SEC. INF. GRAL. PAG. 2 CABEZA: Lecturas del triunfo y las derrotas CREDITO: Jacqueline Peschard Mucho se ha insistido en que el triunfo electoral del PRI por una ventaja holgada no puede entenderse como una vuelta al pasado hegemonico, sino que debe evaluarse dentro de las novedades que presenta hoy el universo politico-electoral mexicano. El triunfo de Ernesto Zedillo estuvo avalado por una franja amplia del electorado mexicano, en el contexto de una contienda calificada como razonablemente limpia y confiable. En una coyuntura marcada por focos de violencia amenazantes, el voto por el partido oficial significo una apuesta por la estabilidad y un mensaje de confianza en el regimen priista, pero ya no como expresion de un sistema de partido practicamente unico, sino de uno competitivo y tripartito cuya construccion cuenta ya con una firme prim era piedra. Dicho de otra manera, la alta proporcion de votos que obtuvo el PRI en este nuevo contexto obliga a sus dirigentes a asumir cabalmente su compromiso con ese respaldo que les fue otorgado y que fue acompanado de una critica igualmente fuerte, aunque diferenciada, del voto opositor. Pero, asi como es importante que la elite priista comprenda cabalmente el mando que los ciudadanos ratificaron, tambien lo es en el caso de los dos contrincantes perdedores. Y es que aunque la oposicion perdio la eleccion presidencial, recibio un significativo caudal de votos que puede y debe ser aprovechado como capital politico. En primer lugar y como ya han senalado algunos analistas politicos, no hay tal derrota del PAN, si consideramos que duplico la cantidad de votos que obtuvo en 1988 y supero con creces su tradicional techo del 20 por ciento. Esta ganancia del PAN obedece a dos palancas: 1) la vehemente personalidad del candidato presidencial que resulto una inyeccion de vitalidad a la campana panista, y 2) la consistencia e inteligencia de la direccion de la campana y de la organizacion del partido. El PAN no solamente se dedico a estructurar discursos y lemas eficientes desde el punto de vista de la competencia entre consignas, sino que invirtio recursos en estudios electorales que ratificaron su compromiso con la via institucional para hacer transparentes los procesos comiciales. Las declaraciones y posiciones de los dirigentes del PAN despues de la jornada electoral ratifican su estrategia general: reconocer resultados oficiales, conservando su postura critica frente a las desiguales condiciones de competencia, no avalar un proceso sin antes echar mano de todos los recursos legales e institucionales para resolver los reclamos e impugnaciones, y recurrir a la movilizacion de sus bases partidarias solo a partir de sus recursos concretos de protesta. En este sentido, la actitud de Accion Nacional parece clara: seguir engrosando el triunfo cultural del que hablara Castillo Peraza como una formula para asegurarse un lugar central en la definicion de la futura reforma del poder con la que se ha comprometido el propio partido del gobierno. Paralelamente, el PAN tendra que hacer una revision minuciosa de la eleccion para explicarse por que perdio en los estados de gobernadores blanquiazules. Por el contrario, la estrategia del PRD no estuvo centrada en la lucha por los votos, sino en el debate por la credibilidad. De ahi que buena parte de sus energias se invirtieran en una especie de guerra de informacion, aprovechando la efectiva desigualdad de los medios en favor del PRI para darle contundencia a sus denuncias. Lo importante para ello no era documentar las irregularidades y anomalias del proceso, sino dar golpes publicitarios a traves de denuncias muy pocas veces fundadas, pero que encontrab an eco en una amplia zona de desconfianza. Aun cuando el PRD fue el interlocutor privilegiado del poder para la realizacion de las reformas que hicieron posible que los comicios fueran en general transparentes, su apuesta primera fue al descredito del proceso, echando mano de cualquier tipo de recurso, incluso aunque este contrariara sus postulados principales de lucha politica como fue su coqueteo con el Ejercito Zapatista y con su contradictorio discurso para la paz, respaldado por la comunidad en armas. El 17 por ciento de los votos que la poblacion confirio a Cardenas no es una cifra para nada despreciable, ademas de que significo el doble de lo que el PRD obtuvo hace tres anos. Es un respaldo significativo de alrededor de 5 millones de votos frente a los cuales el PRD esta obligado a asumir una responsabilidad politica; es decir, no deberia despilfarrarlo en posiciones maximalistas y calculos inmediatos como lo hizo despues de 1988. El primer cometido del PRD deberia ser comprender por que no gano la eleccion, pero tambien por que paso de la segunda a la tercera posicion a partir del debate en television, y sobre todo por que no pudo recuperar el puesto que tenia al inicio de las campanas. El segundo es entender que los cinco millones de votos que recibio no son indiferenciados, es decir, no son sumables a un contingente general de oposicion, como quieren algunos dirigentes. Son votos que optaron por una corriente politica especifica y por un candidato que representa a la figura capaz de articularla, al menos por el momento. Para decirlo de otra manera, asi como el PRI debe entender que su triunfo no es una carta en blanco porque esta acompanado de una franja critica igualmente importante, y que por ello tiene que responder a las expectativas de cambio que existen y que el mismo proceso electoral ayudo a perfilar en una direccion democratica y pluralista, el PRD tiene que reexaminar sus estrategias de lucha para ratificar su posicion a favor de la via pacifica e institucional, pero tambien para impulsar la construccion de una o pcion de izquierda cuya definicion no se reduzca al antipriismo, sino que constituya un verdadero referente articulador. Esta eleccion fue una nueva oportunidad para el PRI, pero tambien puede ser la ultima si no se aboca a empujar el proceso democratizador que ha venido siendo un reclamo generalizado de la sociedad mexicana en los ultimos diez anos. Esta eleccion fue tambien una oportunidad mas para el PRD, pero esta puede disolverse si no se traduce en una oferta no solamente critica e independiente, sino propositiva y comprometida con el momento de construccion institucional en el que nos encontramos. .