PAG. 37 SECCION: CULTURA CREDITO: ENESIMO NEMO CABEZA: Fausto, Ildegonda, fin de ano Hago sobre la opera de Morales, en cuya desafortunada puesta en escena no quiero abundar, el breve comentario prometido. El diseno escenografico para la opera de Morales es presuntuoso, costoso, estorboso y desfavorable para la audicion de la obra. o Atayde que de la sala de los conciertos. De la coreografia, deplorable, tediosa e inutil, no hablemos. En esas condiciones, tanto la joven Orquesta Carlos Chavez, al mando del maestro Fernando Lozano, como los integrantes del elenco principal, se vieron constrenidos a desarrollar una labor cuesta arriba, como la de Sisifo. Por lo demas, solo escuche la funcion del estreno, donde cantaron los papeles centrales el baritono Ricardo Santin, que no estaba en su noche, no posee grandes volumenes y mucho menos se oia situado en las celestiales alturas de la ostentosa escenografia del primer acto. Magnifica es la voz, ya lo he dicho, de Violeta Davalos, que se esfuerza muchisimo para alcanzar la seccion aguda de la muy bien escrita pero dificil partitura verdiana-belliniana-Donizetiana de Morales. No es para ella ese papel, que seguramente cantaria mejor en su oportunidad la soprano Silvia Rizo. Lo mismo se podria decir de Raul Hernandez, otra buena voz y otro buen tenor, que se esforzo heroicamente para cantar su temible Ricardo Mazzafiori. Hubo tambien, hay que reconocerlo, buenos momentos musicales y vocales en Ildegonda, cuyo rescate celebramos. Y esa misma puesta podria con los mismos elementos aligerarse y mejorar. Era el estreno de una obra olvidada. El Fausto, como montaje basado en la puesta del ano 1990, fue muy convincente bajo la direccion escenica de Mario Espinosa, con certeros e ingeniosos golpes, y tambien con una que otra chocante intervencion de bailarines que (como en Ildegonda) se arrastran ritmicamente, en el papel de combatientes heridos. Muy bien canto Fernando de la Mora, que cuido muy sensatamente sus volumenes en el primer acto, para afrontar los siempre aterradores desafios que en el registro grave y en el alto plantea al tenor ese riesgoso papel. Se encuentra la partitura de Fausto en los limites de las que deben afrontar tenores liricos, de excelente timbre y voz como la de Fernando de la Mora, que se hallara siempre mas comodo en una Tosca o una Bohemia. Apurado en su Mefistofeles, como era de esperarase, se vio el fogueado y buen baritono Justino Diaz, cuya voz carece del peso exigido por ese papel escrito para autenticos bajos cantantes poderosos y graves. Como no se trate de un baritono verdaderamente dramatico, todo interprete del genero de Justino Diaz se vera necesariamente limitado, impedido de la seccion mas favorable de su registro, y situado la mayor parte del tiempo entre las extremas notas graves y las notas de s tesituras), a las que obliga la parte del Metistofeles. Justino Diaz, de todos modos, es cantante y actor bien dotado, y lo hizo bien. No desconozco tampoco el hecho de que no abundan, ni en Mexico ni en el mundo, los bajos capaces de interpretar mas que airosamente ese papel. Bella voz y bella presencia la de la soprano espanola Ainhoa Arteta, que no habiamos oido, que tiene un brillante curriculum, y que se oyo algo imprecisa en la siempre imposible aria de las joyas, pero bien a lo largo de la funcion. No canto mal su Valentin el baritono Giron May, siempre imperfecto, capaz de emitir dos excelentes frases y otras dos deficientes. Timidisima, casi inaudible a veces y vocalmente insegura, la joven Laura Chuc, triunfadora de un concurso, que no era la adecuada para el Siebel (coincido en eso con Adriana Diaz Leon, que se quejo en alguna entrevista por no haber sido contratada para ese papel, mas adecuado para ella, y para una mezzo, o una soprano grave). Canto bien su Marthe, Jeanette Macari, e irregularmente canto el coro, que debe volver a ensayar algunos caballitos suyos de batalla como precisamente el coro de los soldados. Volveremos al balance anual de la opera. .