SECCION: CIUDAD PAGINA: 18 BALAZO: DE BALCON EN BALCON CABEZA: Cada quien su cochambre CREDITO: Manuel Blanco * Cada quien va por el mundo cargando su propia cochambre. Pero y la cochambre que no es de uno sino que nos abarca a todos aunque no la hayamos pedido? Hay personas que van por el mundo tan campantes aunque hayan perdido la memoria de cuando fue la ultima vez que tomaron un bano. Pero somos la absoluta mayoria los chilangos que volvemos a nuestras casas con la cara tiznada por tanto smog. Ya se ve ahora que el asunto no es tan sencillo? Hay personas que se manchan por cualquier cosa. Al pedigeno callejero no solo le niegan un modesto obolo, sino que le reclaman que en vez de pedir monedas al aire libre, por que no mejor solicita trabajo. Pero abundan los funcionarios menores que le niegan al publico no solo el derecho a estar informado de los actos del poder publico, sino que hasta el derecho de peticion le niegan y terminan acusandolo de ser factor inequivoco de inestabilidad y subversion. Y el colmo: todavia se consideran aves de esas que cruzan el pantano y no se manchan. Habra que aceptar en consecuencia, que la cochambre anda brincando por todos los rincones. Que la cochambre forma parte de nuestra vida, y que la mayoria de las veces termina impregnandonos. Abundan las cajeras (y cajeros tambien, por supuesto) en los bancos, que son capaces de inventar mil argucias y pretextos para no cambiarle el cheque a cualquiera que se atreva a presentarse sin corbata o nada mas enchamarrado. Hace cosa parecida no solo el mesero de cualquier restoran chafa de medio pelo, cuando se para frente a cualquier cliente de aspecto modesto, sino hasta el mesero de cualquier taberna de mala muerte que ostenta, vayase a saber por que causa, licencia de primera. Claro que tambien existen los que, codiciosos inconscientes, enciman cochambre sobre cochambre. El caso de los automovilistas es tipico. Abundan los que no se contentan con impregnar el ambiente de sucias materias contaminantes, sino que anaden el desalino y la falta de servicio minimo en sus vehiculos. Aparte, claro esta, agregan la maldita costumbre de conducir a base de acelerones y claxonazos, como si anduvieran por el rancho alborotando gallinas. Muy parecida cochambre se les puede adjudicar a los politicos y funcionarios que se muestran estrictos e irrevocables en la noble tarea de reducir presupuestos y recortar personal, pero continuan, sonrientes y bonachones, dilapidando el gasto publico en reuniones, comidas y francachelas. Los cochambrosos andan por la vida mirando a quien impregnan de sus malos olores. Hay cochambrosos del cuerpo y cochambrosos por sus actos. Los peores, parece, son los cochambrosos del alma. * Periodista. .