SECCION CULTURA PAGINA 35 CABEZA: CREDITO: Enesimo Nemo Leo en el New Yorker (marzo de 1995) un extenso y documentado articulo de Luke Jennings sobre la resiente crisis artistica y administrativa del Teatro de Moscu ("The Czars last dance"), cuyo principal protagonista ha sido precisamente el Zar del Ballet ruso durante mas de tres decadas, Yuri Grigorovitch, que habia sobrevivido a todas las crisis y convulsiones politicas de Rusia desde los anos 1964 a los actuales. Leyendo al articulo, que es magnifico entre parentesis, advierto que continuo debiendom e a mi mismo una memoria de las incursiones realizadas en el teatro Bolshoi, en el Gran Teatro de Leningrado y en otros foros de Moscu, durante mi estancia de unos 45 dias en Rusia entre los primeros dias de enero de 1956, y luego durante el mes de marzo del mismo ano (el ano proximo se cumpliran cuarenta de esa aventura, confirmo con asombro). Mi primer recuerdo de una funcion formal en el teatro Bolshoi, al que sonabamos acudir desde la infancia al que esto escribe y mi amigo Gonzalez Rojo (companero en ese viaje), es nuestra asistencia al Boris Godunoff, al dia siguiente de la llegada a Moscu. Instalados en las primeras horas de la madrugada frente al casi irreal y pictorico panorama de la Plaza Roja, y en el Antiguo Hotel Nacional, revisamos de inmediato con nuestra muy mediana lectura del alfabeto cirilico, el texto de la programacion musical y teatral que se nos habia proporcionado en el hotel. Descubrimos que se ofreceria por unica vez en los siguientes seis meses una funcion del Boris, y aunque no eramos invitados por nadie, sino como pasajeros de transito hacia la Republica Popular de China, decidimos adquirir una entrada. Las localidades se hallaban agotadas desde hacia varias semanas y no era posible conseguir sino dos butacas de luneta en la primera fila. Eran las mas caras (nueve dolares cada una) y las compramos, pese a que nuestro capital de dolares no llegaba a los cincuenta por cabeza. Ya habiamos visto el Boris en Mexico, con Nicola Rossi-Lemeni y Baccaloni, tres anos antes, pero naturalmente que quedamos boquiabiertos con la puesta en escena descomunal del antiguo Bolshoi, en cuyo foro habia mas gente que en las butacas del gran teatro y a cuya funcion asistia el Primer Ministro Nikita Jrushov, que decidio abandonar el privilegiado sitio del primer palco donde se hallaba, para sentarse a diez o cuatro asientos de nosotros en nuestra misma fila. Creo que ya lo he contado. El papel titular de la opera (poseo el programa que no tengo ahora en la mano) era el joven y notable bajo Ognizev, de poderosa y bella voz, imitador de Chaliapin como todos los bajos rusos de su generacion, y al que despues hemos escuchado en grabaciones de distintas obras (contado me parece El jugador, de Prokofiev, y alguna Kovantchina, que ya circula en grabaciones digitales en el mercado). El Bolshoi parecia entonces en considerable esplendor, no se habian hecho mas cambios en la decoraci on que los del enorme telon rojo, donde la corona zarista habia sido sustituida por dorados sellos con la hoz y el martillo. Muchas funciones de operas italianas y rusas tuvimos oportunidad de escuchar durante ese periodo, luchando contra las gentiles invitaciones al circo y al ballet folklorico, a los que por supuesto nos arrastraron tres o cuatro veces, a costa de un concierto de David Oistrach. En el Bolshoi mismo, logramos asistir a un legendario Lago de los cisnes (que aun solia bailar la veterana Ulanova, a punto del retiro), pero con la joven estrella Maia Plisetskaya, un portento desde entonces. En el articulo de Jennings se hace una minuciosa cronica de la guerra librada contra Grigorovitch por la Plisetskaia, desde los anos 1978 candidata a sustituir al coreografo de la direccion del Bolshoi. Hoy activa, a sus 69 o 70 anos de edad, la bailarina cuenta entre quienes celebran la caida del dirigente, contra quien tambien libraron largas batallas estrellas como los bailarines Vasiliev y Alexander Godunoff, la Maximova y mas tarde los exiliados Nureyev y Baryshnikov. Documentado y todo, y bien escrito, el articulo de Jennings, linda sin embargo mas que nada en el campo de la chismografia periodistica del mundo de las estrellas, pero informa sobre el fondo politico e ideologico de una autentica tragedia, que condujo a la mediocridad la musica, la danza y la opera de una de las mayores instituciones teatrales de la historia, llevo al exilio a los artistas y compositores geniales que lograron salvar su arte en otros paises y sepulto las carreras de muchos enormes interpretes y creadores que se estancaron en los musgosos vericuetos y practicas de la burocracia staliniana y poststaliniana. .