SECCION CULTURA PAGINA 32 CABEZA: El cerebro, asiento del alma? CREDITO: PATRICIA MORALES* La nueva tecnologia de la computacion -inteligencia artificial- ha sido aplicada a diversos campos, despertando un enorme entusiasmo, y promovido en los Estados Unidos la publicacion de un sinfin de libros. Uno de ellos es The engine of reason, the seat of the soul. Su autor es Paul M. Churchland, profesor de filosofia en la Universidad de San Diego, California; y edito su obra en Cambridge Mass; A Bradford Book/The MIT Press. 329 pp. Paul M. Churchland sostiene que toda la vida mental del ser humano, tan inasible y compleja como parezca, es en ultima instancia fisica. Las manifestaciones de ansiedad o felicidad, depresion o confusion mental, todos los sentimientos y afectos, las emociones en sus mas sutiles matices, no obedecen sino a la actividad del cerebro. El libro, ilustrado, es tan fascinante como provocativo. Aunque deja sin respuesta las cuestiones esenciales. Para empezar, si la informacion que recibimos del exterior, estimulos sensoriales, y su procesamiento en la computadora biologica, que es el cerebro, son suficientes para que un organismo se adapte al medio y sobreviva, que es entonces la subjetividad?, desde donde, o con que, le damos sentido, rumbo y direccion a la existencia?, donde queda lo estrictamente humano: libertad, creatividad, suicidi o, lenguaje, arte, historia?, como explicar lapsus, sorpresa, las zancadillas que cada uno nos metemos?, el boicot a la posible felicidad en cuanto la vislumbramos?, que es y para que sirve la conciencia? En el intento de responder a esta cuestion, o bien escapar de ella, el autor cree en una neurociencia del conocimiento que pronto definira cabalmente a la conciencia. Y mientras llega ese dia, el parece adoptar el punto de vista mas radical del materialismo psicologico, corriente a la que pertenece: la conciencia no solo es producto de la actividad cerebral, resultado de los procesos fisicos; es el conjunto de estos procesos. Es al cerebro, por asi decir, lo que la sombra es a un cuerpo, un mero reflejo suy o y nada mas. Por lo que toca a los desordenes mentales -emocionales, cognoscitivos, sociales- y la ya posible aplicacion de los recientes descubrimientos a su diagnostico y tratamiento, lo que se afirma en este libro es alarmante. El autor advierte que esta nueva tecnologia, aplicada a la prediccion de la conducta y su control -perfil neurofuncional, la llama-, puede cambiar profundamente incluso al sistema penal mismo. Puede alterar con quimica, pienso yo (e inevitablemente tambien pienso en los alcanc es de la ingenieria genetica), lo mas sagrado e intimo que tenemos: emociones, actitudes, sensaciones, creencias, memoria, percepcion de la realidad. La afirmacion: el cebrero es la maquinaria biologica de la razon -y por supuesto tambien, segun eso, de la sinrazon, del odio, amor, miedo, angustia- sugiere un sinfin de interrogantes. No menos, sin embargo, que aquella otra, tambien contenida en el titulo: el cerebro es el asiento del alma. Es cierto que la ciencia mucho puede decirnos sobre el funcionamiento neuronal del cerebro. Tambien es cierto que cada dia un nuevo hallazgo cientifico nos asombra y que no podemos negar que muchos de ellos sirven al mejoramiento de las condiciones de vida. Pero de ahi, a decir que el alma se encuentra en el cerebro, que el alma es el cerebro, o que se puede y debe llegar al alma desde el cerebro, hay un abismo. Lo que quiza ocurre es que Churchland confunde mente con alma, cuando son dos cosas distintas. Sobre el alma, ni siquiera sabemos bien a bien que es; pero seguro es que descifrar sus mensajes no es asunto de la neurologia. Preocupa, no la natural ignorancia de la ciencia en estos terrenos, sino su voluntad de intervenir; el actual predominio de la quimica en el tratamiento de las enfermedades del alma. Asusta saber cuantas personas en todo el mundo quieren aliviar su condicion humana con farmacos. Lo que no significa no aceptar que en algunos casos sean necesarios. Yo me refiero al abuso. *Psicoanalista y escritora. .