SECCION CULTURA PAGINA 33 BALAZO: EDICION 1994 CABEZA: Recibio Carlos Lenkerdsdor Premio Lya Kostakowsky CREDITO: Jesus Quintero La casa de Luis Cardoza y Aragon, que es un espacio impensable a pocos metros de la avenida Miguel Angel de Quevedo, no solo es una pedazo de esa Guatemala que el escritor amo en la accion y la palabra; la pasada noche del jueves, el perimetro de ese hogar se amplio y llego hasta Chiapas, a la comunidad tojolabal, para homenajear a su lengua y otorgar al investigador lingistico Carlos Lenkerdsdorf el Premio Lya Kostakowsky 1994, por su trabajo Los hombres verdaderos. Voces testimoniales. Los tojolabale s: lengua y sociedad, naturaleza y cultura, artes y comunidad cosmica. Con lagrimas que se le escapaban en medio de un estoicismo innato, el premiado -vestido y calzado como los habitantes de aquella region- afirmo que su libro no quiere ser mas que un "testimonio de los tojolabales" y que los autenticos merecedores del premio dotado con 25 mil dolares son "aquellos cuyo traje estoy llevando y que me regalaron la oportunidad de convivir, trabajar y aprender de ellos". Al evitar las referencias retoricas, el lingista prefirio evocar su primera experiencia con la asamblea de los tojolabales: Ante una multitud creciente, convocada por la llegada de un documento sobre cuestiones agrarias, y luego de que el comisario ejidal leyo su contenido, se dijo que la comunidad tendria que llegar a un acuerdo. En ese momento, todos los presentes comenzaron a dar su opinion al unisono y el aparente parloteo duro casi una hora. Poco a poco, comenzo a imperar el silencio, y luego de que e ste se acentuo, un anciano se levanto y dijo: "Hemos tomado el acuerdo de que vamos a hacer esto y esto... es decir, el tuvo la experiencia, tuvo el corazon para captar lo que es el acuerdo al que todos han llegado. Y nosotros no lo sentimos, pero el acuerdo quiere decir: el consenso. No es la mayoria la que manda, y que pueda aplastar a la minoria, porque esta puede frenar todo el proceso y no habra acuerdo". Ante Samuel Ruiz, arzobispo de San Cristobal de las Casas, dos de los tres jueces del premio -Pablo Gonzalez Casanova y Sergio Bagu-, un par de espigos amotinados -Oscar Oliva y Juan Banuelos- y el pintor y disenador Vicente Rojo, que junto con otras presencias lleno el jardin de la casa, Lenkersdorf afirmo que para los tojolabales vivir en comunidad es reconocer que todo tiene corazon o alma -"los hombres, los animales, las plantas, las nubes, los cerros y tambien los asientos donde estamos, el relo j que llevamos, la camisa, el pantalon; todo tiene vida. Y por lo tanto nosotros, los humanos, no formamos el ombligo ni la cabeza ni el cerebro del mundo. Somos corazones vivientes entre muchos otros". Al final, y mientras el brindis comenzaba a extenderse, Samuel Ruiz, interrogado sobre el significado de este reconocimiento al trabajo de Lenkersdorf, comento: "Hay aqui una muestra de la gran riqueza que tenemos en nuestro territorio nacional, porque cosas tan hermosas como estas [refiriendose al discurso del premiado] he escuchado en Chihuahua, donde estan los tarahumaras. Alli hay una cultura extraordinaria. Una vez, anos hace, oi una conferencia de un jesuita antropologo que hizo una sintesis extraordi naria de una cultura que yo minimizaba por los aspectos exteriores -indigenas semidesnudos, nomadas-. Las apariencias externas, con otro tipo de valores, nos hacen minimizar e inclusive bloquearnos para descubrir las riquezas enormes que tenemos". .