SECCION ESPECTACULOS PAG. 46 BALAZO: POLVOS DE AQUELLOS LODOS CABEZA: Los olvidados del gran reventon CREDITO: OSCAR SARQUIZ F. Tiene tantas facetas la reliquia poliedrica de la historia rockera llamada Woodstock no por ubicacion, sino por publicitaria asociacion con la cercana meca bohemia cuyos habitantes fueron los primeros en impedir su realizacion, que solo el tiempo (el transcurrido y el por invertir, si la curiosidad vence al hedor a formol y composta) puede ayudar a superar por fin al mito del Gran Momento Contracultural cuyo analisis tres decadas despues lo revela mucho mas parecido al similar macrodesmadre/milagro de Avand aro de lo que los propios contemporaneos sospechabamos. Parte medular de dicho descuaje (y solo parte) fue el programa musical que fungio de potente pollo magnetico para atraer tal cantidad de gente a la granja de 600 hectareas de Max Yasgur, junto al Lago Blanco de Bethel, a 100 millas de N.Y., que nunca se delimitaron los limites del Festival que genero el congestionamiento automotriz mas grande de la historia. En todo caso, la cercana y olvidada poblacion de Monticello cuyos habitantes se fletaron para a yudar cuando se acabaron las provisiones merecia mas el credito del publicitadisimo nombre. La historia es no solo injusta sino desmemoriada: retrospectivamente, la legendaria "Feria de las Artes" devino extracto combinado solo de lo que los medios plasmaron, difundieron y conservan amorosamente embalsamado cual momia taquillera. Pregunta invencible para quien presuma vanamente de rockonocedor: ¨quien actuo en Woodstock que no este presente en la famosa pelicula, los disparejos albumes dobles ni la edicion especial conque Life bendijo el evento mientras su futura socia Time lo condenaba con rigor moralista? Respuesta a brincos -y en negritas-: Sweetwater, primer grupo programado para tocar el viernes en la velada inicial de grupos y artistas folk/loricos/loroides, se quedo atorado en el trafico, asi que quien salio al quite a las 5:07 de la tarde con su solitaria guitarra acustica, anejas tablas y gonadas de ebano macizo fue Richie Havens, cuyo energico y ritmico estilo logro mantener el entusiasmo de los primeros cientos de miles en tanto llegaba el olvidado grupo folkrockero antes mencionado e indocumentado. Les siguio Bert Sommer, otro olvidado resabio de la era de los cafes bohemios; y a este Tim Hardin, malogrado y mucho mas relevante compositor de "If I Were a Carpenter" (entre otras) cuyo hijo esta hoy activo continuando su tradicion de talentoso rebelde. Rayando la medianoche el talentoso virtuoso indio del sitar Ravi Shankar toco sus espirituales ragas ante un publico mas distraido que respetuoso, precediendo a los fonograficamente sobrerrepresentados Arlo Guthrie (hijo del legendario Woody que inspiro la carrera de Dylan, el gran ausente) y la dulzona seudofolkie Melanie. Evidentemente, fue la impericia de las contrataciones y el comprensible escepticismo de algunos managers (The Who, p.e., se negaron sabiamente a subir al escenario hasta que no les apoquinaron sus $11,200 USD, billete tras verde y huidizo billete), mas que algun otro criterio de seleccion lo que determino las ausencias notables en los documentales; pero tambien hubo actuaciones deleznables. Los bostonianos Quill abrieron las actividades musicales de la tarde sabatina sin lograr generar mayor interes, asi qu e empezaron por arrojarle al publico las maracas y acabaron limpiando el escenario de todo lo lanzable sin decirse performance. Country Joe Macdonald y John Sebastian palomearon luego sucesivamente como solistas acusticos para llenar el largo compas de espera mientras se armaba el equipo y acondicionaba el sonido para algo que valdria la pena oir: la energica actuacion de la Keef Hartley Band, un septeto con metales presidido por el formidable ex baterista de John Mayalll que tocaba vestido de indio y con s ombrero de copa. Tras la celeberrima actuacion de la entonces aun llamada Santana Blues Band, el duo de progrefolkies ingleses Incredible String Band (de algun modo precursores de Jorge Reyes en eso de suplir integrantes con gran despliegue de oscuros instrumentos etnicos) francamente frustro primero y aplatano despues al publico que queria mas prendidon como el que les habia provocado la banda del hijo predilecto de Autlan. Sus expectativas se vieron colmadas al caer el crepusculo, cuando tomaron el escenario Canned Heat, los reyes blancos del boogie, quienes como lo hicieran un par de anos despues en C.U. y sobre pleno Insurgentes, pusieron a todo mundo a bailar al ritmo del baterista mexicano Fito de la Parra y de las trepidantes "llantas" anchas de su rollizo cantante Bob "El Oso" Hite (q.e.p.d.). Tras su inmisericorde reventon bluesero, los aun jipiosos Grateful Dead hicieron su mejor esfuerzo por hacer despegar al publico en una de sus legendarias excursiones intracraneanas, pero -menos duchos que ahora y tan inconsiste ntes como siempre- no lo lograron, cosa que acaso explica su ausencia de la memorabilia. Mucho mejor les fue a los infalibles Creedence Clearwater, pese a quien le pese uno de los mas grandes grupos norteamericanos de la historia, y tambien uno de los mas lastimados por la explotacion contractual; ¨de ahi su notabilisima ausencia del filme? Tras ellos, la legendaria Janis Joplin sono apenas como esforzada solista con apoyo gesero; su efimera banda Kozmic Blues lucio mucho mas en el estudio de grabacion que en sus contadas incursiones en concierto. Tal vez por eso su avezado manager Albert Grossman haya vetado su aparicion en ambos medios. Los seminales protofunkeros Sly & the Family Stone, los inconmensurables The Who y un Jefferson Airplane en la cumbre de su apogeo desafiantemente militante (quien iba a decir que se venderian tan gacho diez anos despues) cerraron esa segunda larguisima velada. El domingo en la manana el festival ya era noticia, ciudad flotante, sufrido delirio utopista y urgente zona de desastre. Iniciando las actividades musicales vespertinas, Joe Cocker y el R&B con leche de su Grease Band capitaneado por el organista Chris Stainton, aunque memorables y celebrados, subrayaron la sintomatica escasez de artistas de musica negra (no solo de raza, como Havens, y Hendrix) en ese evento esencialmente clasemediero. Tras el tercer tormenton del festival, Country Joe & the Fish acelerar on mas fisica que mentalmente al publico radical de fin de semana -con todo y dos bailarines encuerados pero racialmente integrados- preparandole la cancha a uno de los participantes mas legendarios de la noche: los blueseros ingleses Ten Years After, cuya electrizante presencia en la cinta con "Going Home" vitalizaria su carrera y sustentaria aun la solista de su guitarrista y cantante Alvin Lee. Curiosa y significativamente, el grupo mas respetado por los propios musicos, acaso el mas solido musical y artisticamente del evento, quedo tambien indocumentado: los canadienses The Band no solo ratificaron la expectacion causada por el primer album de los acompanantes favoritos de Bob Dylan, sino alentaron rumores de su nunca consumada aparicion (al no "arreglar$e" con los organizadores, se iba a ir a Europa, pero enfermo su hijo, y estaban en el hospital) y acabaron fungiendo como sus embajadores espiri tuales. Confirmando que tan enorme concierto no estaba reservado a conocedores, la multitud ignoro y hasta agredio al guitarrista albino texano Johnny Winter y al impecable blues rural que aun preferia; optaron por razones obvias la para siempre plasmada y nerviosa incompetencia del naciente supergrupo Crosby, Stills & Nash (& Young), tocando apenas por segunda vez ante publico -y se les notaba. La solida y trascendente Butterfield Blues Band recibio al alba -como sus hijos bastardos Three Souls In My Mind 2 anos despues en Avandaro- con dos horas de candente blues de Chicaco incongruente pero divertidamente seguidos por la parodia camp de rock cincuentero de los neoyorkinos Sha Na Na. Ninguno de ellos logro ya calentar al agotado, llovido, sediento, desnutrido y pasadisimo publico que se retiraba en masa como Napoleon de las estepas. Apenas serian unos 30 mil (del estimado millon y medio que intento asistir) los que presenciaron la magica y postrer actuacion de Jimi Hendrix, quien contradiciendo el interminable paisaje de lodo y basura con su inmaculada indumentaria blanco y turquesa e igualmente alba Fender Stratocaster que se cotizaria multimillonariamente tras su inminente muerte. Ult ima aportacion de trivia: acompanaron a Hendrix por esa unica vez el baterista del Experience, Mitch Mitchell; su camarada de armas y bajista de Band Of Gipsies Billy Cox; y tres virtuales desconocidos que lo acompanaban en su intento de emanciparse musicalmente en una casa rentada del vecino Woodstock: el guitarrista Larry Lee, el percusionista Jerry Velez, y el uninominal flautista Juma, de quienes despues mas nada se ha sabido. Por ultimo, cal por arena, una pregunta que no he logrado esclarecer: ¨a que hora tocaria Mountain, aquel Cream-marca-libre? Un misterio cuya respuesta conoce apenas medio millon de sobrevivientes cuya retentiva vapuleo la cannabis... .