SECCION: CULTURA PAG. 13 CINTILLO: CINE CABEZA: CREDITO: Leonardo Garcia Tsao El director Louis Malle es proclive a buscar temas provocadores en sus peliculas. Los amantes (1958), su segunda realizacion, le gano notoriedad mundial por la manera atrevida -para su epoca- con la que describia los amorios entre una senora de sociedad y un estudiante. Fiel a su trayectoria irregular, Malle ha tenido aciertos con esa estrategia -una delicada historia de incesto en Soplo al corazon (1971)- o fracasos -la mirada tibiamente elegiaca de la prostitucion infantil en Nina bonita (1978). Su mas reciente obra, Obsesion, pertenece a la segunda categoria. Adaptando una novela de Josephine Hart, Malle cuenta la historia de una obsesion amorosa, como ya anuncia el titulo castellano: el respetado ministro ingles Stephen Fleming (Jeremy Irons) conoce y se enamora a primera vista de Anna Barton (Juliette Binoche), la novia francesa de su hijo periodista Martyn (Rupert Graves). La atraccion es mutua y antes de que se pueda decir amour fou, la prioridad de Stephen -por encima de familia, hogar y trab ajo- es gozar intensos encuentros sexuales con la chica. El amasiato se complia cuando Martyn anuncia su proximo casamiento con Anna, pero el ministro es incapaz de renunciar a el, hasta que el asunto desemboca en tragedia. El gran riesgo del tema del amour fou es precisamente su locura, el hecho que no obedece a ninguna logica. Asi, su representacion debe convencernos de que la fuerza pasional subyuga cualquier otra emocion, y le debe hacer pisando la fina linea que separa lo sublime de lo ridiculo. Varios son los ejemplos de peliculas -De entre los muertos /Hitchcock, 1958), La historia de Adela H. (Truffaut, 1975), Bad Timing (Roeg, 1980)- que han logrado capturar el tono febril de un amor irracional. Obsesion no se cuenta entre ellas. Quiza la principal razon de ello es que sus situaciones ya resultan demasiado familiares. Malle tiene la virtud de buscar nuevas perspectivas en cada pelicula, pero en este caso ha retrocedido a un terreno conocido. Todo en Obsesion parece responder a un deseo por tomar atajos expresivos. El guion de David Hare explora el cuarteamiento en la reserva britanica que ya se habia visto en sus propios intentos como realizador (Wetherby, Paris by Night), y que aqui no pasa de una premisa muy esquematica, el minist ro del conservador partido Tory coqueteando con la autodestruccion por un liberador amor prohibido. La caracterizacion misma de los personajes deriva de una especie de taquigrafia. Jeremy Irons repite su expresion fragil y perturbada de El amante del teniente frances, mientras Juliette Binoche interpreta a una caricaturizada femme fatale: suponemos que es intenso porque siempre viste de negro y nunca sonrie. (Un dato psicologista nos sugiere que su afan danino viene de la culpa de haber sido la responsable indirecta del suicidio de su hermano incestuoso. Mas disfuncionalidad emocional no es posible). Incluso las escenas de desbordado amor fisico redundan en lo que ya es lugar comun. Una y otra vez, los amantes parecen medir su pasion por la incomodidad fisica con la que hacen el amor (esta es de esas peliculas donde habiendo una cama disponible, se prefiere el suelo; entonces, el elemento de supuesto escandalo -Malle tuvo que recortar una escena para complacer a la censura gringa- se reduce a varios momentos de fria gimnastica sexual, donde los actores ponen cara de haber corrido un maraton. Curiosamente, lo poco rescatable de la cinta pertenece a un personaje secundario. Cuando estalla la tragedia, y vuelan las culpas y recriminaciones, la airada esposa de Stephen le comunica su sosegada rabia en un soliloquio bien escrito y mejor actuado. Es tal la fuerza dramatica conseguida por Miranda Richardson, que todo lo demas en la cinta se revela aun mas hueco y previsible. Es el unico momento memorable de esta Obsesion. .