guia: 2012206 seccion: Inf. Gral. pag. 11 cintillo: LA OPERA cabeza: Apolineos e imperfectos credito: Enesimo Nemo Continuan editandose y reeditandose en CD grabaciones hechas por el gran tenor Giuseppe Di Stefano, que tantas veces escuchamos en Mexico durante los anos 50 y los 60 y a quien un grupo de amigos, musicos y cantantes le rindieron recientemente un homenaje en el Palacio de Bellas Artes. La enorme fama del tenor italiano (nacido en Malta en 1921) ha hecho de el uno de los interpretes de discografia mas difundida, asi no sean precisamente codiciables muchos infortunados registros de muy medianas funciones por el ofrecidas, especialmente las que suelen aparecer bajo las siglas de la empresa GDS, cuyo logo indica las iniciales del nombre del tenor. El caso de Stefano, controvertido, carismatico, tecnicamente deficiente, pero poseedor sin duda alguna de una voz excepcional y un gran talento, es un caso aleccionador. Su hermosa voz de tenor lirico, de gran amplitud, calidez y potencia, lo convirtio por lo menos durante dos decadas en el modelo a seguir para todos los tenores de su tesitura y, en algun momento, como lo afirmo Franco Corelli, Stefano fue el mejor de su cuerda y estuvo a punto de convertirse en el supremo. Su carrera no ha sido tan breve, pues se extendio desde 1946 (ano de su debut en el Reggio Emilia) hacia el final de la decada de los anos 60, si bien puede considerarse la de los 50 como la era de su mayor forma. Inteligente, autocritico y conocedor tanto de sus grandes facultades como de sus limitaciones, el propio Stefano se declaraba partidario del cantante "dicitore" (entrevista con Carlos Diaz-Dupond), es decir, partidario del cantante teatral, capaz de "decir" e interpretar dramaticamente una opera, ademas de solo proecuparse por la ejecucion academica y vocalmente pura, atildada y perfecta. Es la eterna discusion, en todas las ramas de la expresion artistica, entre los apolineos y los dionisiacos, los partidarios de la perfeccion y los desaforados de la emocion. La discusion es, naturalmente, ociosa como muchas otras, pues existen dionisiacos lamentables y apolineos mediocres, y viceversa. Stefano fue siempre (lo hace constar Rudolfo Bing en sus memorias del MET), uno de los mas indisciplinados entre las estrellas de la opera, "uno de los artistas mas incumplidos y erraticos pero tambien uno de los mas gloriosamente dotados", como dice textualmente el conocido manager del teatro neoyorkino. Como ciertas temperamentales matadores en el coso taurino, era capaz de producir tanto el delirio de los asistentes a una funcion magnifica, como el abucheo colectivo del mismo publico en la funcion del dia siguiente. No es el de Stefano, no hay para que decirlo, el unico caso en esa linea (asi era Hipolito Lazaro, para dar cualquier ejemplo historico). Tampoco es necesario anotar que los defectos geneticos o tecnicos de un determinado cantante pueden ser suplidos y aun borrados por el genio sin par de un determinado artista (esos son los casos de tantos prodigios conocidos: Caruso mismo, Ruffo, Chaliapin), como se dan tambien los fenomenos extranos, de personalidades en que se reunen lo apolineo y lo dionisiaco, el organo vocal unico, el oido perfecto, el genio musical, etc. Un disco de la serie Gala, en el que se ofrecen "grabaciones historicas" de Stefano, realizadas en vivo entre los anos 1952 y 1963, es un fiel retrato de lo que fue en esa decada la asombrosa carrera de este notable tenor. Hay en el disco escenas y arias registradas durante esos anos tanto en el MET, como en el Palacio de Bellas Artes (Questa o quella y minueto, con Umberto Mugnai) a la batuta en 1952), como en la Scala de Milan o en los teatros de Bergamo y de Palermo. Alguno de los registros en la Scala corresponden a gloriosas temporadas con Maria Callas en 1955 (se incluye Un di felice con esta soprano), y otras mas corresponden a conciertos con la orquesta de la RAI (Nessum dorma, 1956) y a representaciones consumadas bajo la direccion de Tulio Serafin, Gavazzeni, Antonio Votto, Von Karajan, Giulini y otras luminarias que actuaron frente al conjunto de la Scala en los mismos anos. La pericia, las tablas y, precisamente los recursos de "dicitore" de Stefano son a veces mas visibles en arias como la de Luisa Miller (1963, en Palermo), donde el cantante sufre notorios tropiezos, se cala a todas luces o quiebra espectacularmente alguna nota, pero recurre magistralmente a su interpretacion energica, su media voz de apoyo sutilisimo y su aplaudido sonido "vellutato", para conseguir que el publico se olvide de inmediato de los mas evidentes "fallos" y estalle al terminar el aria en formidable ovacion. El disco es realmente estupendo, y lo reconcilia a uno con la obra de Giuseppe di Stefanho, que celebramos haber escuchado tantas veces, en las buenas y en las malas, y continuaremos escuchando Giuseppe di Stefanho, que celebramos haber escuchado tantas veces, en las buenas y en las malas, y continu .