guia: 0112204 seccion: cultura pag. 10-4a. cabeza: Joyas elaboradas con oro de America credito: MERCEDES S. DE PRATS Aun en nuestros dias, al visitar el Vaticano y penetrar en las estancias de los Borgia, Alfonso, Calixto III en el papado y Rodrigo -Alejandro VI, en actitudes orantes, muestran la rica pigmentacion sanguinea de sus rostros duros, de arquetipos de la raza iberica. Lucrecia Borgia aparece en una tabla, con sus senos turgentes, bajo la tunica blanca, festoneada de oro. Se dice que los Borgia eran unos paganos y que adoraban al buey heraldico de su estirpe. En efecto, Alejandro VI hizo pintar en su alcoba la historia de Osiris y del buey Apis, coronado de tiara, fabuloso antepasado del buey de los Borgia, encima de los frescos que perpetuan la piadosa leyenda de Santa Catalina y Santa Susana. La imagen del buey en cuestion aparece en multiples escudos de armas, cruzados de arriba a abajo, por tres barras amarillas y tres negras y a un lado y a otro de las mismas. Es el toro iberico, simbolo de la acometividad, del arrojo, del furor ciego y de la plenitud de la fuerza. Si Cesar Borgia hubiese logrado su sueno de unificar bajo su imperio a Italia en su tiempo y no hubieran acompanado a su empresa el fracaso, la celada de Napoles, arteramente preparada por Gonzalo de Cordoba y despues, la prision en el sombrio castillo de Chinchilla y una oscura muerte en tierras de Navarra, las virtudes de los Borgia serian exaltadas en la misma proporcion con que se ha cebado el ensanamiento de la posteridad, en sus juicios sobre sus crimenes, en su mayoria, inventados y sobre sus miserias ciertas. Eran hombres. En Espana, sin embargo, el juicio sobre los Borgia, es muy diferente. Sobre todo, en su patria de origen, Valencia. Diferentes monumentos y recuerdos de esta famosa familia, estan esparcidos por los pueblos, de lo que fue orgulloso reino valenciano. Para los espanoles de la Corona aragonesa federada, Aragon, Cataluna, Valencia y Mallorca, siempre fue un motiuvo de orgullo el que una oscura familia, procedente de la vialla aragonesa de Borja y asentada durante la Reconquista del reino de Valencia, en la ciudad de Jativa, corriese una aventura de tan singular fortuna. En 1429, Alfonso Borgia ocupa el obispado de Valencia. Con la proteccion de Alfonso V rey de Aragon es nombrado cardenal. Se instala en Roma, con parte de su familia. Llega a Papa en 1455 y toma el nombre de Calixto III. En 1458 eleva el obispado de Valencia a arzobispado, dignidad que dispensa a su sobrino, Rodrigo de Borgia, quien sucede a su tio en 1492, con el nombre de Alejandro VI. El arzobispado de Valencia, convertido en senorio, pasa a beneficio del supuesto hijo de Rodrigo, el famoso Cesar y ante la renuncia posterior de este, otros Borgia gozan de tan magnifica preeminencia: los cardenales Juan y Pedro Borgia. El orgullo de los Borgia no son roma y su grandeza. Son Javita y Gandia, su tierra de origen. Crean el ducado de Gandia, donde concentraron sus riquezas, traidas de Italia. En Roma seran siempre los "extranjeros". En Espana, gloria y orgullo de sus connacionales. Del puerto de Ostia llegan a Valencia las naves pontificias, cargadas de tesoros y reliquias, de pinturas, de libros, de magnificencias de ensueno. Iglesias, Catedrales y Palacios muestran las esplendorosas donaciones de la familia Borgia. Una aureola de grandeza y de pia religiosidad envuelve estos regalos, que se veneran como cosa bendecida por las propias manos del Sumo POntifice. En la Catedral de Valencia hay un retrato de Lucrecia Borgia, ante el cual rezan las mujeres sencillas del pueblo. Mientras en Roma y tal vez en el mundo se execraba la memoria de los Borgia, en Gandia, la viuda de Juan Borgia, dona Maria Enriquez, prima de Fernando el Catolico, edificaba con sus portentosas virtudes a toda la cristiandad. Su nieto, Francisco de Borgia, duque de Gandia, fue mas tarde santo y general de la Compania de Jesus. A la sombra de la autentica santidad de estos dos personajes, la funesta memoria de los Borgia, en Italia, transmitida a Espana por testimonios de sgunda mano, especialmente interesados en hacerla mas ignominiosa, recobro prestigio, atemperando el furor critico de la gente vulgar no, especialmente interesados en hacerla mas ignominiosa, recobro prestigio, atemperando el furor critico de la gente vu .