PAG. 16 SECCION: CIUDAD CINTILLO: DE BALCON EN BALCON CABEZA: Coches en despoblado CREDITO: Manuel Blanco* No es que antes fuera facil, pero al menos los caballos se defendian. Llegaba el jinete, desmontaba y amarraba al corcel a cualquier palo. Quitado entonces de la pena se iba de compras, se iba a que lo peluquiaran o de plano entraba con paso seguro, y confiado, a la taberna de su corazon. Si alguien tenia la ocurrencia de llevarselo prestado, todavia quedaba la esperanza de que el animalote de gran nobleza extranara la mala vida y regresara no por su pie sino por su propias patas. Los cuatreros no faltaban en aquella epoca, pero sin duda eran mucho mas moderados que los de ahora. Hoy ni esa posibilidad existe. Cuando se ha visto que un vocho regrese por su propias ruedas? Pero aunque llegara a extranar los malos tratos de su dueno, estaria del todo inhabilitado para consumar semejante proeza. Los ladrones hoy no se contentan con llevarse el auto del projimo a pasear, sino que lo desvalijan. Claro esta que hay de ladrones a ladrones. Los ambiciosos pero improvisados, se avalanzan sobre el autoestereo, sobre el tocacintas o la compactera, le vuelan la llanta de repuesto, la herramienta y los tapetes, y por supuesto no dejan valor alguno que el dueno haya dejado candidamente resguardado con la notable idea de que los mecanismos de seguridad de su carro son siempre infalibles. En cambio los atracadores mas avezados, con mayor imaginacion o sencillamente mas experimentados, no pierden tiempo en el saqueo, sino que echan a andar el motor y se lo llevan. El asunto es desvalijar el auto con toda calma y hacer una labor de limpieza de principio a fin. Le quitan las llantas y todas las partes susceptibles de ser comercializadas rapidamente. Hay quienes incluso le bajan el motor y lo dejan, abandonado y a la triste suerte de su dueno, en cualquier calle. Otros, digamos mas profesionales, eligen el modelo que andan buscando, revisan cuidadosamente su estado y su presentacion y no lo desvalijan sino se lo llevan a la perrera para autos, donde usted, estimado lector, puede acudir a mirarlo a sus anchas. Con una buena manita de gato, ya con papeles falsos, usted o cualquiera puede adquirirlo en condiciones de verdadera ganga. Quien va a saber que se trata de un auto robado? No es que el robo de coches se haya convertido en un pasatiempo, aunque no falten los chamacos reventados que se roban uno el fin de semana para pasarla bien, dicen, en compania de sus novias y sus amigotes, y tras la juerga lo dejan por ahi botado. Es que el robo de automoviles se ha convertido, ademas, en uno de los grandes negocios. Se arriesga poco y se puede ganar bastante. Sobre todo si, como sucede, se cuenta con la complicidad policiaca, o cuando menos su buena disposicion para que los guardianes de l orden se hagan los occisos. Que bueno que no tengo auto, dice el candido peaton sin empleo. * Periodista. .