SECCION CIUDAD PAG. 18 CABEZA: LOS REQUISITOS DE LA TOLERANCIA CREDITO: FERNANDO SAVATER estigioso e impreciso, en cuya alabanza todo el mundo esta vehementemente de acuerdo, pero sobre cuya aplicacion casi nunca se dice nada concreto, por lo que cada cual puede emplearlo para arrimar el ascua a su sardina. Sabemos que "hay que ser tolerantes", pero tambien que "no debe tolerarse la intolerancia". Los ejemplos de intolerancia van desde la actitud represiva de la homosexualidad hasta el racismo; en algunos casos, lo que a unos nos parece intolerancia la penalizacion del uso de determinadas drog as, por ejemplo, a otros les resulta una prohibicion razonable; y en contextos especialmente conflictivos un mismo suceso puede ser juzgado desde dos perspectivas diferentes: para unos es intolerancia prohibir el velo islamico a las alumnas musulmanas en centros de ensenanza publica francesa, y para otros, la intolerancia es empenarse en llevarlo, mientras que hay quien condena por igualmente intolerantes la fatwa de Jomeini contra el blasfemo Salman Rushdie y la mismisima blasfemia de Rushdie contra el ve nerado Mahoma. Para rematar este bienintencionado guirigay, recuerdo lo que hace muchos anos, siendo yo adolescente, me comento un sabio benedictino amigo mio (lo crean o no, yo he tenido muy buenos amigos benedictinos): "La tolerancia es algo hermoso, pero no olvides que cierta intransigencia siempre forma parte de la salud mental". Nunca lo olvido. Algunos de estos equivocos y ambigedades provienen de la evolucion historica del concepto moderno de tolerancia, que ha pasado de ser una reclamacion privada a los poderes publicos hasta convertirse en una exigencia publica a las conductas privadas. Locke o Voltaire solicitaban tolerancia a sus respectivos Gobiernos, es decir, que no proscribieran ni prescribieran ninguna religion concreta a sus subditos, incluso que les permitieran no tener ninguna. De lo que se trataba, a fin de cuentas, era de alcanzar el logro politico caracteristico de la modernidad: el Estado laico, no confesional, bajo cuya imparcial tutela cada cual buscase la salvacion de su alma y la prosperidad de sus negocios como mejor le conviniese. El individualismo liberal es inseparable de la reivindicacion moderna de la tolerancia, como lo fue tambien de la abolicion de la esclavitud o de la pena de muerte, y su demanda se oriento en principio a limitar o suprimir la influencia eclesial sobre leyes y autoridades. Es importante recordar este origen cuando hoy los obispos o el Papa hacen oir su voz sobre cuestiones legales y politicas (que ellos llaman "eticas") y se quejan de las criticas "intolerantes" que suscitan: tienen todo el derecho del mundo a dar su doctrina, pero, gracias a los que se les enfrentaron durante los ultimos 300 anos, se ha conquistado tambien el derecho a denunciar sus incongruencias y a no obedecerles. La tolerancia nacio, pues, como un valor del laicismo: fue un preservativo contra el celo apostolico. Conserva este sentido clasico en los paises teocraticos, como lo son algunos de impronta islamica. Es una muestra patetica de indigencia intelectual entretenerse discutiendo si el verdadero islam ordena cometer las atrocidades inquisitoriales que se llevan a cabo en su nombre o no. Como el cristianismo o el judaismo, como las demas religiones, el islam mezcla barbaridades crueles, supersticiones absurdas y conmovedora piedad humana, a partir de arcaicos textos confusos y la voz superpuesta de mil clerigos: lo intolerante no es el islam, sino su poder politico, el hecho desventurado de que siga siendo fuente unica o principal de legalidad en comunidades cuyo pluralismo asfixia. Pero, desde luego, nuestro siglo tambien ha conocido ejemplos de esta pretension eclesial de convertirse en referente unanime de sentido de la vida social dentro de movimientos politicos no religiosos: los totalitarismos comunista y naz i, los nacionalismos feroces, el racismo y la xenofobia, incluso el productivismo a ultranza y la santificacion excluyente del provecho economico (cuya contrapartida no es el desinteres franciscano, sino intereses igualmente materiales y racionales, aunque de distinto orden). En los paises democraticos y en los que desean llegar a serlo, la tolerancia ya no es solamente una reivindicacion hecha por individuos y grupos a los poderes publicos, sino una exigencia de la comunidad a cada uno de sus miembros para que soporten pacificamente lo que desaprueban en sus conciudadanos. Debe quedar claro que vivir en una democracia actual (y aun mas en la futura) equivale a coexistir con lo que no nos gusta, con lo que consideramos erroneo o mezquino, con lo que nos repugna o no conseguimos entender. La democracia es un concierto discordante, una armonia cacofonica, por lo que exige mas laxitud en lo colectivo y mayor madurez responsable en lo personal que ningun otro sistema politico. Lo caracteristico de vivir en democracia es sentir impaciencia y desasosiego; encontrar en lo comun un amparo generico, pero poco consuelo gregario para las inquietudes privadas. En tal situacion, la tolerancia no es una edificante aspiracion personal sino una actitud politica que debe ser convenientemente insti tuida. Para ello creo que deben cumplirse una serie de requisitos, de los que apuntare cuatro. El primero pide establecer nitidamente el area en que es operativa la idea de tolerancia. Como queda dicho, este concepto nace como una propuesta antimonolitica contra la imposicion de dogmas en cuestiones ideologicas, espirituales o formas de expresion vital. Su fundamento es que dentro de una comunidad dada se puede ser ciudadano de muchas maneras y que hay un area de libre disposicion existencial amplia sobre la cual las leyes no tienen por que decidir. Insisto: la tutela legal ha de impedir el dano dir ecto y no consentido a terceros (a terceros concretos, no a la sociedad o al pueblo) y a los menores, sin inmiscuirse en el supuesto dano que los adultos quieran hacerse voluntariamente a si mismos o entre si. El segundo exige defenderse contra la intolerancia militante. La tolerancia no es una actitud pasiva, resignada, ni la indiferencia decadente acerca de lo que nos rodea: es una disposicion combativa a favor de la pluralidad social y tambien de la fuerza de voluntad ciudadana contra el fanatismo (el fanatismo, que no sabe sino exterminar, expulsar o doblegar lo distinto, es "la unica fuerza de voluntad de la que son capaces los debiles", segun dictamen de Nietzsche). Propugnar el derecho a la diferencia exi ge establecer un derecho comun que legitime las diferencias, no la coexistencia disgregadora de una diferencia de derechos que a unos les autorice a ser individuos y a otros (sobre todo, a otras) no les permita mas que ser miembros de una comunidad tradicional. La tolerancia es decantarse por un tipo dado de sistema politico, no reconocer encogiendose de hombros que todos tienen su lado bueno y su lado malo. En tercer lugar, es preciso distinguir a las personas como tales sujetos libres, ciudadanos de las ideas o creencias que sostienen y de las costumbres que practican. El respeto debe amparar a las personas, pero no a opiniones o comportamientos, que pueden ser discutidos y criticados, incluso de modo irreverente. El precio de que ideas y costumbres no sean prohibidas es que puedan ser puestas publicamente en solfa. Sentirse herido en sus creencias no da a nadie derecho a herir al ofensor en su cuerpo mort al, sus bienes o su ciudadania. Convivir con lo que uno detesta implica aceptar que muchos de los que conviven con nosotros le detestan tambien a uno... siempre por razones equivocadas, claro esta. Y el cuarto requisito es el interes por lo que desaprobamos, la curiosidad y aun el esfuerzo por ampliarnos hacia aquello con lo que no estamos de acuerdo. Tras citarle una opinion de Epicuro, el estoico Seneca hace un guino de excusa a Lucio: "Acostumbro a pasar al campamento enemigo, no como transfuga, sino como explorador (sed tamquam explorator)". La tolerancia nos permite explorar la diversidad de lo humano y descubrir fuera de nosotros la verdad de nuestra pluralidad intima, pues toda persona cuerda sabe en su interior que ni todo su cuerpo ni toda su alma estan por completo en el mismo bando. Lo dijo asi Ortega en el primero de sus libros: "Esa lucha contra un enemigo a quien se comprende es la verdadera tolerancia". Fernando Savater es catedratico de Filosofia de la Universidad Complutense de Madrid. comprende es la verdadera tolerancia". Fernando Savater es catedratic .