganas de reventar a una nacion (un poco en el talante de, si no es para mi, que no sea para nadie). Dejaron, a lo largo y ancho del pais, negras y difusas estelas de confusion, suspicacia y humores envenenados que, desgraciadamente, todavia persisten. No todo fue negativo. Las desgracias, los hechos violentos, tambien sirvieron como catalizador de un emergente sentimiento nacional contra la violencia y por los metodos civilizados para dirimir las diferencias que, en una nacion tan grande, compleja y, en muchos ordenes rezagada, como la nuestra, son absolutamente naturales. Fue creciendo la conciencia de que una serie de valores y situaciones que dabamos por descontados, como la paz social y la estabilidad politica, se habian vuelto fragiles, de ninguna m anera estaban garantizados y, si queriamos preservarlos, teniamos que luchar, en serio, por ellos. Surgio la necesidad de revalorar conceptos y formulas de la tradicion politica mexicana que se suponian en desuso, como la nocion de unidad nacional, nocion que en su version moderna no suprime, como se quiso en el pasado, ni la critica ni las naturales diferencias ideologicas, politicas, sociales o de otra indole; sino que busca ubicar, por encima de estas diferencias, lo que real y basicamente nos une: la pertenencia a una nacion historicamente singular, el sentido de responsabilidad comun frente a los di lemas y encrucijadas que la historia, de golpe o lentamente, va acumulando en nuestro camino como nacion; la necesidad de avanzar en un proceso de reformas que terminen en definitiva con el viejo sistema cerrado de la revolucion y unos abran el camino a la modernidad democratica, a la sociedad abierta. Creo que fue ese sentido de unidad en lo basico y sustancial, por ejemplo, lo que condujo al 27 de enero de este ano, cuando todas las fuerzas politicas del pais firmaron un pacto por la paz, la democracia y la justicia que, como lo senala Jorge Alcocer, constituyo la respuesta de estas fuerzas al desafio guerrero del EZLN. Al PRD ese acuerdo politico le costo que se exacerbaran las diferencias entre las corrientes y liderazgos internos, en particular fue brutal el enfrentamiento entre el ala cerril fundam entalista, encabezada por Cuauhtemoc Cardenas, y la vertiente negociadora de Porfirio Munoz Ledo. Para el PRI tampoco fue un lecho de rosas. Como lo reconocio el mismo Luis Donaldo, el acuerdo del 27 de enero al PRI le significaba un alto costo interno, pues el partido se comprometio publicamente, ante la nacion, a propiciar una serie de reformas y cambios legales y de otro tipo que, desde el punto de vista de su condicion como partido oficial, evidentemente lo limitaban y debilitaban en su relacion con las demas fuerzas. Ello para no hablar de que la propia insurreccion neozapatista, estando dirigida e xplicitamente contra el dominio gubernamental de ese partido, alento marejadas de criticas, ataques y velorios anticipados al llamado PRI-gobierno. Las elecciones del 21 de agosto fueron un balsamo para el cuerpo lastimado de la nacion. Los ciudadanos, como se vio, salieron a votar, en proporciones ineditas, antes que por partidos y candidatos, por una manera de dirimir las diferencias y renovar las instituciones: por los caminos de la civilidad, la paz y el restablecimiento del estado de derecho. Fueron los comicios mas limpios y legitimos de nuestra historia moderna, y sin embargo tuvieron que enfrentar la acusacion de "fraude descomunal" que nacia d el despecho y el resentimiento del candidato perredista. Como caricaturizo Magu, "el pueblo lo defraudo" y el, en reciprocidad, se rebelo contra la decision mayoritaria de las urnas. Naturalmente, esta minirrevuelta no iba a llegar muy lejos, pero si lo bastante para afectar la imagen internacional del pais, atizar la tension y renovar la justificacion ezelenita para mantener a la nacion en ascuas. El proditorio asesinato de Jose Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre, acaecido justo cuando el entonces recien electo lider de la mayoria de la Camara de Diputados empezaba sus negociaciones con la oposicion para la transicion democratica, descompuso todo el tablero politico. De nuevo se entronizo la suspicacia, se alentaron todo tipo de rumores y especulaciones, y el resultado fue una mayor descomposicion politica: terreno propicio para la irrupcion de rupturistas y exasperados de todo tipo, como el entonces subprocurador general de la Nacion y hermano de la victima, Mario Ruiz Massieu, quien contribuyo decisivamente a hacer de un crimen cuyos origenes siguen siendo muy oscuros, un escandalo politico mayusculo dirigido contra la cupula del partido en el poder, de cuyos efectos este todavia no se repone. La actitud abierta y claramente reformista del nuevo titular del Ejecutivo, Ernesto Zedillo, apenas si ha servido para contener las tendencias al desborde que se observan, sobre todo en la franja que abarca desde el PRD al EZLN, pasando por convenciones, comites y coordinadoras nacionales y estatales de todo tipo. Las buenas nuevas de Chiapas, que incluyen el reconocimiento gubernamental de la Conai, la disposicion a parar las movilizaciones militares de ambas partes, y la aceptacion por parte de Marcos de la Secretaria de Gobernacion, como representante del gobierno federal en las eventuales negociaciones, se oscurecen por su fragilidad, por estar prendidas de alfileres tan delgados como el chantaje cuauhtemista de que, para que se den las platicas, primero es necesario destituir al gobernador constitucional de Chiapas, Eduardo Robledo, anular las elecciones en Tabasco y otorgarle no se sabe que posiciones a su partido en Veracruz. Es todo el panorama economico del pais el que se ha oscurecido, con la devaluacion y los efectos perversos que esta, inevitablemente, acarrea. El periodo de gracia hacia el nuevo gobierno se ha diluido, crece la impresion de que el desastre economico reside en la ineptitud o en la cobardia de los encargados de la politica economica y, por el contrario, hoy todos los ofendidos por la victoria y las buenas hechuras que el Presidente habia mostrado en sus primeros actos, estan al acecho, con unas y dientes afi lados. Va a crecer exponencialmente el radicalismo ambiental. Algo, y no cualquier cosa, va a tener que hacer Ernesto Zedillo para componer el barco. Si no, no solo nos enfrentaremos a un pais cada vez mas desgarrado por la desesperanza y la frustracion, no solo veremos un enconamiento de las diferencias, sino que estaremos asistiendo al entierro de una de las ultimas esperanzas en la viabilidad, en la racionalidad de un pais justo, libre y democratico. De cualquier modo, y por encima de las sombras del pesimismo que amenaza con cubrirnos a los mexicanos, hay que desearnos algo mejor, una esperanza renovada con la llegada del nuevo ano. Feliz Ano, pues! .