SECCION CIUDAD PAG. 29 CABEZA: De rodillas y con la mirada perdida, grito con milenaria fe guadalupana: ­He cumplido! CREDITO: FRANCISCO MEJIA Todo el tiempo los vio ella... Desde lo alto sus ojos se posaron en los miles de creyentes que llegaban. Fueron sus fieles de cada ano, que como acostumbran arribaron en tropel solo para mirarla, a su virgen de Guadalupe. La morena del Tepeyac, si hasta parecia decirles desde ese, su lugar privilegiado y casi celestial. -Calma hijos mios y nos amanecemos... Afuera de la Basilica la gente acampo, festejo, oro y ya en la madrugada entonaron las mananitas mirando al cielo por si acaso encontraban algo en el: la senal del milagro solicitado, el aura divina, el alo esperanzador o siquiera, el parpadeo de una estrella que les podia haber servido para seguir consolidando sus creencias. Ese era el momento. Desde su sacrificio que tambien fue pasion desbordada u autoflagelacion bien cubierta, Rafael Rodriguez Cruz, sin decir palabra alguna no dejaba de observarse las rodillas y con la mirada, buscaba los ojos de quienes lo rodeaban para que se enteraran de su manda. -!He cumplido, he cumplido!; brincaban sus ojos, pero las palabras no le salian. Era su fe milenaria la que gritaba. Posteriormente, saco de su mochila -con el logotipo del Cruz Azul- una botella de ron y vacio un tanto en su cafe de la una de la manana. Mientras prendia su radio portatil y bebia, no dejaba de mirar a su alrededor. -Asi lo hago cada 12 de diciembre y lo seguire haciendo; cada ano venimos un grupo de amigos desde la ciudad de Puebla. !Gracias a Dios y a la virgencita nunca nos ha pasado nada. Ayer, la calzada de los Misterios fue una demostracion de que los pobres si existen. Desde temprana hora la fe desbordo todo. Las manifestaciones quedaron para la posteridad en los cientos de placas fotograficas que persiguieron a lo largo de su camino a los fieles. ¨Siempre ha sido asi?. A Raul Macedonio Flores le gusta que lo escuchen. Con los brazos en cruz, desnudo el torso, de rodillas y con la mirada posesionada en la morena del Tepeyac, observa la parroquia a lo lejos y habla para todos. -Yo no soy un pecador. Es una manda que le prometi a Lupita si ella me ayudaba a conseguir trabajo. Acudi a muchos lugares y en todos las puertas se me cerraban hasta que alguien me dijo que le trajera veladoras a la virgencita. Yo no era creyente, pero desde que me hizo el milagro y hasta que muera, siempre vendre de rodillas. Los cohetes encienden la pasion religiosa; desde la media noche todo mexicano debe declararse Guadalupano, aunque no lo quiera. Las mexicanas mananitas se convierten en el dispositivo de contacto con el mito. Al final el mito somos todos. Hasta los ubicuos, impertinentes y seguramente tambien los guadalupanos y vendedores ambulantes. En este dia todo lo que se vende se convierte en producto magico, divino, en objetos que contienen el soplo virginal que necesitan. Este es un rincon de la ciudad de los edificios supramodernos. Teresa Gomez se abre paso entre la multitud a codazo limpio. La oscuridad de las cinco de la manana la acompana. Por sus brazos se descuelgan pedazos de lunas, soles, cruces y suenos. Ella misma es un sueno. Sus ropas son girones que le han dejado los dias. Viste de negro y de un color verde desconocido. De su hombro derecho cuelga una mochila que la obliga a caminar inclinada. -Cargo mi existencia y mis ilusiones; seguro constestaria a quien la inquiriera. Pero no. Se sigue abriendo paso entre los miles de creyentes. Masculla algo para si. Se detiene y pide. -¨Quien me regala un milagro? Una veladora le prometi a la virgencita; ayer estuve con ella y le hable casi al oido, estoy segura que oyo muy bien. -¨Sabe? a veces no oye. Pero seguro que a ella le gustan las velas y los milagros, yo traigo algunos, los que me han regalado en el camino. ­Oiga usted!. ¨No me regala un milagrito?. Se inclina al suelo, apoya la mochila y se alcanzan a ver siete candados que la aseguran. Los revisa y con sigilo vuelve la mirada a quien la observa. -­Es una loca! dice alguien. -­­Loca su madre!! Soy Guadalupana y que, contesta con voz seca, como de las seis de la manana. Con puntualidad la tradicion cobro otro ano mas. Llego la gente, lleno las avenidas, se vieron imagenes laceradas (nopales al pecho y a la espalda, torsos desnudos, rodillas con sangre, golpes en la espalda y mas, para que el sacrificio no sea en vano). Como en otras ocasiones, se congregaron en torno al templo, y compraron cuanto objeto religioso se les ofrecio. Cantaron las mananitas. Se escucharon ellos mismos en su silencio. Vieron a Tonontzin, en cuanto cromo observaban. Casi se pusieron ebrios de pasion y deseo. Al final se fueron, en su bicicleta para regresar a su lugar de origen, otros buscaron el Metro o simplemente retornaban caminando a su cotidianeidad. Al amanecer, durante el dia de ayer, los rostros se veian benditos. Vivieron y ratificaron esa tierna relacion de amor milenario. -A la Lupita la volveremos a ver el proximo ano, sentencio una vendedora de objetos sacros o arte kith. Fue la promesa. Seguro los milagros pedidos o las mandas cumplidas los hicieron mas felices  de objetos sacros o arte kith. Fue la promesa. Seg .