SECCION: CULTURA PAG. 9 CINTILLO: DE SUPERMAN AL SUPERHOMBRE CABEZA: DUMAS O EL ARTE DE INFLAR UN TEXTO CREDITO: El conde de Montecristo es probablemente una de las novelas mas apasionantes que haya jamas sido escrita, y es tambien una de las novelas mas mal escritas de todos los tiempos y de todas las literaturas. Montecristo parte en todos los sentidos. Desborda en redundancias, repitiendo desvergonzadamente un adjetivo a una linea de distancia, acumula con incontinencia estos mismos adjetivos, abre sentenciosas disgresiones sin lograr cerrarlas pues la sintaxis ya no sigue y asi avanza, jadeante, por periodos de 2 0 lineas. La novela es mecanica y torpe en la descripcion de los sentimientos: sus personajes se estremecen, o palidecen, o se limpian gruesas gotas de sudor que corren por sus frentes, o balbucean con una voz que no tiene ya nada de humano, o se levantan bruscamente de una silla para volver a caer sobre ella inmediatamente, y el autor se apresura a repetirnos, de manera obsesiva, que la silla sobre la cual han vuelto a caer es efectivamente aquella sobre la cual estaban sentados un segundo antes. Se sabe perfectamente por que Dumas procedia de esta manera. No porque no supiera escribir. Los tres mosqueteros es un texto mas seco, mas rapido, en detrimento quizas de la psicologia, pero es admirablemente fluido. Si actuaba asi era muy simplemente por razones de dinero: como era pagado por linea, inflaba su texto. Y mientras redactaba con ambas manos El conde de Montecristo, escribia La dame de Monsoreau, Les quarente-cinq, Le chevalier de Maison-Rouge y comenzaba la impresion de la novela en la editori al de Petion cuando la publicacion periodica (ignoraba cuando terminaria la novela ya que su aparicion se interrumpia a veces durante seis meses) en el diario Le Journal des debats aun no habia concluido (estamos entre 1844 y 1946). Esta es la explicacion del Esta enseguida la exigencia de toda novela por entregas, que es la repeticion obsesiva de lo ya conocido con el fin de reubicar a los atolondrados de un episodio a otro: pagina 100, un personaje cuenta un hecho, y luego, pagina 105, encuentra a otro personaje a quien cuenta palabra por palabra la misma historia -basta con remitirse a los tres primeros capitulos y ver cuantas veces Edmond Dantes clama a quien quiera escucharlo que tiene la intencion de casarse y que es feliz: 14 anos en el fondo del castillo de If es todavia demasiado poco para un lloron de esta indole. Y ni hablar de esas acrobacias metaforicas dignas de una abuela chocha que ya no resiste la consecutio temporum. Hay por ejemplo una admirable secuencia de similitudes (se podrian citar cientos) en el capitulo LXII con respecto al telegrafo optico, en donde la antigua torre sobre la colina, vetusta y en ruinas, es comparada a una ancianita: n de felicitar, que podria contar muchos dramas terribles, de anadir una voz a las orejas amenazantes que un viejo proverbio concede a las murallas. Hace algunos anos, a solicitud de Einaudi, habia aceptado traducir El conde de Montecristo. La idea me fascinaba. Tomar una novela cuya estructura narrativa admiraba y cuyo estilo me horripilaba, e intentar restituir esta estructura en un estilo mas rapido, mas nervioso, sin (por supuesto) su mano vacila en repetir sin razon la misma palabra, la misma expresion prefabricada a algunas lineas de distancia. El riesgo de aburrimiento impondria podar, aligerar, acortar; el respeto por la magistral construccion narrativa, de la cual hemos hablado, aconsejaria cortar ahi en donde parece evidente que la divagacion no desempena ninguna funcion (...) ¨Acaso Dumas no era un autor que trabajaba en colaboracion? ¨Y por que no, entonces, en colaboracion con su traductor, 100 mas tarde? ¨Acaso Dumas no era un artesano dispuesto a modificar su producto en funcion de las exigencias del mercado? Si el mercado le pidiera acutalmente una historia mas seca, ¨no seria acaso el primero en autorizar los cortes, las reducciones y las elipsis? El traductor puede aligerar el texto, ayudar al lector a seguir mas rapidamente las peripecias, cuando siente de instinto que los alargamientos, los giros no tienen ninguna funcion y no reflejan ninguna moda del momento. El ritmo, el aliento, ese es el problema que habria resuelto Dumas, si al querer reescribir El conde de Montecristo como es, se le hubiera informado que recibiria una prima por cada palabra ahorrada, sabiendo que nada deberia perderse. (Subrayado del autor) No se trata de ganar espacio sino de volver la lectura mas agil, de saltarse efectivamente lo que el ojo del lector salta automaticamente. En esto contamos con la ayuda no solamente de las redundancias que el frances impone y que el italiano evita, a veces como regla, a menudo como norma (muchos sujetos y posesivos), sino tambien con la del hecho que ciertas expresiones ceremoniosas, habituales en la lengua y las costumbres de la sociedad francesa de la epoca, tienen que desaparecer en italiano, justamente por razones de fidelidad al espiritu del texto. He aqui un ejemplo entre tantos otros: durante un dialogo, un agradecimiento entre personas de baja condicion se dice en frances el que los Otro ejemplo: en una frase del tipo al y que acaba de detener. Aqui no se trata solamente de inflar el relato, sino tambien de preveer las interrupciones del episodio, y de rememorar a los lectores algo que en el texto se produjo dos lineas antes, pero que al publicarse podia haber aparecido algunos dias antes: por ejemplo, entre diciembre de 1844 y junio de 1845, la publicacion se suspendio pues el autor tenia otra cosa que hacer. En fin que el traductor se sentiria autorizado a mejorar el estilo cuando es claro que Dumas pecaba por lo plano sin que nada en la economia del texto legitime la repeticion demasiado cercana de un mismo adjetivo: ¨para que escribir que Villefort oco mas adelante, el autor -aparentemente inspirado- emplea un habil juego retorico a variedad lexical, la constancia de las grandes oposiciones caractereologicas y axiologicas. Lo intente con un centenar de paginas y me rendi. Me rendi pues comprendi que iba a tener que continuar con dos mil cuartillas (la edicion Garnier es de 1640 paginas) y tambien porque me pregunte si las formas ampulosas, lo plano y las redundancias no formaban parte de la maquina narrativa (...). En este estadio, nos surgen algunas dudas preocupantes. Si a Dumas le hubieran pagado no por cada linea de mas sino por cada linea de menos, si lo hubiese hecho corto ¨seria todavia El conde de Montecristo esa fantastica maquina novelesca que es? Si se le hubiese reducido, si la condena, la fuga, el descubrimiento del tesoro, la reaparicion en Paris, la venganza o mas bien las venganzas en cadena, sucedieran en el espacio de 200 o 300 paginas, ¨produciria la obra un efecto identico, lograria arrastrarnos in cluso ahi donde, con la impaciencia de saber, se salta uno las paginas y las descripciones (se las salta uno, pero se sabe que estan ahi, se acelera subjetivamente todo sabiendo que el tiempo narrativo esta objetivamente dilatado)? De este modo se descubre que las horribles intemperancias estilisticas son, en efecto, .