16 SEC. INF. GRAL. PAG. 9 CINTILLO: CHIAPAS, UN RECORRIDO A LO BESTIA CABEZA: Los 35 minutos que cambiaron el semblante de Robledo: de desvelo a politico sonriente CREDITO: MARCO AURELIO CARBALLO, ENVIADO TUXTLA GUTIERREZ, Chis., 8 de diciembre.La multitud en el Teatro de la Ciudad se entusiasmo y de pie, mientras aplaudia, grito bravos al presidente Zedillo cuando este pidio al gobernador electo, Eduardo Robledo Rincon, y al gobernador interino, Javier Lopez Moreno, que lo acompanaran al centro del escenario, para aceptar de frente aquel recibimiento entusiasta, que solo es capaz de engendrar en la clase politica chiapaneca la presencia encarnada del poder politico maximo. Lopez Moreno camino mas aprisa pa ra poder situarse a la derecha del mandatario, en el repentino giro de unos noventa grados que dio hacia el publico. Eran las nueve y cuarto de la manana, transcurria el receso de la ceremonia solemne en el recinto habilitado del Congreso del estado, cuando empezo la ceremonia de asuncion de un Eduardo Robledo que, en 35 minutos, mudo el semblante de hombre desvelado al de un politico sonriente y mas seguro de si, luego de leer su discurso que incluia una docena de propuestas para pacificar la entidad. La jornada empezo al alba para los invitados. Habia que llegar una hora antes de las nueve porque nadie estaba enterado a ciencia cierta de lo que podia suceder. La primera sorpresa fue que el teatro estaba acordonado por la tropa y que el acceso principal se le reservo al Presidente y a su comitiva. Los invitados tuvieron que dar un rodeo extenso a un museo y a un parque de diversiones infantiles. Un museo, un parque y un teatro a la chiapaneca; es decir, a lo bestia. Mujeres tuxtlecas, vestidas de centro, manifestaban a voz en cuello su enojo, en tanto avanzaban a trompicones tratando de salvar los mil obstaculos que encontraban en las banquetas con hoyancos y tratando de hallar quien le diera un aventon. "Es que estas burguesas no estan acostumbradas a caminar", dijo el escritor Oscar Palacios. Un anciano de traje y con baston, y otro apoyado en muletas, se desplazaban resueltos para llegar a tiempo, aunque eran rebasados por la estampida de los bufalos p riistas. Algunos de plano desistieron al descubrir, luego del kilometrico rodeo, que habia que caminar mas de lo supuesto y que una multitud de acarreados, entre ellos una porra policroma de preparatorianos, frenaba todo avance. Uno de los que desistieron fue Ivan Camacho Zenteno, del Partido del Trabajo, que se devolvio agitando irascible el sobre blanco de la invitacion cuadrada. En el camino los invitados se toparon con la tropa, que estaba tomando posiciones claves en los alrededores y se parapetaba y se confundia en el trasfondo del follaje verde, tupido y sombreado. Un helicoptero sobrevolaba el area. A la entrada del teatro, hombres de cabello a rape vestidos de civil, los hicieron pasar bajo dos aparatos detectores de metales. En el vestibulo, Manuel Zepeda, director de Comunicacion Social del nuevo gobierno, saludaba a los periodistas. "Hermano, tengo veinticinco anos de trab ajo intenso", decia. "Asi que donde me necesite Eduardo, ahi estare...". Un tunel estrecho llevaba a las diversas puertas de acceso a la sala en el costado derecho. En cada entrada, un vigilante. Desde la fila H se observaban las siete primeras hileras de la butaqueria y, atras, el resto del lunetario y la galeria. el nuevo secretario general de Gobierno, Eraclio Zepeda, hacia declaraciones a la reportera Candelaria Rodriguez. Los senadores Pablo Salazar Mendicuchia y Samy David David charlaban. El representante en el DF, Julio Cesar Ruiz Ferro, en primera fila, daba la espalda al estrado para ver al publico. Prevalecian los hombres de cuello duro por encima de quienes iban en mangas de camisa y, de entre todos ellos, destacaba el traje de colorines de los representantes de las diversas etnias chiapanecas. El dramaturgo Carlos Olmos saludo con un beso en la mejilla a la poetisa Elva Macias. Los gobernadores de Tabasco, Campeche, Yucatan y Quintana Roo, platicaban en un conciliabulo inaccesible. Al final quedarian varios asientos vacios. La noche anterior, un encargado de atender a los invitados informo que solo se habia ocupado diez por ciento de las reservaciones en uno de los hoteles, pero que confiaba en que llegarian mas en el curso de la noche de ayer y de la manana de hoy. A las 9:05 el presidente del Congreso, Carlos Morales Vazquez, acordo el receso. Faltaban diez minutos para que llegaran el Presidente y los dos gobernadores. El delegado del PRI, Jorge Contreras Cantu, daba instrucciones a sus secretarias. Un mamacallos de la oficina de prensa oficial pretendia organizar a su modo a los fotografos y camarografos, que iban y venian por los pasillos del teatro, consiguiendolo a medias. Sentado en la fila H, en una butaca que no le correspondia, un fotografo yuppie hab laba por su celular, y se despidio diciendo, igualado, que Zedillo estaba por llegar y que por lo tanto llamaria despues. Por ahi entraron, por la puerta que daba a la fila H. Cinco minutos pasaron desde el ingreso a la sala y del saludo del publico a Zedillo y a los gobernadores entrante y saliente, antes de que protestara Robledo Rincon entre palmas y flashazos. Mas aplausos hubo cuando abrazo a Zedillo y enseguida a Lopez Moreno. Ya era gobernador constitucional. A continuacion, el mensaje, el discurso, el plan de 12 puntos. Los diputados quedaron sentados arriba del escenario, a la izquierda, y el gabinete a la derecha. En cada lugar habia un asiento vacio. El oficial mayor, Juan Oscar Trinidad, veia, perplejo, hacia el publico. "Hay que reconocerlo, en Chiapas fallo la politica", dijo el orador, a dos cuartillas y media de haber empezado. "La injusticia social rebaso los limites de lo tolerable. Sobrevino la guerra". Falto que alguien dijera que los aplausos fueran al final y no al termino de cada una de sus propuestas concretas. Es curioso, pero nadie aplaudio al referirse al combate a la corrupcion. Robledo llego al onceavo punto. Onceavo, dijo, no undecimo, y doceavo en lugar de decimosegundo. El columnista Joaquin Lopez Doriga hablaba en susurros a Carlos Salomon Camara, director de Comunicacion Social de la Presidencia, sentados en la fila A. Robledo llamo plural a su gobierno, en cuyo gabinete hay un panista (Valdemar Rojas Lopez, secretario de Salud) y un perredista (Eraclio Zepeda, secretario general de Gobierno). A Robledo, le aplaudieron de pie cuando reitero que renunciaria de inmediato si los zapatistas deponian las armas. Eran diez para las diez y el Congreso daba por terminada su sesion. El presidente Zedillo saludo de mano a los miembros del gabinete y despues cruzo el estrado para hacer lo mismo con los diputados, pero se salto a Milton Morales. "¨Por que no cantaste el Himno Nacional?", le preguntaron al diputado Romeo Ortega, que mantuvo la mirada fija en el presidente Zedillo. "Es que no me se la letra", se disculpo. La gente aguardaba a que terminara el recorrido presidencial por el museo. Solo entonces podria salir. La alternativa era desandar el recorrido de hacia hora y media. Sin duda, nadie lo hizo. Arriba, en un cielo azul, el helicoptero seguia ronroneando cual libelula gigantesca. Los verdes se mantenian a pie firme bajo el sol rajapiedras. Los periodistas tenian dos horas de descanso antes de ir a cubrir la toma de posesion de Amado Avendano, en el parque central, donde todo trascurriria en calma. .