PAG. 10 SECCION: INF. GRAL. CINTILLO: JOSE LUIS L. ARANGUREN, FILOSOFO CABEZA: Un etico debe estar abierto a la esperanza, pero soy pesimista, porque no veo salida ENTRETEXTO: Cuando acabe Derecho empece Filosofia y ahi se acabo mi periodo de frivolidad CREDITO: VICENTE MOLINA-FOIX * Era un hombre erguido, enjuto, invernalmente vestido de padre o profesor, que permanecia el solo en pie mientras todos huiamos o rodabamos por el suelo. Era mas que una imagen gallarda de valor en un momento de panico. Aquel 24 de febrero de 1965 yo habia llegado tarde a la multitudinaria asamblea en el hall de Filosofia y por eso tuve que quedarme, con dos amigas, junto a la puerta. Y por ser de los ultimos en llegar fuimos de los primeros en salir, y por esa primacia accidental encabezabamos la manifestac ion hacia el rectorado. Por tal conjunto de casualidades, conservo desde entonces la imagen muy cercana de aquel hombre enfrentado dignamente, enjutamente a la policia que nos corto el paso antes de llegar al Arco de Triunfo de Moncloa. Fue un dia y un acto que paso a la pequena historia de la lucha antifranquista; el profesor Aranguren habia apoyado el movimiento democratico de los estudiantes, y despues de presidir la asamblea salio al frente de la manifestacion junto a los catedraticos Garcia Calvo y Mo ntero Diaz y un cuarto docente que se les unio en ruta: un profesor de formacion del espiritu nacional, lo cual recuerdo que nos hizo reir en medio del miedo. Aquella quiza fue la manifestacion mas numerosa (unos 6 mil) y mas provocativa del periodo de lucha universitaria de los ultimos anos sesenta, pero para un recien iniciado estudiante de provincias la dimension plastica quedo mas nitida que el signo etico: Aranguren, erguido dentro de su abrigo, y un mar de gafas, libros, paraguas y carpetas de apuntes en el oleaje a presion de las mangueras de la policia. Pocos dias despues se conocia la suspension de empleo de los tres catedraticos y de Aguilar Navarro y Tierno Galvan, solidarios con ellos. Aquella jornada tuvo trascendencia para el movimiento estudiantil. Pero tambien para el hombre delgado y con gafas que se mantuvo en pie frente a la policia, pidiendo calma a los protagonistas de la sentada y via libre al capitan de los grises; expulsado definitivamente de su catedra en agosto de ese ano, Aranguren fue invitado a dar conferencias y cursos en Escandinavia, Francia y Mexico, y en 1969 se instalaria como profesor permanente en la Universidad de California, en Santa Barbara. Respuesta. Supe ser echado a tiempo, y llegue a California en un momento muy inquieto; la revuelta parisina de mayo del 68 habia tenido alli mucho eco, mezclada o ampliada por las propias reivindicaciones americanas del feminismo, el movimiento negro y los frentes de liberacion gay. Y, ademas, estaba dando clases en la Universidad Marcuse, que fue un inspirador teorico de tantas de aquellas corrientes. Fui bastante amigo de el en ese tiempo, y hasta me prometio que si yo un dia recuperaba mi catedra, el ven dria a Madrid para inaugurarla con una leccion. Por desgracia no pudo. Cuando yo volvi a la universidad el ya habia enfermado y moriria poco despues. Marcuse resultaba alli, en California, importante por lo que decia, no por como lo decia. El, tan rebelde y original en sus libros, era un profesor aleman tipico, nada seductor en sus clases, a las que asisti alguna vez; tenia todo el convencionalismo y la pesadez germanicos. A mi me gusto mucho ver y vivir toda aquella rebelion, y creo que me rejuvenecio. No tanto mentalmente, pues muchas de las ideas que alli entonces circulaban las teniamos otros en Europa: vitalmente. (Desde el dia del agua barriendonos en la Ciudad Universitaria tuve una idea fija y una fantasia sobre el profesor Aranguren. Yo estudiaba comunes, y habiendo elegido la especialidad de filosofia _pura, como entonces se llamaba, un poco a divino_ compartia con muchos otros alumnos la ilusion de asistir al curso siguiente a sus sonadas clases de Etica. Pero habia algo mas. Desde que le vi una manana por un pasillo de la Facultad, estrecho de hombros, apurado de cuerpo, con la amplia frente desnuda que pareci a hecha para o por las manos de un escultor. Aranguren me habia despertado la reminiscencia del padre simbolico, del verdadero maestro o instructor de verdades que muchos jovenes ansian en la fase mas insatisfactoria de su vida. Pero no hubo curso siguiente para Aranguren, y yo si tuve un padre sentado a su catedra, un padre estolido mas que simbolico, el dominico Todoli, antiguo rival de Aranguren en las oposiciones y ahora vergonzoso usurpador de su puesto. El propio hijo de Aranguren, Eduardo, uno de los siete que tuvo, hizo el retrato de su padre a los 46 anos: "Un hombre ya calvo, muy serio, siempre vestido con chaqueta y corbata, enormemente trabajador, siempre encerrado en su despacho de la calle de Velazquez, leyendo libros filosoficos escritos por lo general en alguna lengua extranjera o escribiendo articulos o libros incomprensibles para nosotros, con muy escaso tiempo libre para dedicar a sus hijos e hijas". Ahora bien, todos los padres, incluso los filosofos, tienen una infancia y un modo de ser j oven contra las apariencias.) R. Estudie con los jesuitas, interno en su colegio de Chamartin, y yo diria que su influjo calo y descalo en mi. Yo era un gran alumno, y me llevaba todas las distinciones: principe, prefecto, emperador, pero me di cuenta, bastante pronto, de que sus ensenanzas eran muy insuficientes; de hecho, no servian ni para los examenes de bachillerato, que entonces se hacian fuera del colegio, en el instituto. Para aprobar esas pruebas teniamos que estudiar aparte, y de otra forma. Los padres me ofrecieron ser jesuit a, pero yo no quise. Pronto, ademas, empezaria mi estilo frivolo de vida. Mi padre, que tenia dinero y era totalmente liberal, quiso recompensarme por mis buenas notas y me compro un automovil, algo que entonces muy pocos tenian. Tambien dispuso que yo estudiase ingeniero de caminos, que era la gran carrera, y yo le dije que si. Unas fiebres tifoideas me lo impidieron oportunamente, ya que no llegue a tiempo a las pruebas de preparacion, y de ese modo entre en Derecho, en el ano en que se estrenaba la nueva facultad de la Ciudad Universitaria. Mientras estudiaba Derecho tuve el apogeo de mis anos frivolos. Yo iba a la facultad en mi coche, lo que casi nadie podia hacer, ni siquiera los catedraticos, y las chicas, en cuanto me veian con coche, se subian conmigo. Cuando acabe Derecho empece Filosofia, que era lo que a mi me gustaba, y ahi se acabo mi periodo de frivolidad. P. Es el momento en que usted conoce a los maestros que lo influyeron de verdad... R. Si. El que mas, Zubiri, aunque no era un hombre cordial ni expresivo. Sus ideas tenian autentico peso, pero su forma de exponerlas era excesivamente escolastica. Aun hoy yo les digo a los discipulos que tiene: "Si quereis que se lea a Zubiri, traducidle". Despues de la guerra conoci y trate a D'Ors, sobre quien yo habia escrito un libro, mi primer libro, que le gusto mucho. El se pretendia clasico, pero su temperamento era barroco, con un conceptismo ironico y a veces dificil. Una vez fui a una velada co n D'Ors y Ortega, los dos pontificando con brillantez ante las damas. El mas ocurrente era D'Ors, y el mas elegante. Yo asistia regularmente a su tertulia, que formaban sobre todo escritores y artistas. Con Zubiri, nada de tertulias: un dialogo a solas. P. Sobre su actuacion en la guerra civil he leido que su mujer Mari, le reprocho "no hacer nada por Espana", y usted, como respuesta, anoto en su diario del 1 de noviembre de 1938: "Algo hice. No escapar a Francia cuando era tan facil, no estar cerca de la frontera y tener recursos economicos". R. El mismo 18 de julio, sin saber nada del alzamiento, nos fuimos la familia a San Sebastian, en dos coches, el de mi padre y el mio. Mi hermano se alisto enseguida voluntario en los Requetes, pero mi padre, que me conocia, me propuso darme dinero para instalarme en Francia. Yo no tenia ganas de luchar en ninguno de los dos bandos, a pesar de estar entonces en San Sebastian y con una familia materna llena de republicanos y nacionalistas vascos. Decidi quedarme, en efecto, pero pase gran parte de la guerra emboscado gracias a unos enchufitos, hasta que movilizaron a mi quinta, ya en la zona nacional. Solo estuve 15 o 20 dias en el frente, por saber que era eso, en un regimiento de artilleria. Recuerdo que muchos anos despues, el instructor del expediente que me expulso de la catedra, un hombre terriblemente franquista, estaba intrigado por saber como alguien con mis magnificas calificaciones no habia sido alferez provisional. "Porque no quise sangre", le dije. "Pero no estuvo usted en artilleria?", me pregun to. "Si, pero de conductor". Despues de la guerra desempene por poco tiempo un trabajo que consistia en informar sobre los colaboradores de la Republica en San Sebastian; de todos decia que habian tenido una conducta irreprochable. Pero lo cierto es que durante toda la guerra y en ese periodo de posguerra lo que hice fue leer y estudiar: un largo retiro espiritual. P. En esos anos cuarenta entablo usted amistad con los poetas falangistas agrupados en las revistas Escorial y Cuadernos Hispanoamericanos. R. Si. Vivanco, Rosales, Leopoldo Panero... Eran los falangistas liberales, alguno de ellos ya en franca discrepancia con el regimen, como Ridruejo. Era un grupo muy bebedor, de whisky, y yo, pues tambien bebia, aunque no tanto como Rosales y Panero. Este, que era un buen poeta, tenia muy mal caracter, y yo rompi con el mas tarde cuando se metio en una campana de defensa del franquismo por America Latina. Las ideas que dominaban en nuestras reuniones no eran esas, asi que le dije un dia: "Por que has teni do que hacer eso?". Nos enfadamos. Yo tuve entonces mi primer tropiezo por un articulo en Cuadernos Hispanoamericanos sobre los escritores espanoles del exilio, muy positivo al juzgar la obra de Guillen, Ayala, Cernuda, Americo Castro y otros. Me llamo el ministro, y tuteandome, porque decia que habiamos ido juntos a los jesuitas, aunque yo no le recordaba, me pidio que lo retirase. Yo le dije que lo prohibiese el si queria, pero que yo no lo retiraba. Y salio. (Empezaba a manifestarse el disconforme politico, el catolico a contracorriente cuyos libros eran puestos, en las casas religiosas, fuera del alcance de los seminaristas, el profesor que, gracias a la iniciativa de Lain Entralgo, entonces rector de la Complutense, habia opositado y ganado en 1955 la catedra de Etica y Sociologia, vacante en Madrid, desde que la dejo uno de sus maestros, Garcia Morente. La evolucion, tal vez lenta pero firme, que haria de el ese padre posible en medio de una orfandad moral y estetica. Quiza el lo explique mejor en uno de los textos de su libro Critica y meditacion: "Lo que generalmente hacen los otros es 'hablar a' los jovenes, servirles de maestros, adoctrinarles o ejemplarizarles. Yo, simplemente les 'dejo hablar'. No tengo la menor vocacion paternalista"). R. Intente recuperar en mis clases el estilo que yo habia aprendido en la Universidad de la Republica: intercambio de profesor y alumno, importancia del seminario y la lectura, desden por las recetas y el rito sagrado del examen. Ensenar filosofia y a filosofar. Y dar una etica con intencion politica, pues la etica comprende la politica. Eso me causo problemas. En la epoca en que era decano Camon Aznar, el bedel me esperaba al final de la clase casi todos los dias con el aviso de que fuera al decanato. "No digas esas cosas, que nos van a cerrar la Facultad", me decia Camon. Y en 1963, a raiz de la carta de los 100 intelectuales protestando por las torturas a los mineros de Asturias, fue Fraga Iribarne el que me convoco al Ministerio de Informacion y Turismo. "Te han sorprendido en tu buena fe. Todo es falso". Pero yo antes de firmar me habia asegurado, y asi se lo dije. Fraga se encolerizo, y casi sali violentamente del ministerio. Esa carta provoco mi ruptura con Bergamin. Teniamos una buena relacion, e incl uso, al volver del exilio, me habia invitado a su casa para decirme: "Tu seras mi sucesor", como principal catolico de izquierdas. Pero Bergamin, que fue el primer firmante de aquella carta, empezo a decir a raiz de mi visita a Fraga que yo habia retirado mi firma, y como no era verdad le pedi que, en su intervencion en un congreso internacional de escritores que tenia lugar esos mismos dias en el Hotel Suecia de Madrid, rectificase su error. Hizo uso de la palabra, pero no dijo nada de mi, y yo rompi con e l para siempre. El entonces se refugio en una embajada antes de irse al exilio de nuevo. De sucesor suyo pase a ser nada. Por que lo hizo? Una malicia bergaminesca, supongo. (En el prologo a un libro de su padre antes citado, Eduardo, hijo de Aranguren, recuerda uno de sus rejuvenecimientos, el californiano: "Se deja crecer el pelo, cambia su forma de vestir, comparte algun que otro porro. Esa tendencia a dejarse rejuvenecer por los otros y por la circunstancia es lo que ha hecho que el profesor Aranguren siga teniendo a sus 86 anos, jubilado pero no retirado, la figura erguida, gallarda, discola, que un antiguo estudiante que no le pudo tener de maestro recuerda de un dia de a guas turbias). R. Sigo considerandome un cristiano _no catolico, que es palabra romana_ heterodoxo, es decir, de opinion distinta, en este caso, a la del Vaticano. La Iglesia catolica ha sido siempre integrista, y ahora lo es marcadamente, aunque se habla mas del integrismo mahometano. No tengo simpatia por el aborto, por ejemplo, que a mi, en mi conciencia, me provoca una condena moral, pero soy partidario de que no se penalice a la gente que lo hace. Respecto a la situacion politica, aunque un etico ha de estar abierto a la esperanza, soy pesimista, porque no veo salida. El triunfo, tan improbable, de Felipe Gonzalez no me gustaria, pero su derrota, tampoco. En 1982, como tanta gente, vote ilusionado al PSOE, pero mi decepcion llego pronto: el dia en que estuve en la bodeguiya, hacia 1985. Fue casi una encerrona; me invitaron a una cena informal, con Ana Belen, Peridis y algun que otro humorista, pero Felipe nos tenia preparada una teorica sobre la reconversion industrial. Una falsedad, claro, pues aquello fue en realidad un desmantelamiento de la industria. Ese dia vi en el retorica y no politica . .