PAG. 24 SECCION: INTERNACIONAL CINTILLO: COORDENADAS CABEZA: Bosnia: los malos usos del pacifismo CREDITO: IKRAM ANTAKI Munich... Lord Chamberlain...Daladier... Desde hace cinco anos ya estos recuerdos estan en la cabeza de todos los que algo saben de historia, o que tienen la suficiente edad por haberla vivido. Lo que recuerdan es aquel dia en que los cancilleres occidentales volvieron a sus paises, despues de una ultima entrevista con Hitler, en Alemania. El Fhrer les habia asegurado de la voluntad pacifista del Reich. Las muchedumbres britanica y francesa aplaudian a mas no poder: Vivan los salvadores de la paz"... Miran dolos, el canciller frances dijo: Les cons _"los imbeciles" (en mas grosero)_. El resto ya lo sabemos. Hitler arraso con Europa, y los occidentales tuvieron que llegar, al fin, a esta guerra de 39-45 que no habian querido parar a tiempo. Hoy, parece que estamos viviendo un episodio similar a aquel que pario lo que se llama historicamente el "espiritu de Munich" y que, mas que paz salvada, significa rendicion, cobardia, indiferencia frente a los crimenes cometidos bajo nuestros propios ojos. Cinco anos ya que los serbios llevan sus exacciones en la mas absoluta impunidad. La impotencia occidental se ha vuelto legendaria. Este es el mayor fracaso vivido por las democracias desde los anos 30. Se han cubierto con todos l os ropajes: desde la pretendida ecuanimidad frente a la locura de todos los pueblos de la ex Yugoslavia, igualando asi el agresor con el agredido, hasta los pretendidos estudios sesudos sobre el terreno y la geografia que no permitirian, se dice, una intervencion exitosa de los ejercitos occidentales contra los serbios. Alla y aca, se agregan cucharones de pacifismo beato a este espeso menjunje de ceguera y de cobardia: "si levantamos el embargo sobre las armas, las cosas seran peores, si intervenimos, sera la generalizacion de la guerra", "las unicas soluciones posibles son las negociadas", "los pueblos de la region deben resolver sus problemas solos sin injerencia ajena"..., a sabiendas que el embargo sobre las armas solo se aplica a los bosnio-musulmanes masacrados por los serbios, herederos del armamento pesado del ex ejercito federal yugoslavo; que la generalizacion de la guerra ya se esta dando con la tentativa serbia de involucrar todos los demas ortodoxos _griegos, rusos..._ a su lado, en el nombre de l inmemorial conflicto entre la iglesia de oriente y la de occidente; que todo los acuerdos pacientemente negociados (varias docenas hasta hoy) han sido inmediatamente violados por los serbios; y que los pueblos de la region no pueden resolver sus problemas solos, como no los pueden hacer, en su casa, el nino y la mujer agredidos por la brutalidad de un ebrio armado que los esta despedazando. Existe un momento en el cual la diplomacia debe ceder el paso a las armas. Frente a esta terrible constatacion, el grito aterrado de los pacifistas profesionales se transforma en complicidad con el crimen cometido. Las atrocidades que estan ocurriendo en Bosnia presagian de otras peores: asi es como se forman las potencias del fascismo. Existe hoy una urgencia, una obligacion moral absoluta de hacer algo, y este algo no debe limitarse a las declaraciones ultrajadas, los mitines, las papeletas pegad as en los muros, o articulos como este. La marea de emocion y de firmeza verbal avergenzan, porque la unica cosa que queda por hacer es el uso de la fuerza. Eso significa que hay que bombardear a los serbios. La cobardia de Munich, en 1938, fue la de no querer aceptar el riesgo de la guerra, para tratar de parar al agresor. Hoy, parar al agresor significa destruir las vias de comunicacion, las industrias, las centrales electricas que se encuentran en los territorios controlados por el gobierno de Pale. La comparacion entre el nazismo y la ideologia y actitudes de los serbios Karadzic-Milosevic no es un recurso retorico: es la unica que conviene. Y es la unica que permite comprender que ha llegado, por fin, el momento decisivo, en que el uso de los ejercitos debe hacerse para parar la violencia. Cincuenta anos despues de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos y las opiniones publicas han dejado de pensar el mundo de las relaciones entre estados en terminos realistas, dando al uso de la fuerza el lugar que le incumbe inevitablemente. Esta dimension realista, propia de una verdadera politica internacional, debe ser llevada en el riesgo de ganarlo todo o perderlo todo. Hemos llegado a pensar que todos los conflictos podian ser resueltos gracias a una buena dosis de progreso economico y de la normal aspiracion de los pueblos a la paz. Esta ilusion se esta desmoronando en las carnicerias de Bosnia-Herzegovina: en Srebrenica, en Zepa y en Sarajevo. Ya no es posible creer hipocritamente que la politica internacional se hace con manifestaciones, declaraciones y declamaciones. Estamos llegando a la aceptacion de cualquier cosa en las relaciones internacionales. Esto es la derrota de la memoria y de las leyes, a provecho de la barbarie. Hace tiempo, hablando en Paris con un filosofo frances que insistia sobr e la urgencia de la definicion a proposito de la ex Yugoslavia, le dije: "Pero, hay otros asuntos que este". "No, dijo. Hoy, no hay mas que este asunto. "Tenia razon, y yo me equivocaba. Hoy, el honor y la civilizacion pasan por ahi. No hay mas que este asunto. .