PAG. 35 SECCION: Ciudad CINTILLO: Asalto en el Metro CABEZA: "El que intente jalar la alarma, se lo carga..." CREDITO: RUBEN GARCIA HUERTA Afanada en su rutina diaria, el jueves 25 de noviembre, Maria de la Luz abordo el Metro en la estacion Morelos. Con el estres del mediodia a cuestas, hacia calculos para llevar a su hijo a la escuela e irse posteriormente al trabajo. ­Nos vamos de una vez en este, para no llegar tarde otra vez!comento Maria de la Luz a su hermana -quien la acompanaba circunstancialmente-. Las dos mujeres con el nino abordaron el antepenultimo vagon del convoy que iba en direccion Martin Carrera-Santa Anita. Se acomodaron cerca de una de las puertas intermedias. Todo aparentaba ser un dia comun. Sin embargo, antes de que las puertas automaticas cerraran, tres sujetos entraron precipitadamente al vagon. De entre sus chamarras de mezclilla sacaron tres pistolas tipo escuadra y tras mostralas amenazantes a los sorprendidos usuarios espetaron: "al que haga cualquier movimiento o intente jalar la alarma se lo carga la chin...". Dos de los tres sujetos se distribuyeron estrategicamente en las cuatro puertas, al tiempo que el de baja estatura, tez blanca en aparente estado de drogadiccion exigia a la treintena de pasajeros la entrega de sus pertenencias mientras que se apoderaba de las bolsas de mano de las mujeres, carteras y otros objetos de valor. Cuando llego el individuo al lugar donde estaba Maria de la Luz, quien al darse cuenta de la accion de los desconocidos instintivamente se levanto, se acerco y trato de arrancarle una esclava de la muneca izquierda. Debido a que la prenda estaba soldada, no se la pudo quitar. Entonces la mujer retrocedio tratando de ocultar su bolso, mismo que el sujeto le arrebato de un jalon. Presa del miedo, al igual que el resto de las victimas, vio como el delincuente amagaba a una persona de avanzada edad y obligaba a "voltear" sus bolsillos, apoderandose de los 2 mil nuevos pesos que llevaba; el anciano llorando por la impotencia, quiso resistirse al asalto. ­Viejo imbecil, te voy a ensenar que si puedo disparar! le dijo al tiempo que cortaba cartucho. El grito de otro de sus complices, quien ordeno a otros pasajeros: ­abran sus bolsas!, lo distrajo replegandose hacia donde estaban los otros dos delincuentes. Todo esto sucedio mientras el convoy arribaba a la estacion Candelaria. Los asaltantes advirtieron que nadie podia vajar. Sin despertar sospechas permanecieron apostados en los cuatro accesos. Los desprevenidos usuarios que entraron se acomodaron a lo largo del vagon que reanudo su marcha. Con el mismo metodo los obligaron a entregar sus pertenencias. Nadie osaba oponer resistencia. En la estacion Fray Servando los malhechores bajaron del convoy y amenazaron que nadie intentara seguirlos. Algunos al borde del llanto y la histeria, y otros con el miedo reflejado en el rostro, descendieron en la estacion Jamaica. Maria de la Luz corrio hacia una de las taquillas para dar aviso a la policia. Al percatarse de que el personal no estaba en este lugar, busco hasta encontrar a un uniformado de baja estatura y pelo lacio, a quien le comento lo sucedido. En modorra actitud, el uniformado le dijo: "mire, senorita, yo solo estoy encargado de vigilar los torniquetes. Le tiene que avisar al personal de vigilancia de los andenes, ellos son los que tienen que ver con la seguridad de adentro". Indignada, Maria de la Luz regreso al lado de los pasajeros que aun desconcertados comentaban el incidente. Trato de convencerlos de levantar una denuncia, sintiendose apoyada por una de las victimas, quien refirio que uno de los tres asaltantes habia participado anteriormente en otro atraco donde tambien lo habian asaltado. Sin embargo, al momento de dirigirse a la delegacion ya nadie secundo su propuesta. ­Uy no! Eso es cosa de perder el resto del dia. Ademas no nos van a querer pagar nuestras pertenencias... los pretextos se multiplicaron. s cosa .