PAG. 11 SECCION: Cultura CINTILLO: LA OPERA CABEZA: La inutil batalla por la opera pura CREDITO: Enesimo Nemo El tenor Alfredo Kraus -el mas activo veterano entre los ilustres de su generacion-, ha lidereado una personal campana contra la para el infortunada practica de los conciertos operaticos multitudinarios, que se realizan con el consiguiente apoyo de poderosos medios electronicos. Como se sabe, la critica de Kraus esta expresamente dirigida a sus colegas Luciano Pavarotti, Placido Domingo y Jose Carreras, triunfales protagonistas de esos grandes shows, habituales en todos los generos de la mala y la buena musica desde los anos 60. Hay permanentemente varias cosas sobre las cuales reflexionar acerca de esta inutil polemica. En primer lugar, creo que los tres estelares tenores aludidos los asiste, contra Kraus, la plena razon: "nada de malo tiene ofrecer de vez en vez esta clase de conciertos", declaro Jose Carreras, con motivo de su reciente concierto en el Auditorio Nacional de la Ciudad de Mexico. Asi es, nada de malo tiene que un gran cantante haga estas publicitarias y educativas concesiones al gran publico, y que incluso se preste a convivir en la escena con interpretes destacados de la musica tipicamente popular, si no renuncia esencialmente a la preferente profesion artistica que le corresponde: la ejecucion y la interpretacion intransigentemente especializada de las obras para las que esta privilegiadamente formado y capacitado. Eso han hecho siempre Domingo, Pavarotti y Carreras, y tambien Kraus, que entre parentesis debe a esos "shows populacheros" parte de su sobrevivencia y su fama. Y entre parentesis, a todas esas televisadas "performances" operaticas, de millones de oyentes, deben su actual y visible renacimiento el interes universal por la opera, la venta multimillonaria de grabaciones de todo tipo, y desde luego la fortuna personal y la inmensa fama adquirida por incontables estrellas menores y mayores de todas las nacionalidades. Y sobraria aclarar que la calidad concretamente acustica de esos conciertos televisados es generalmente inferior a las de funciones que utilizan sistemas de amplificacion para conciertos en vivo de eminentes musicos y cantantes, pues no todos los escuchas y espectadores de conciertos televisados disponen domesticamente de los instrumentos optimos para obtener una recepcion impecable. Yo no hubera cambiado la oportunidad de una audicion radiofonica en vivo de Franesco Tamagno, y mucho menos una audicion personal del monstruo, por el mejor disco grabado. Pero esta claro que hubiera sido mejor escucharlo en vivo y, ademas, obtener el registro de la funcion. Eso es lo que nos ocurre con frecuencia hoy en dia con los grandes artistas, y no tenemos por que no considerarnos privilegiados los habitantes de esta era laser. Caruso mismo acpeto la experiencia de todas las posibilidades de difusion tecnica a la mano, incluido el cilindro de cera y el disco (sin los cuales no tendriamos de el noticia alguna), y fue pionero en Nueva York de las emiciones radiofonicas de un gran concierto de opera. Tanto Tamagno como el habrian hecho lo mismo que los actuales divos para hacer que un aria se escuchara no solo en la romana Plaza de Espana, sino mas alla de los Apeninos, los Balcanes y los Andes. Por cierto, nunca escuche a Bjoerling en persona, pero fue extraordinario escucharlo en vivo, y por radio, durante una emision texana que logramos captar nitidamente en la ciudad de Chihuahua (¨1948?). En cuanto al concierto ideal o la opera pura en que suena Alfredo Kraus, habria que decir que con mucha frecuencia hemos disfrutado de ella, pero que tambien existe a la mano prodigiosa opera pura, portentosa e insuperablemente grabada (en audio, en video y en producciones cinematograficas). Lo importante hoy, para un verdadero melomano, es gozar de todas las posibilidades de la audicion en vivo y del registro coleccionable. Y, finalmente, no hay duda de que la opera viva (sin recursos de amplificacion electronica), continua exigiendo las proporciones humanas que los volumenes naturales de instrumentistas y cantantes requieren para un precisamente humano y satisfactorio ejercicio. La dimension sobrehumana de un estadio deportivo no es la adecuada para el despliegue sonoro de un arte que lleva varios siglos buscando el recinto de grandiosas, pero limitadas proporciones, que hace posible su peculiar desarrollo. Es mas, la polemica se encuentra hoy instalada en el campo del propio registro electronico de los conciertos musicales, donde se producen frecuentes y tristes actos de prestidigitacion tecnologica. Pienso -y el tema es tambien asunto de larga controversia-, que tienen razon los artistas y tecnicos partidarios de la reproduccion fidedigna del concierto real, y los que se oponen al trucaje consistente en exagerar el volumen de las voces protagonicas o el maquillaje comercial y excesivo de las imperfecciones vocales de un determinado interprete. Boris Christoff, por ejemplo, este reciente gran desaparecido, enfermaba de furia cuando descubria a los tecnicos en semejante alquimia stoff, p .