SECCION CULTURA PAGINA 34 CABEZA: Julio Ortega, el critico al que aman las mujeres CREDITO: ELENA PONIATOWSKA* (Cuarta y ultima parte) -Pero la llamada alta cultura, Julio? -En el mundo intelectual vivimos un poco aparte de esa sabiduria de la expropiacion y de sobrevivencia; y claro, pertenecemos a otros espacios de circuito de mercado de consumo, y a veces nos deprimimos por la soledad de nuestro propio espacio. Yo diria que si vieramos mas como funciona el mundo popular quiza nos alimentariamos de nuestra propia fuerza. Es cierto, claro, que la invasion de la informacion a veces deteriora circuitos populares, y los reemplaza simplemente por basura procesada. Los estados nac ionales nuestros al final fueron muy debiles y no lograron felizmente sus ideales de integracion nacional, y permitieron, sin quererlo, que existiera una diversidad de grupos etnicos y una gran riqueza cultural consecuente. Hoy dia, la radio y la television homogenizan con mas fuerza e invaden esos espacios etnicos y los hacen simplemente ciudadanos del mercado. O sea, vivimos ese drama, perdemos mucho, recuperamos mucho, pero yo no siento una depresion en ello. Quiza si un escritor siente que su realizacion es el mercado, va a vivir al borde de la frustracion, pero si sentimos que nuestro territorio es mas grande y que nuestro dialogo es mas intrincado y mas dificil, pues creo que nuestra salud cultural sera mas resistente. -Y la difusion de una obra, las traducciones? -Bueno, hay una cierta frivolidad en eso, hay que decirlo, no? Eso de medir el exito por las traducciones es una cosa reciente, en realidad las traducciones no significan tanto. Ojala significaran mas dialogo, mas posibilidades de compartir con otros publicos, con otras culturas, pero generalmente son aventuras comerciales que terminan en la mesa de los saldos. Cuando ves todas las traducciones latinoamericanas que se rematan a la quinta parte del precio; se da uno cuenta que la vitrina de las novedades es la mas efimera, no? Al final la escritura hace su camino en cualquier idioma, a pesar de las traducciones con o sin ellas, y mas importante me pareceria que ampliaramos los circuitos de lectura nacional, porque como dice Fuentes sobre Mexico "un mendigo en la calle es un lector menos", y hemos perdido tantos lectores. Aunque tambien es cierto lo contrario, todo es cierto en America Latina, no?, hay tantos publicos nuevos que uno cree que la literatura siempre esta recomponiendo su circuito de lectura. Po r otro lado, debo decir que si observo a las organizaciones no gubernamentales, o sea, la sociedad civil organizada, me doy cuenta que en este momento el gran drama de nuestra sociedad civil es como negociar con Estados Unidos, ya ha pasado de la epoca de confrontacion simple entre la sociedad civil y Estados Unidos, una confrontacion a veces retorica y a veces mal planteada y hoy dia, sobre todo los grupos de mujeres, que hacen los grupos de mujeres para sobrevivir en la crisis?, pues tienen talleres de p roduccion, han logrado suministrar los espacios de mercado nacional, o sea, han socializado los mercados nacionales y hoy dia buscan solo los mercados norteamericanos. Creo que en la proxima etapa en nuestras relaciones con Estados Unidos viene un momento de replantear negociaciones no solamente a nivel de Estado, sino a nivel de grupos humanos organizados y ya hay un espacio hispanico en Estados Unidos que es nuestra avanzada de negociacion con Estados Unidos. Si pudieramos pensar de ese modo, seguramente diriamos que las fronteras muchas veces son imposiciones estatales, pero que hay otras fronteras que nosotros hemos convertido en umbrales, o sea, en espacios de comuni cacion y de apertura. Yo creo que por ahi, en reformular; incluso, no solamente como intelectuales sino tambien como artistas sensibles a los cambios en la misma sociedad civil a la cual a veces no acompanamos, pero de la cual podriamos tomar lecciones. Esta claro? (El critico Julio Ortega sonrie de oreja a oreja como gato contento. Han venido mas de cinco muchachas todas con vestidos floreados y tropicales a buscarlo porque quieren invitarlo a comer. Hago un mutis discreto y lo entrego feliz y risueno a la sombra de las muchachas en flor de la literatura venezolana. Oigo que una le pregunta entre risas: "Oiga don Julio y a usted no le gustaria aprender a bailar salsa?") *Periodista y escritora. .