SECCION: CULTURA PAG. 11 CINTILLO: CABEZA: CREDITO: Eduardo Lizalde Son los tiempos, no las personas del dia, ni siquiera los criticos o los artistas visionarios, los que colocan finalmente a los escritores en el sitio que le corresponde. Suelen equivocarse subestimando, sobreestimando o ninguneando a tales o cuales novelistas o poetas, no solamente los investigadores y los maestros de la pluma, sino los lectores de diferentes niveles, y en ocasiones durante largo tiempo. Pero al fin de cuentas, los que alcanzan igloria y dinero durante su existencia, poco pueden preocupar se si despues de su muerte sus libros sueltan el cobre de la mediania original y todos los publicos empiezan a considerarlos literatos de pacotilla. Nunca leimos completas las amargosas y explosivas declaraciones de nuestro admirado amigo, tio, compadre, complice, maestro y companero de los escaques Juan Jose Arreola, que con justicia vocifero en alguna mesa redonda de Europalia, creo que en Bruselas, contra los deplorables mitos y las mediocridades de cierto exitoso best-seller mexicano. Tenia razon Arreola en esa parte de su admonitorio discurso contra quienes piensan que un libro mediocre, leido por cientos de miles de personas, es el seguro puente p ara el paso de esos mismos ingenuos devotos hacia lecturs de rango estetico mayor. Tenia razon Arreola en ese punto. La mala literatura no es puente necesario para salvar el rio de aguas negras culturales, como no ocurra en sus lectores algun accidente feliz que en la otra orilla los conduzca al descubrimiento de la buena y de la grande literatura (cosa que a veces se consigue con el auxilio de los guias intelectuales o de las escuelas). Esa consoladora sofistica, bien vapuleada por Arreola, se parece mucho a la que suelen esgrimir en su defensa los productores de lacrimogenas y repelentes tiras comicas, cuyo consumo alcanza en algunas epocas varios millones de ejemplares: de los siglos, pero en su 99.99 por ciento continuaran siendo exclusivamente lectores de bazofia si algun milagro de seduccion creativa no los aparta de su deleitoso sendero. Lo mismo ocurre en nuestros dias con el arrollador fenomeno de la mala television (y aun de la buena), que jamas ha conducido a grandes ni a pequenas masas de espectadores a la lectura de los grandes libros, porque ademas la television les ahorra el trabajo de aprender a leer y, no siempre pero, en ocasiones, las conduce al placentero olvido de la misma letra aprendida en la escuela elemental. La segunda parte de la explosion arreolica (seguramente desatada con motivo de su justa indignacion antipopulista), no es ya tan aplaudible, ni parece ajustarse en todo a lo que en realidad piensa el gran escritor sobre el tema. Segun los boletines de las agencias de prensa internacionales que resumieron su alocucion, Arreola afirmo tajantemente: La aseveracion, ya se ve y ya se ha dicho, es extrema, como podria comprobarse con solo una mirada panoramica hacia el bosque de medianos, grandes y tambien extraordinarios autores que han ofendido las prensas de la peninsula iberica y de la parte iberica de nuestro continente a lo largo del siglo que agoniza. Moriran y sobreviviran ¨que obras en el siglo XII? ¨Cuales quedaran realmente situadas en la region mas alta del olimpo literario? Hubo gente en el XIV italiano (y aun en el XV), que se inclinaba a considerar chascarrillos lujuriosos y simples cuchifletas anticlericales las obras de Bocaccio; y tambien hubo en el XVI y el XVII gente que declaro sencillamente viejo divertido, narrador cazurro y poeta resentido al futuro Principe de los Ingenios espanoles. No sabemos que obras sobreviviran de veras y cuales se volveran curiosidades de museo o diccioo. Sospecho que entre las sobrevivientes estara la propia obra deslumbrante de Arreola, de cuyo juicio lapidario discrepamos muchos escritores vivos, de America y de Espana, incluidos los ya viejos discipulos del autor del Confabulario, que los saludamos navidenamente por lo pronto desde el confortable fondo del tambo de basura en que nos encontramos. .