SECCION: INFORMACION GENERAL PAGINA: 2 CABEZA: Deuda de honor, la novela que espia a los poderosos de la Tierra, en un mundo que se quedo sin ciudadanos CREDITO: JUSTO NAVARRO* Si miras el presente como si fuera el pasado, se convierte en un cuento. Asi sucede en Deuda de honor (Debt of Honor, 1994), de Tom Clancy. Lleva Clancy mas de 10 anos inventando un mundo, un mundo que ya se acerca a las 10 mil paginas, desde La caza del octubre rojo (1984). Es un mundo de muchas ventanas a donde asomarnos, porque el narrador de las novelas de Clancy se asoma al mundo como a una casa con el tejado de cristal: ahora mira el principal despacho de la Casa Blanca, ahora una casa de geishas de Tokio, ahora el dormitorio del vicepresidente de los Estados Unidos. Clancy vive de la curiosidad morbosa del lector, que quisiera espiar el mundo intuido, sospechado, ignoto y familiar de los poderosos de la tierra, el impenetrable secreto del gran dinero y la alta politica. Hay en las fabulas de Clancy una mitificacion del presente. Y, trate de escurridizos submarinos sovieticos, de patriotas irlandeses y asesinos, o de los reyes de la droga colombiana, Clancy cuenta siempre historias de guerra. Deuda de honor es la historia de una guerra multiple y relampago: mient ras americanos y rusos brindan en el salon San Vladimiro del Kremlin por la destruccion del ultimo misil nuclear, los japoneses pulverizan las finanzas de Wall Street, atacan islas y barcos de Estados Unidos, y apuntan hacia America las armas atomicas que fabricaban a escondidas. Empiezan la venganza por una derrota de hace 50 anos. Espiritus suicidas Tom Clancy sabe que la venganza es buen movil para el crimen. El malvado de Deuda de honor es el extranjero, el distinto: el magnate japones Yamata. Lo empujan los espiritus de sus padres y hermanos, suicidas en los acantilados de Saipan para huir del ejercito estadounidense durante la II Guerra Mundial. Clancy conoce los viejos folletines, la fascinacion de las aventuras exoticas, ahora el exotismo de los jerarcas politicos y economicos; conoce el valor de las sorpresas y las escenas tremebundas: que un avion kamikaze se estrelle contra el Capitolio de Washington en el preciso instante en que el presidente se reune con los parlamentarios. Y ha imaginado un heroe invencible, remedio contra la maldad, protector de los ciudadanos indefensos. El heroe es Jack Ryan, que tuvo la cara de Harrison Ford en la versi on cinematografica de Juego de patriotas. El presidente de Estados Unidos en Deuda de honor presenta asi a Ryan: hijo de policia, militar retirado, profesor de historia, experto financiero, esposo y padre, patriota, servidor publico, un verdadero heroe americano. Ryan, que fue jefe de la CIA, es ahora consejero de Seguridad Nacional de un pais sin amenazas para la seguridad nacional, porque todavia nadie ha descubierto que la amistad japonesa solo encubre la paciencia sin limites del demonio. Pero, cuando los bancos y los barcos estadounidenses se hundan, alli estara Jack Ryan para salvar a la patria. Jack Ryan no interviene en acciones directas; es mas bien la encarnacion del sentido comun, un espectador que da buenos consejos. El heroe es el lector, que piensa exactamente como piensa Jack Ryan. Tom Clancy injerta las dos ramas del folletin tradicional: la capa y espada de Alejandro Dumas y los sermones de Eugenio Sue. Es Deuda de honor una novela de guerreros: los nuevos guerreros de Wall Street se mezclan con las maquinas de matar, maniaticamente descritas gracias a una fria y apasionada labor de documentacion. Los lugares y acontecimientos se suceden como en un telediario: abrimos los ojos frente al ordenador de la Bolsa de Nueva York, y ante la pantalla de radar de un submarino que parti cipa en unas maniobras militares en el Oceano Pacifico o el Oceano Indico. Acompanamos en el puente de mando a almirantes americanos, japoneses o hindues. Presenciamos como los activistas de la CIA cazan a un caudillo harapiento en un desierto africano. Nos espantan la voladura de un hotel en Sri Lanka, el asesinato de un muchacha de Seattle en un apartamento de Tokio, la implicacion del vicepresidente de Estados Unidos en un suicidio y cinco violaciones. Y nos acompana alguna reflexion sobre la vida: habit amos un mundo sin reglas del juego; la economia contemporanea es una cosa de la mente, una fe comun; la identidad japonesa no existe: pruebas de ADN demuestran inequivocamente que los japoneses son una rama de los coreanos. Japon es un pais insufrible, taimadamente cortes, atestado de ejecutivos que leen fotonovelas pornograficas en el Metro, perverso. Japon es el pais mas servil y corrupto, falsa democracia, gobernada en la sombra por un punado de empresarios repugnantes. El jefe de los empresarios japoneses es Yamata. Asi piensa Yamata: una nacion es su fuerza, la grandeza nacional se conquista. Yamata se ha encomendado una mision: aupar a su patria y humillar al enemigo. El enemigo son los Estados Unidos de America, los barbaros. El enemigo, Jack Ryan, que llegara a presidente de Estados Unidos, piensa asi: la verdadera fuerza de nuestro pais es el optimismo, America es una idea, un sueno compartido; la guerra es el peor de los delitos, atraco a mano armada a gran escala, podrido fruto de la codicia. No intervienen los pobres ciudadanos, solo son victimas, en el mundo tenebroso de Tom Clancy, mundo amplisimo que cabe en una pantalla de television o en una novela de 800 paginas, perfectamente construida segun las estrictas normas de unas maniobras militares o un juego de guerra, donde los personajes tienen el espesor de una ficha. * Escritor. (Deuda de horno. Tom Clancy. Traduccion de Victor. Planeta. Barcelona, 1995. 830 paginas.) .