seccion cultura guia: daniel pag12 cabeza: El silencio de los inocentes(III balazo: Luz y oscuridad credito: Daniel Gonzalez Duenas (Segunda parte) 3. El rodeo social Desde luego, no se concede la "flor imperial" del Oscar unicamentea la calidad filmica de El silencio de los inocentes (iniciadora de lo que se ha dado en llamar "la nueva cultura de la sangre"): sobre todo se alaba la fascinacion que la cinta despierta, se festeja la cualidad que mantiene al espectador inevitablemente imbuido en los atroces pormenores de la historia -de igual modo que debe permanecer inmovil, fascinado y expectante ante los atroces e inevitables pormenores de la Historia con mayuscula. En 1992, pues la "flor del imperio" y su "reconocimiento oficial de signos" determina a la psicopatia como un nucleo mas fascinante de cualquier otro registro de la "actuacion" (por no decir de la realidad). Hay ademas otro revelador precedente: por primera vez se reconocio a un "subgenero" como genero; el consenso imperial -unicamente logrado en tres ocasiones en un lapso de 58 anos, a despecho de cintas que muy bien podrian haber recibido esta maxima nominacion- incluye el acto de aceptar que en el terror puede haber "arte", lo que en terminos hollywoodenses signfica verdad: no ahondamiento en la realidad sino definicion de ella. Hollywood dice "arte" y lo que pronuncia es "arte del espectaculo", pirotecnia al servicio de un unico mensaje y una unica verdad previos: confirmacion, no cuestionamiento. Tal "acto de aceptar" resulta alarmante si se considera que, mas alla del lugar comun que define como "termometro social" al terror y sus variantes "modernas" de fin del siglo XX (gore, splatter, slacher, splatterpunk), no hay exceso alguno en detectar en el una inmersion -deliberada solo en muy contadas ocasiones- en las profundidades de lo que Jung llamo inconsciente colectivo. El ahora "genero" de terror equivale al territorio filmico mas propicio para ventilar las pesadillas sociales sin los rodeos, eufemismos y enmascaramientos que usan otros generos. Todo es directo y literal: simbolos y personajes no hablan sino el lenguaje del detritus; su papel es develar (y, en el fondo, mantener) el horror que hay detras de esas fachadas de una sociedad que ama las apariencias y "se anda con miramientos". Acaso el unico modo de hurgar en la figura de Lecter sin caer en la mera fascinacion visceral sea "tomarlo en serio" segun la exigencia de Umberto Eco en Apocalipticos e integrados (esto es, con la maxima credulidad pero tambien la mayor responsabilidad); asi procede el critico Enrique Serna: "No se trata de un canibal gratuito: Anibal come carne humana por un desmedido afan de conocimiento. Escudrina en el interior de los demas, tanto corporal como psicologicamente, para obligarlos a verse tal como son por dentro. Enemigo de las relaciones publicas, allana la intimidad ajena desde las primeras frases de tanteo social, saltandose todas las barreras que nos condenan a un conocimiento superficial del projimo. Lecter tiene un hermano en todos los hombres antisociales del mundo". El psicopata protagonista de El silencio de los inocentes "va al grano" porque no tolera los matices: su insaciable ansia de saber destruye las fronteas entre el simbolo y lo simbolizado, entre continente y contenido, entre cuerpo y psique. Literalmente tiene "hambre de conocimiento": devora el misterio. Bien se cuida Demme de contrastarlo con el otro psicopata, que equivale literalmente a una bestia y en el que no hay la menor sombra de conciencia. El "gran consenso" del Oscar ofrece derecho de ciudad no a una pelicula sino a la destruccion de los matices y el detritico reino de lo literal.