36 SEC. INF. GRAL. PAG. 16 CINTILLO: Anoranzas y Remembranzas CABEZA: Aquel Mexico de 1926 CREDITO: Andres Henestrosa* Durante muchos anos, la feria de Semana Santa se instalo en torno a la Alameda Central. Era una de las mas concurridas en todo el pais; de los lugares mas lejanos llegaban los vendedores, los marchantes. Era la feria en su otro significado: el de fiesta, de romeria. Ir a la feria era ir a una fiesta: no a comprar, sino a divertirse, a darle gusto a todos los sentidos. Yo recuerdo una de aquellas ferias: la del ano 26, cuando tuve a la Alameda por hotel, por mi domicilio. Ocurrio que yo andaba urgido de todo: de techo, de pan, de abrigo. En una de las diarias visitas a la feria, me encontre con un puesto de paisanos mios, zapotecos serranos, vendedores de comestibles, golosinas, dulces, gollerias una palabra que entonces oi y un manjar que entonces probe. Ellos, el hombre y la mujer no entendian mi zapoteco, pero yo algo del suyo. El idioma nos hizo amigos, nos hermano de momento. Me invitaron de su pan y de su sal. Fue entonces cuando tuve la ocurrencia de pedirles empleo, como dependiente, menester del que algo sabia por haberlo sido de tiendas de mi pueblo. Igual que fui mozo de cuerda, carretillero, escribiente de juzgado, coime y Lazarillo de muchos patrones ninguno ciego. Lo siento, joven dijo el patron, pero no puedo darte el trabajo que pides; de la venta nos encargamos la senora y yo; pero en cambio puedo dartelo de velador. Te pagare la cena y un peso diario. El horario sera de las 12 de la noche, que es cuando cerramos el changarro, hasta las diez de la manana, hora en que lo abrimos. Acepte gustoso. La cena era una taza de cafe y un pambazo, y el peso era de plata. El horario no impedia que me asomara al negocio durante el dia y desde temprano por la noche. Mi cama f ue una de las bancas de fierro; la almohada un ladrillo; una manta ruda y rustica la cobija. Si, pero dormia en cama. La recompensa fue que por la barraca desfilaron los grandes personajes de aquel tiempo, que si bien los conocia fue entonces cuando les di la mano y platique con ellos. Frida, Tina, Lupe, Concha; Montenegro, Diego, Clemente, David, Goitia: con todos trate, y aunque no compraran, les placia conversar con mis patrones. Linda temporada fue aquella, lastima que tan corta. ¨Que fue de mis pasajeros patrones? Sin duda que no viven, lo que no quita que yo los recuerde con carino y gratitud, a pesar de los anos que han pasado, cerca de 70. De entonces, cada vez que es la Cuaresma y paso por la Avenida Hidalgo, frente a lo que fue el Hospital Morelos y ahora el Museo Franz Meyer, recuerdo aquella lejana temporada, ahora que ya son alegrias aquellas tristezas. Una estacion fue de bonanza; tanto que hasta una huesped puede tener: mi prima Roberta Blas, naufraga como yo naufrago. *Escritor .