SECCION ESPECTACULOS PAGINA 41 CABEZA: Curandome en salud CREDITO: JOAQUIN SABINA A los catorce (parece que fue ayer) el rey Melchor se lo hizo bien conmigo y me trajo, por fin, una guitarra. Aquel adolescente ensimismado que era yo, con granos y complejos, en lugar de empollar fisica y quimica, mataba las horas rimando, en un cuaderno a rayas, versos llenos de odio contra el mundo y los espejos. El mundo, lejos de sentirse aludido, seguia girando (que es lo suyo) desdenoso, sin importarle un carajo mi existencia. Y los espejos, cabrones, en vez de consolarme con mentiras, mas o menos pi adosas, me sostenian cruelmente la mirada. Vivia en un sitio que se llamaba Ubeda. Alguas noches mientras mis padres dormian, me daban las diez y las once y las doce y la una practicando con sordina, en mi flamante guitarra, los acordes de "blanca y radiante va la novia", o iniciandome en el furtivo y noble arte de la masturbacion, o suspirando por mi vecina, una rubia de bote que suspiraba por un idiota moreno que tenia una bici de carreras y jugaba al baloncesto. Solo se me ocurria tres maneras de atraer su atencion: triunfar en el toreo, atracar un banco o suicidarme. Lo malo es que las tres exigian una sobredosis de valor que yo (ay de mi!) no poseia. Yo poseia mi cuaderno a rayas cada vez mas lleno de ripios contra el mundo, mi guitarra, cada dia mas desafinada... y un plano del paraiso, que resulto ser falso. Y la vida, previsible y anodina, como una tarde de lluvia en blanco y negro. Pero en la pantalla del Ideal Cinema, cuando no daban una de romanos, el viento golfo de Manhattan le subia la falda a Marylin y era domingo, y no habia clase, y los ninos de provincias sonabamos despiertos y en technicolor con los pajaros que volaban y se comian el mundo. Y el mundo que queria comerse los pajaros que se anidaban en mi cabeza... pongamos que se llamaba Madrid. Asi que un dia me subi, sin billete de vuelta, al vagon de tercera de uno de aquellos sucios trenes que iban hacia el Norte, me apee en la estacion de Atocha y aprendi que las malas companias no son tan malas y que se puede crecer al reves de los adultos; y supe al fin a que saben los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza, y lo que queda despues de los aplausos y los besos y el alcohol y la resaca y el humo y la ceniza. Tal vez por eso mis canciones quieren ser un mapamundi de l deseo, un inventario de la duda, siete crisantemos con espinas. Y, cuando las cartas vienen malas y amenaza tormenta y los dioses se ponen intratables y los hoteles no son dulces y todas las calles se llaman Melancolia, todavia fantaseo con debutar sin picadores o con desvalijar sucursales de Banesto o con probar mi suerte a la ruleta rusa, pero ahora, en lugar de tirarme en las Ventas de espontaneo, o de escribirle una carta postuma a Garzon, o de ahorrar para un Smith & Wesson del especial, escribo en technicolor la cancion de las noches perdidas, para vengarme de tan tas tardes de lluvia en blanco y negro, de tantos hombres de traje gris, de tantas rubias de bote que se van con idiotas morenos que juegan al baloncesto, de tantas bocas adorables que nunca fueron mias, que nunca seran mias. Aquellos granos trajeron estas cicatrices y aquellos Mihuras que nunca toree me cosieron a cornadas el alma. Pero no me quejo; tengo amigos y memoria y risas y trenes y bares y una mala salud de hierro y un punado de canciones recien salidas del horno que me tienen (dejadme que os lo cuente) orgulloso como un padre primerizo que babea. Y, de cuando en cuando, una rubia de bote me tira un beso, desde el publico, aprovechando un despiste de su novio; ese idiota moreno que juega al baloncesto. ¨Que a que viene todo esto? Pues a que anochece y esta lloviendo y los periodicos hablan de elecciones y yo no sabia como hablaros de esta boca que es desde ahora y para siempre, mas vuestra que mia. .