SECCION ESPECTACULOS PAG. 40 BALAZO: LUIS DE TAVIRA CABEZA: Hector Mendoza: La invencion del teatro Hace 40 anos, solo con la entrada a escena de Hector Mendoza, el teatro mexicano alcanzo la modernidad. La afirmacion es exacta y por ello es justa. No es hiperbole, figura desbocada del elogio. Resume la vasta significacion de la presencia mas fecunda y revolucionaria del arte teatral mexicano de este siglo que culmina pasmado e indeciso ante las fronteras de la modernidad. Tampoco es un juicio excluyente. Nada surge de la nada, ni desemboca en nada. Esta es su atribucion fundamental: ser el heredero y el iniciador. El transgresor y el paradigma. El hijo prodigo y el patriarca. El hereje y el guru: el misantropo filantropico. Hector Mendoza es el vertice en que convergen los torrentes que inventaron la refundacion del teatro mexicano postrevolucionario, despues de rota la tradicion. Vertiente en que confluyen la utopia nacionalista y el realismo artistotelico de Usigli, las vanguardias fundadoras de los Contemporaneos (Novo, Villaurrutia, Celestino Gorostiza); las intuiciones experimentadoras de los universitarios (Bracho, Wagner, Seki Sano). Estos y otros admirables impulsos de fundacion y sobrevivencia se recuperan al tiempo que cambian de curso, al entrar en escena la decisiva presencia de Hector Mendoza. Con el, se instaura, verifica y triunfa el concepto de puesta en escena; es el primer director moderno de Mexico. Con el, se inicia el transito del dramaturgo literario decimononico al dramaturgo del espectaculo de las nuevas fronteras de la teatralidad. Con el, se realiza la recuperacion de la tradicion que impulsa la vanguardia, la lectura moderna de los clasicos. En el, se imprime en Mexico, el hombre de teatro contemporaneo, el artista total del teatro; nada del teatro le es ajeno: dramaturgia, puesta e n escena, Mester de la actuacion, espacio, musica, luz, voz, coreografia, musica, tramoya, produccion, pedagogia, publico, critica... Con el, se abren los senderos de una escuela mexicana de actuacion; de sus manos, cantera inagotable, surgen los actores mas consistentes del teatro, el cine y la television. Con el, nuestro teatro ha ganado una instancia respetada por todos; un continuum de pasion y rigor. {...} Mendoza ha acunado para el y para los que se atrevan, una nueva condicion teatral: la de una forma superior de vida. Todo esto se ve con mas claridad ahora que hace cuarenta anos, en la epoca de los grandes experimentos y transgresiones, por la sencilla razon de que nosotros somos resultado de la era prodigiosa en que lo revolucionario, lo progresista y lo novedoso todavia eran sanos y unitarios; el tiempo en que una conciencia general acababa de nacer, producida e inspirada por la conciencia de una minoria alucinada capaz de una vanguardia poderosa. Los jovenes de hoy, vienen del desencanto. Lo que hoy se vuelve paradigma y agota en el pedestal canonizado o se repite como rictus etiquetado que en vano pretende conmover, alguna vez fue autentico; proviene de un movimiento vigoroso que surgio en un tiempo memorable del teatro actual. Surgio del triunfo de Poesia en Voz Alta, confabulacion ejemplar que mas alla de sus manifiestos, renovo la escena al recuperar los textos clasicos a traves de una audacia irrepetuosa que los resucitaba a la vida del presente y los libraba del sarcofago museal en el que eran expuestos como mercancia del pasado. Tiempo en el que, reducida al absurdo, languidecia en agonia perpetua la dramaturgia decimononica que habia sometido al teatro a la tirania literaria. La asimilacion de Stanislavki volvia a centrar el teatro en el actor. Como el inicial Grotowski, como Peter Brook y muchos otros, Mendoza en Mexico, intento reconstruir la teatralidad a partir de la formacion de un nuevo actor, el actor del teatro de hoy. {...} El teatro, arte de la vida, es el arte del hoy. Presente vivo del actor y del espectador, indispensable comparecencia fisica. Teatro es lo que sucede hoy, en vivo, entre el actor y el espectador. Modernidad implacable de un arte antidiluviano. Mendoza lo formulo asi: hay que inventar el teatro de hoy, necesariamente distinto al del pasado que lo hace posible. Hay que inventar el teatro de hoy, el nuestro, necesariamene distinto al del futuro, al que debemos posibilitar. Y esto se formulaba en un tiempo en el que los criticos y los teoricos anunciaban la muerte del teatro. Visto desde esta perspectiva, anunciaban su muerte antes de que comenzara a existir. Como la muerte de Dios, la muerte del teatro sigue profetizandose de vez en vez, mientras que lo que verdaderamente peligra es el mundo y la esperanza de las sociedades. El impulso creador de Hector Mendoza ha consistido en un interrogar continuo, insaciable, metodico, categorico; un trascendente juego de preguntas sobre la naturaleza del teatro, un despiadado cuestionar el hallazgo para traspasarlo, un contante ir y venir contradictorio que tantas veces ha dejado perplejos a complices y criticos. Nunca quedarse en un mismo sitio, nunca echar raices, o desgarrandolas, para ir mas alla como anacronico caballero andante de los escenarios, cada vez mas ligero de reparto y de e quipaje. Y una vez mas solo y otra vez mas, recien acompanado por un nuevo elenco que luego dejara, cuando puedan andar solos. Perpetuo ir y volver de si mismo a los otros, a mitad de camino de la belleza, de la que no puede prescindir, y de la comunidad, de la que no puede apartarse. Camino personal que ha sabido volverse el de muchos otros. Linea espiral donde todo lo que asciende, converge. El poder inspirador de su teatralidad radica en el enfrentamiento. El teatro como el amor, suele decir, es antagonismo, relacion frontal y consecuente. De ahi brota la chispa que enciende el fuego de sus actores. De ahi tambien, su audacia. De ahi su confrontacion permanente con todo intento de canonizacion. De ahi que lo mas alla sea su objetivo. De ahi su reclamo ante la ausencia critica, el vacio de interlocucion. Su discurso teatral exige referencia. En la nota para el programa de mano de un espectaculo suyo y que los productores anunciaban en tonos consagratorios, advertia del peligro del sin sentido con que se condena una experimentacion que irrumpe sin referencia opositora. Se sacudia de la escayola fresca del monumetno de una canonizacion momificante. Y se mostraba en el escenario, en aquella ocasion, como el mas desafiante creador, como el menos asimilado y predictible. Solo la oposicion infatigable podra ser el pedestal en que se celebren el arte magnifico y la fantasia inagotable de Hector mendoza. Pero lo que finalmente importa no es el pedestal, sino lo que crece y sobresale mas alla de el. Mendoza ha sabido ser el convocador de una corriente, el propositor de una estetica teatral mexicana, moderna y critica, el creador de una obra dramaturgica y escenica que ya es un vasto horizonte, inmensamente bello y libre. Ha formulado preguntas y ha aproximado respuestas que son escuela de maestros y directores de escena. Tambien es posible que la personalidad escenica que Mendoza encarna hoy en dia, sea menos anacronica de lo que parece. Por el contrario, probablemente senala el futuro. El misantropo filantropico es hoy, todavia un hereje. Un opositor verdadero de las modas y del amaneramiento de las vanguardias que el mismo contribuyo a instaurar. Siempre a contracorriente, Mendoza se ha convertido en el creador de un arte que se afila cada vez mas, para traspasar el cerco del teatro de lo mismo... .