GUIA: DOS SECCION: Ciudad Pag. 22 CABEZA: Callejoneando por la ciudadCREDITO: RUBEN INCLAN Es comun que por estas fechas la mayoria de los burocratas reciba como estimulo a su labor anual, un pavo ahumado, que si bien no resuelve la crisis economica familiar, por lo menos estimulara la festividad de la cena de Noche Buena. Ante esta perspectiva, intuitivamente recuerdo que de entre los numerosos esbozos y ensayos del romantico poeta espanol del siglo pasado, Gustavo Adolfo Becquer (1836-1899), existe uno en particular que, a proposito de la exquisitez de la ya tradicional vianda navidena, el pavo relleno se titula Memorias de un pavo. La historia de tan dramatico suceso se sintetiza: en una cena de Pascuas, un hombre fue invitado a un convite. Despues de degustar algunos entremeses confortables, sirvieron a la mesa el clasico pavo. Ninguno de los presentes tenia la habilidad y practica para trinchar el pavo, razon por la cual nuestro protagonista fue propuesto por atisbadas miradas solemnes a destrozar el regordete cuerpo del animal. Tomando el cuchillo entre sus temblorinas manos, el hombre propino tremendo tajazo a la concavidad yerta del bipedo, que en ese momento dedujo que la afilada herramienta tropezaba en el interior con un cuerpo extrano, acto seguido, el desconcertado hombre pregunto a un amigo de que estaba relleno el pavo, ante lo cual el dueno de la casa y los presentes rieron de manera ironica por tan natural pregunta. El hombre, avergonzado por la incredulidad, prosiguio con tan ardua faena. Cuando al fin hubo partido la pechuga en dos, los presentes se asombraron al contemplar que el relleno del animalito lo componia un rollo de papeles; con sumo cuidado, el hombre extrajo el manuscrito, que se rotulaba: Impresiones, notas sueltas, y pensamientos filosoficos de un pavo, destinado a utilizarse en la redaccion de sus memorias. El asunto descrito en las manchadas hojas relataba concretamente los pormenores y sufrimientos que tuvo el pavo mientras vivio. La primera parte del documento explicaba filosoficamente la actitud del pavo en torno a sus origenes familiares; ademas de no saber quienes eran sus padres no concebia existencia ni su futuro; asimismo, manifestaba la agotadora labor de proveerse de alimento; especialmente degustaba de los insectos, y en diversas ocasiones estos hacen mofa del testarudo animalejo. De tarde en tarde, el plumifero abanicaba su tupido plumaje tratando de cortejar a una candida y pechugona pava que paseaba cerca del arroyo. Sin embargo, el espiritu aventurero del pavo lo conduce a pensar en conocer la corte de la ciudad de Madrid y, mientras escribe estas lineas en el corral donde mora, su equipaje esta preparado para emprender la incansable marcha. La nostalgia invade el espiritu del sentimental pavo mientras se aleja. En lo alto de una cumbre divisa el valle donde por vez primera, vio a su amada pava y le entrego su amor; las lagrimas devastan su agitada vista y lloro a moco tendido sus desventuras. Cuando el y su guia llegaron a la ciudad y debido al cansancio de su extenuado viaje, el pavo habia perdido, por lo menos, dos libras de carne, su robustez se habia vuelto esqueletica figura.