SECCION ESPECTACULOS PAGINA 40 BALAZO: ES SOLO ROCK, PERO ME ENFERMA CABEZA: Los hombre de traje, la fiesta del consumo CREDITO: XAVIER VELASCO "Mas vale ser el primero que ser el mejor", reza una de las reglas trascendentales del marketing. Cuando esta maxima es aplicada a los deportes, su funcionamiento resulta impecable, pues produce campeones y, sobre todo, le niega consolaciones a la derrota. Pero cuando a las leyes de la competitividad las sacamos de su habitat natural para transferirlas al campo florido de la musica, es cosa frecuente que produzcan monstruos: el espectaculo de Michael Jackson, por ejemplo, pertenece a esta categoria de me gaengendros, cuyos promotores no se han preocupado por conseguir el exito con el mejor producto, sino con el que pensaron que podia ocupar un primer lugar. ¨Ante quien? Empezando por los patrocinadores y siguiendo por la masa, cuyo gusto puede ser facilmente medido a traves de ratings y estadisticas diversas. El escucha solitario, desesperado porque alguien venga y conecte cables de hipersensibilidad a sus circuitos intimos, no tiene la minima importancia para los patrocinadores, interesados mas en el reflector hiperpoderoso que en la luz al final del tunel. Repetir Woodstock es cosa que solo pudo caber en la cabeza de un nostalgico o en la de un ambicioso. En cualquier caso, se trata de una idea poco afortunada: Woodstock II no puede ser ya el primer en su clase, ni tampoco el mejor. Mike Lang, el locochon de la moto que hace 25 anos llego en el plan mas hip del mundo a remover la tierra con los tres dias de paz y musica, esta vendiendo un producto caro y malo. Para tener exito rotundo, tendria que venir a venderlo a Mexico. No obstante, y como los maquilladores orientales bien lo saben, uno puede ser segundon y malo, y aun asi realizar un buen negocio. (Muchas de las estrellas que nos visitan han visto, encantadas, como sus boletos se venden a precios que pensaron impensables, y como la gente llena el Palacio de los Deportes para ver culquier cosa). Sin la cultura del flower power, sin Vietnam, sin leyendas como Janis y Jimi, Woodstock II amenaza con ser un simple programa de variedades rockeras pra el consumo de la masas poco alertas. Eso si; con sus tres dias de convivencia a la intemperie para que todos puedan echar porras contra la lluvia. No he olvidado la ilusion con la que alguna vez aguarde los fines de semana de campamento. Mas tarde, sin embargo, cuando ya no hubo instructores que preparasen la cena y me contasen historias de terror a la luz de la media luna, como que los campamentos perdieron su encanto y el campo volvio a ser lo que decia Cortazar: ese horrible lugar donde los pollos caminan crudos. Cuando a la mitad del Valle del Mezquital, rodeado de tristisimos huizaches, bajo un sol abominable y listo para cargar de regreso la maldecida tienda de campana, me pregunte que me faltaba para devolverle la magia al campamento, un demonio vino y respondio: infancia. ¨De donde van a sacar los asistentes a Woodstock II la infancia suficiente para darle a este festival el diez por ciento de la mistica que tuvo el primero? ¨A que santo van a encomendarse los organizadores para que suceda uno solo de los milagros que por entonces sucedieron? ¨Tendran los patrocinadores la formula para por lo menos hacer que llueva? Y, si es asi, ¨cuantos llevaran paraguas? ¨No se les pudo ocurrir nada mejor en todo un cuarto de siglo? Mike Lang olvida o soslaya un problema basico, que por si mismo hace improbable la comparacion entre uno y otro festival; esta secuela ha sido organizada desde arriba, los hombres de traje se hallan metidos hasta el cuello en ella, y nada de eso paso en el 69 -ano que desde su mismo numero traia la magia-. Es probable, pues, que los ingenuos se topen con chascos como el del Live Aid, cuyos ingresos no fueron a parar a las panzas de los hambrientos etiopes, sino a las cuentas bancarias de sus verdugos: los militares en el poder. Si el festival resulta, efectivamente, primero en ingresos, el nombre de Mike Lang saldra de la mitologia rockera para engrosar las listas de la revista Forbes y llenar de jubilo a todos los que miden el exito de un concierto por sus ingresos brutos. Y si es el fracaso quien corona los esfuerzos financieros de sus socios, Mike Lang obtendra llanamente su merecido, mientras los asistentes se maldeciran una y otra vez por haberse ido con una finta mas marketing, pagando por un vil campamento la billeti za necesaria para asistir a, digamos, un magno concierto en el autodromo Hermanos Rodriguez. .