guia: 0412506 seccion: espectaculos pag. 8-4a. cintillo: HETERODOXIAS cabeza: Repuntes y nostalgica por la pogresion credito: DAVID CORTES Un dia brumoso, flotando en un mar de ansias insatisfechas y deseos siempre postergables, el estereo dejo escapar unos sonidos familiares aunque revestidos de nostalgia. Alguien, una presencia femenina -olvidemos el nombre para no profanar la magia del momento-, habia traido junto con su aliento un numero considerable de discos. Apoyaba en la pared su cuerpo desnudo cuando las notas, dulces, pristinas, de un violin se engarzaron en su piel y poco a poco la penetraron. Ella, entonces, ya poseida, comenzo voluptuosos movimientos y su cuerpo tejio figuras al vaiven de la musica en una danza interminable. Las notas, entretanto, entraban y salian de su cuerpo, jugueteaban en el espacio. En ires y venires constantes recorrian la estancia, creaban imagenes multiples, paisajes fugaces en continua recomposicion. Un aire fresco, neutro, se colaba por la ventana, pero cobraba olores al contacto con los sonidos. Ave de paso, ella se fue en medio de una tormenta. No dijo nada, y dentro de su silencio mortuorio alcanzo a hacer una ultima senal, una especie de despedida al altero de discos. Estos, alejados de toda connotacion carnal, lograron materializarse, y al adquirir presencia ganaron tambien identidad. Entonces los nombres comenzaron a tener un significado; primero aparecieron en una sucesion casi interminable, sin pasado al cual asirse, con un futuro incierto en lontananza. Ella desaparecio y su ausencia contribuyo al aislamiento. Hoy su recuerdo es impreciso, y de esos discos nadie puede darme sena; el artificio sonoro, el virtuosismo no son gemas apreciadas en los tiempos modernos. En el maremagnum de sonidos discordantes, de densas construcciones, los resquicios para la melodiosidad son inexistentes. Nadie repara en las tenues capas de los olvidados y hasta vetustos melotrones; los cambios de ritmo, milimetricos, precisos, no poseen un efecto sacudidor. El salvajismo, en esta escena que muchos han calificado como neoprogresiva, esta ausente, no se explaya y mucho menos se desboca. En su lugar hay filigrana y el sonido -mas que una palida secuela de la saga progresiva de los setenta- prefiere rodear alli en donde otros optarian por un ataque directo, a mansalva. En la recientemente acunada estetica neoprogresiva, las notas son envolventes, crecen de la nada, surgen timidamente, casi ruborizadas, pero una vez que la simiente ha sido plantada el desarrollo es irreversible. El ciclo vital alcanza su pinaculo y se refuerza con esa tendencia -herencia al fin y al cabo- a la rimbombancia. Al irse, ella convirtio todo recuerdo en nostalgia, en evocacion; pero en la cauda neoprogresiva hay algo mas que eso, una voz que crece hasta hacerse corifeo, un grito vuelto clamor y un desenfado que, luego de varios rodeos, se arropa de virtuosismo sin dejar de lado el afloramiento de visceras. Los nuevos progresivos -una legion en la cual Mastermind, Pendragon, IQ, Codice, Tiemko y otros se dan cita-, como antano, se regodean en las alegorias, alimentan conceptos, construyen mundos de fantasia y su musica se eleva de la tierra para tocar con su halo el universo de los duendes, centauros y aves de hermoso plumaje y vida eterna. Han tomado del jazz brios para la vida. Se mueven con soltura en la complejidad y son artesanos de las mezclas. Alquimistas sonoros de la perfeccion, su sonido es un tejido sin borde alguno, conformado con diferentes texturas pero en donde el paso de una a otra se ha hecho con meticulosidad para armar transiciones tenues, sin sobresaltos, alejadas de toda borrasca posmoderna. Horda nacida al mediar los ochenta, los progresivos de ahora, como los de ayer, viven soterrados en el silencio, han construido una endeble tradicion con la ayuda de bastiones independientes diseminados a lo largo de Europa, e incluso Estados Unidos los saluda y aprovecha el impulso para hurgar en los archivos y dotar de vida a materiales olvidados en el tiempo. El concubinato entre jazz y rock se ha reiniciado en un proceso cuyos mejores momentos habremos de presenciar en los tiempos por venir ato entre jazz y rock se h .