SECCION CULTURA PAGINA 34 CABEZA: CREDITO: en donde la simple mencion de su nombre desata la desaprobacion y la sospecha. En Berlin, por ejemplo, su obra ha sido identificada incluso museograficamente con la construccion del regimen nazi, pues una ampliacion fotografica de la portadilla de la primera edicion de Tempestades de acero (si no mal recuerdo) cuelga en una de las paredes del Museo del Parlamento para ilustrar la cultura que predico el espiritu belicoso e imperialista en Alemania antes de la Segunda Guerra. Si se toma en cuenta que el museo es una visita escolar obligada para los ninos y jovenes germanos, podra entenderse entonces que en Alemania muchos siguen asociando automaticamente a J]ger con el nacionalsocialismo y que su obra literaria sea descalificada por razones ideologicas sin haber sido leida nunca. Preguntenle si no al escritor espanol Enrique Vila-Matas, a quien durante una gira de lecturas por Berlin se le ocurrio ingenuamente ponerse a hablar bien de J]ger, causando entre el publico una desaprobacion general. En Francia, sin embargo, la recepcion de la obra de J]ger ha sido mas intensa y ha contado con lectores privilegiados. A mi me toco incluso, oir decir al joven novelista aleman Arnold Stadler quien conoce bien el escenario cultural parisino, pues vivio algunos anos en la Ciudad Luz que J]ger pertenencia mas a la cultura francesa que a la alemana. Al leer el referido numero de Lire, o los articulos y cronicas que el periodico Die Zeit (24 de marzo) y la revista Der Spiegel (numero 12 de 1995) le dedican a J]ger, se acentua la impresion de que el centenario novelista es mas frecuentado y apreciado por lectores extranjeros que por los de su propio pais, y que esto lo situa en un espacio un tanto ajeno a la cultura literaria germanica. Rudolf Augstein, director del Spiegel, y Elke Schimitt, colaboradora del Zeit, mencionan no sin sorna la "profundidad alemana" y la "metafisica" con que ha sido calificada la obra de J]ger entre quienes han impulsado un reconocimiento unanime a su favor. Ilse Radisch, tambien columnista del citado periodico de Hamburgo, es aun mas caustica: "Homenajear a J]ger significa en Francia dejar dormir al pasado, sobre todo al propio. El 20 de julio de 1993, cuando Francois Miterrand visito al anciano poeta, honraba a una leyenda a la que Francia esta habituada desde hace mas de cincuenta anos: la leyenda de la resistencia interna de los colaboracionistas, ciudadanos de la cultura y los companeros de ruta en el centro de la catastrofe". Y todavia mas: "La francesa clarte del estilo y el aleman amor por los insectos, la francesa precision de vocabulario y el sentido aleman de lo elemental han hecho al Mitre J]ger muy querido en Francia." Es posible que homenajear a J]ger signifique, para muy pocos, eludir una lectura critica de sus ensayos teoricos sobre la movilizacion total y de otros escritores politicos, incluyendo su unico texto antisemita. Pero de ninguna forma la lectura de J]ger, la aproximacion o el reencuentro con su obra podra compararse con un ejercicio de desmemoria historica. Por el contrario, si algo quiere aprenderse de las tensiones, conflictos y contradicciones de uno de los protagonistas de la literatura de nuestro siglo, habria que desprenderse de los anteojos ideologicos y surcar con esmero sus paginas, muchas de las cuales cuentan entre las mejores de la prosa moderna. *Ensayista. .