SECCION CULTURA PAG. 37 BALAZO: EL SILENCIO DE LA LUNA CABEZA: Jose Emilio Pacheco, 55 anos sin dormir CREDITO: En 1968 refiere Elena Poniatowska Jose Emilio Pacheco (1939) emitio la sentencia que quiza lo define mejor que ninguna otra: in necesidad de anunciarlo y hacer de ello un acontecimiento. Acaso tras la publicacion de su mas reciente libro de poemas, El silencio de la luna (ERA), Jose Emilio ratifique como nunca su doble vocacion de creador y receptor de amplias dimensiones, en cuyo pozo de letras lo mismo se fermentan poemas, novelas, cuentos, cronicas y articulos periodisticos, que prologos al por mayor, como el ilustrativo y extenso sobrevuelo alrededor de la Antologia del modernismo (cuyos dos volumenes se encuentran hoy agotados, pese a que en dos librerias de Donceles un ejemplar del se gundo subsiste a precio de risa) y un trabajo de investigacion literaria que pocos, casi nadie a su nivel, han logrado ejecutar con tanta fidelidad. Y esa seria otra de sus caracteristicas si de perfiles hablamos, fidelidad a los libros, a los hombres y las mujeres, a las palabras mismas y sus significados, a las calles de esta ciudad capital para su obra. No en vano se le identifica como el sucesor de Alfonso Reyes, en buena medida por su alejamiento de las candilejas, pero sobre todo por su profundizacion en las aguas siempre turbulentas del conocimiento: * * * Con El silencio de la luna, Jose Emilio Pacheco parece simplificar aun mas su condicion de navegante por el mar del silencio. No hay, sin embargo, ese elemento del desastre que anuncia desde sus primeros vuelos, cuando tenia menos de veinte anos, esa inclinacion al abismo vertical de la desesperanza ante las atrocidades del mundo y que, como autor impotente, quisiera modificar con palabras. En la misma linea que su poesia anterior, escribe desde el fondo de las palabras mas usadas, desde el lenguaje de siempre, y apuesta por una declaracion de principios que nada tenga que ver con el cuidado del ejercicio literario, si no es en un afan de clarificar sus objetivos, escribir borrando su nombre de las letras que van cayendo una a una hasta formar pequenos rios, profundos y meditativos: La urna de las cenizas da la medida de que vinimos a llenar un parentesis (1927-90). No hay antes ni despues: solo estas asas de hierro, fauces abiertas ( - ). Parecen los contornos de nuestra cuna, su balanceo, el vaiven de la incesante humanidad que va y viene y nunca deja de nacer y morir. No hay constantes en este diluvio de fogatas, no hay un hilo central y perdurable que nos haga mas facil el camino, cada poema es un mundo parece decirnos alguien cerca, quiza a un costado, y como tal, habremos de enfrentar su decadencia y surgimiento con dispar esmero. Y sin embargo, un cierto orden armonico nos guia entre bocetos y parentesis, acotacion y registro de lo vivo, lo nuevo, lo que aparece a cada instante, impugnacion de la muerte. El silencio de la luna (recopilacion de poemas escritos entre 1985 y 1993), se levanta como otro grito anunciador de batallas innumerables: encuentros con la luz, con el charco o las cigarras, la prehistoria mineral de un Dios todo potencia y vertigo, el ejercicio del placer visual en su tratado sobre el circo, o el alba: glificos de aire, enigma del que jamas encontraremos clave No bien hemos leido unas paginas de este Silencio de la luna, cuando la catarata de preguntas se avecinan como se anuncia un rayo, fragmentado pero contundente. No bien ha pasado la tormenta, el canto de esos pajaros, de voces anonimas presentes en Pacheco, ha comenzado, y no podemos negar que es evidente el intercambio. .