GUIA: LASANTA SECCION: Internacional Pag. 22 CINTILLO: El Vaticano, no desenmascaro a los agentes del III Reich, en 1937 CABEZA: La Santa Sede engano a los servicios secretos nazis CREDITO: Agencias CIUDAD DEL VATICANO, 16 de diciembre (AFP y EFE).-El jesuita norteamericano Robert Graham revelo el jueves en la revista La Civilta Cattolica que la Santa Sede logro en 1937 enganar a los servicios secretos alemanes distribuyendo a todas las parroquias de Alemania la enciclica "Mit brennender Sorge" (Con el corazon angustiado) de Pio XI, que condenaba el nazismo. El historiador norteamericano, uno de los autores de "libros blancos" de la Santa Sede sobre la segunda guerra mundial, considerado como el "cazador de espias" del Vaticano, pudo estudiar documentos del Buro central para la seguridad del Reich (RSHA), dirigido por Heinrich Himmler, hallados recientemente en Moscu. Esos documentos revelan que la difusion de la enciclica provoco una reaccion "furiosa y molesta" de Himmler que se vio totalmente sorprendido por el asunto. En un informe autocritico de la seccion Asuntos Eclesiasticos de la policia alemana, Hitler fue informado de que la enciclica habia sido distribuida con una gran discrecion, despues de haber sido editada en imprentas de confianza que normalmente no trabajan con el clero. Asimismo, distribuidores de correo totalmente seguros entregaron la enciclica en dos ejemplares -que debian ser guardados separadamente en dos lugares secretos, eventualmente en el tabernaculo- exclusivamente a los curas responsables de las parroquias o a sus empleados. Los religiosos considerados como "filo nazis", revelo el padre Graham, fueron excluidos de la lista de destinatarios del documento. Las advertencias de los servicios secretos franceses ayudaron al Vaticano a detectar la presencia de los agentes nazis, explica Graham en la publicacion. Sin embargo, en lugar de desenmascarar a los espias, la Secretaria de Estado vaticana decidio guardar silencio y hacer llegar a traves de los agentes lo que le interesaba que supieran los jefes del III Reich, pero que no podia ser dicho por medio de los canales diplomaticos, senalo el jesuita b .