seccion inf. gral. guia: alponte Pagina 1-1 balazo: LA NACION Y EL MUNDO cabeza: La Rusia de Yeltsin ante sus separatismos credito: Juan Maria Alponte Antes de las elecciones constituyentes de diciembre de 1993 la Republica Rusa, cuyo presidente es Yeltsin, vive como las demas republicas de la ex URSS, o, si mejor se quiere, del viejo imperio de los zares, los riesgos profundos que entrana la desarticulacion separatista. Me permito recoger y resumir las palabras de Pomerants, en Glasnost, en 1987 (pagina 4), que decia asi: "El imperio ruso ha precedido a la conciencia nacional rusa, dado que en cada territorio donde ha plantado su pie un soldado ruso el territorio ha sido considerado como ruso. La arrogancia imperial tiene raices profundas en Rusia". Afirmacion implacable que, en una gran medida, corresponde a la verdad porque, como decia S. E. Kryjanovski, "la Rusia original no tiene ni reservas culturales ni morales suficientes para asimilar sus vastas fronteras..." Dos rusos paradojicos, cercanos y antiteticos, hijos de la misma generacion, šes inutil decir que los dos nacieron en Rusia en 1931?, Yeltsin y Gorbachov, han sido incapaces de comprender bien, con claridad, la historia del imperio ruso porque esa historia, en manuales que segun el historiador sovietico Afanasiev no tenian una sola pagina que fuera verdadera, fue una historia "ideologica" con enormes vacios analiticos. La Revolucion, asumiendo las fronteras del imperio ruso, un imperio tallado con las espadas de los cosacos de los zares, y bajo el supuesto de que alli ponian sus plantas era Rusia, deformo la Revolucion y creo un tipo de regimen federal que, ausente de toda tradicion democratica y de reconocimiento esencial de los derechos humanos, termino siendo un sistema de poder centralizadoramente abrumador. Pese a la importancia especifica de Rusia en la Federacion Sovietica (el 52 por ciento de la poblacion, de una poblacion de 290 millones de habitantes en 1990 y conformando el 61 por ciento del Producto Nacional Bruto) la crisis historica de 1990-1993 ha vuelto a resucitar los viejos fantasmas. La menor posibilidad de escapar del mandato imperativo del Centro deparo, en nuestros dias, como en 1917, la tentacion del separatismo y la propension de las republicas a transformarse en republicas independientes. Ello no deberia haber extranado, en nada, a politicos formados con una verdadera conciencia historica y critica de las tensiones de las provincias del imperio frente al poder ruso. Un examen no digo exhaustivo, sino medianamente cuidadoso, de ese pasado (existe el magnifico Russian History Atlas, de Martin Gilbert, del Merton College, y de Arthur Banks, editado por MacMillan Company en 1972 y el indispensable Soviet Economic Facts 1917-1970, de Clarke, editado tambien por McMillan) revelaria como y de que forma, al producirse la Revolucion, en 1917, la mayor parte de las republicas que han declarado su independencia en estos ultimos anos lo hizo ya en 1917-1918. Y ello, ademas, con una conciencia socialista, es decir, bajo la idea de que el derecho de autodeterminacion, respecto al imperio, era uno de los imperativos de la Revolucion misma. Lo que dice Eduard Shevardnadze, ex ministro de Relaciones de Gorbachov y actual presidente de Georgia, sobre su republica natal (en su libro de memorias que muchas veces he citado con indudable admiracion) es valido para otras regiones. Shevardnadze senala que Georgia, con proyectos nacionales desde el siglo XIX frente a Rusia, proclamo inmediatamente su independencia en 1918 hasta que el Ejercito Rojo termino con ese proceso e impuso, otra vez, la centralizacion autoritaria hasta que volvieron a generarse circunstancias parecidas y, de nuevo, se izo, como ahora, la bandera de la independencia. El relato de Shevardnadze es valido para la mayor parte de las regiones en crisis. Gorbachov, hijo del campesinado emergente de los koljoses que llegaria a la universidad, cuando se planteo el problema de las nacionalidades, a la hora de redactar en nuevo programa del partido en el XXVII congreso, ni se le ocurrio pensar en ese pasado ni en ese conflicto nodal. Esto asi porque su educacion habia sido una educacion absolutamente falsificada. En consecuencia su idea del cambio se basaba sobre "la continuidad del leninismo" (contrariamente a los que creen, simplemente, que era un "traidor"), leninismo, en su proposicion, "que habia sido interrumpido por el stalinismo". De ahi, en consecuencia, que recuperara, en el XXVII congreso (el primero que el presidiria como secretario general en 1986), el idioma ideologico artesanal que mas a mano tenia y que era el discurso oficial, es decir, la apelacion al "edinyi sovetskii narod", es decir, a la unidad del pueblo sovietico como si ese "sovetskii narod" fuera una categoria real que superara (como se creyo en Yugoslavia) las culturas nacionales existentes y las contradicciones nacionalistas y linguisticas. Contradicciones que volvieron a aparecer, en 1990, como estuvieran presentes en 1917. El fracaso de Gorbachov, y existe el riesgo de que algo semejante le ocurra a Yeltsin como ya le acontecio a Shevardnadze en Georgia, consistio, en la creencia, utopica, de que el regimen politico sovietico habia superado, a la vez, las contradicciones de clase y las contradicciones nacionales. Grave error maximalista que aparecio, ya claramente, cuando Gorbachov se enfrento con la aparicion de partidos comunistas nacionales, es decir, con partidos comunistas que elegian ser ucranianos, rusos o armenios. En ese trance Gorbachov, otra vez desde la vision leninista (insisto que al contrario de lo que se crea) anadio: -"­Esto seria el final del partido ideado por Lenin!" Tenia razon en ese punto. Pero la interpretacion de Lenin, creando un partido centralizado y dependiente del poder politico que, a su vez, vinculaba a sus designios la centralizacion economica (economia centralmente planificada) terminaria liquidando, en realidad, el proyecto federal y, por tanto, la menor posibilidad de vida democratica real. Lo cierto es que los partidos comunistas de las republicas, ante el ascenso irreductible del nacionalismo independentista votaron, por mayoria, en favor de la creacion de partidos comunistas nacionales. Con ello el proceso de desarticulacion politica se hizo casi irremediable. Sin embargo, parece justo decir que el ascenso del nacionalismo historico es indisociable del fracaso del proyecto democratico federal que fue destruido, en su esencia, por un partido unico y una economia centralizada. En consecuencia, la reaccion anticentralista tomo, por distinto que fuera el nivel de las demandas, la misma significacion, "antiimperialista", que en 1917. Lo grave es que, en estos momentos, las tensiones y los conflictos en el interior de la Republica Rusa aglomeran, sobre Yeltsin, problemas muy preocupadores. Su decision de incrementar el cerco militar de Chechenia es un dato grave y pueden surgir, al amparo de la crisis economica, rebeliones en el interior de Rusia y, paralelamente, crisis fronterizas peligrosas como en el caso de Ucrania-Rusia respecto a Crimea, y sobre los arsenales nucleares. No se pueden esperar soluciones faciles y simples para problemas que, en casos -Georgia como ejemplo-, tienen siglos. El eslabon fundamental del proceso, una vez mas, consiste en el hecho, bien sabido, de que los procesos federales o confederales que han funcionado en la ex URSS han tenido, como levadura, la ausencia de una vida democratica real y el desconocimiento de los derechos individuales. Sin estos el espiritu federal no puede funcionar. La complejidad del problema se expresa ya, abiertamente, en que en las republicas independientes intentan expulsar, o transformar en minorias sin derechos, a los rusos que viven en ellas. Alrededor de 25 millones de rusos estan, en estos momentos, fuera de la Republica Rusa y, en algunas regiones, su situacion es desesperada. Tal actitud, francamente intolerante desde el punto de vista humano, tiene antecedentes stalinianos notorios. En efecto, Stalin genero expulsiones masivas en algunos territorios y, en otros, impuso (eso paso notoriamente en los paises balticos y en la Ucrania polaca ocupada por la URSS a raiz del Tratado Molotov-Ribbentrop de agosto de 1939) deportaciones masivas y "rusificacion" obligatoria. En otras palabras, muchas de las reacciones antirrusas actuales tienen origenes serios y complicados que sobrevuelan la memoria de los pueblos. No olvidemos que el famoso Informe de Kruschov sobre el culto de la personalidad y los crimenes de Stalin fue un extenso y dramatico documento sobre los padecimientos de algunas de las poblaciones expulsadas de sus fronteras nacionales en el periodo staliniano. Por esa causa el Informe de Kruschov, en orden a ese tema, fue un revulsivo terrible que, finalmente, ha pasado la factura a la historia. El mismo Gorbachov pudo ver, de nino, la deportacion en masa de los kalmukos y la finalizacion, en noviembre de 1943, del estatuto autonomo de los karatchas. Alrededor de 80 mil de estos fueron alejados de sus centros de origen y de sus estructuras afectivas. "La misma suerte ocurrio, en 1943 y 1944, a un millon de personas, de otras nacionalidades, de la misma region" dice Michel Tatu el experimentado corresponsal de Le Monde en Moscu durante varios anos. Los chechenes, inguchos, kabardes, balkanos y tartaros de Crimea sufrieron violencias semejantes. En ocasiones bajo la acusacion de "colaboracion" con los alemanes; en otras bajo la hipotesis de que su rebeldia "nacionalista" se liquidaria al deportarles, violentamente, a otras regiones rusas. Algunas de las consecuencias derivadas de esos testimonios impresionantes de arbitrariedad y violencia se han vuelto, hoy, contra los 25 millones de rusos que viven fuera de la Federacion. Geograficamente esto acontece en las mismas regiones del Sur ruso donde Yeltsin quiere imponer el orden militar y se enfrenta con ese dificil pasado. La incursion de los pueblos en su preterito, en tanto que memoria explosiva, no fue ponderada y moderada por una educacion democratica y, finalmente, por formas politicas de tolerancia. Me temo que los problemas de Yeltsin, como los de Shevardnadze, no se terminaran con los fusiles. Las bayonetas sirven para todo, se ha dicho, menos para sentarse sobre ellas  Shevardnadze, .