SEC. INF. GRAL. PAG. 13 CINTILLO: DIA DE LA INFANCIA DE LOS ALBERGUES CABEZA: Los ninos del EZLN no tienen tiempo para jugar ni sonar, estan en guerra CREDITO: Rosendo Morales Santis, indigena tojolabal que se encuentra albergado en las instalaciones de la Feria de Comitan, aseguro que los hijos de los zapatistas tienen la obligacion de ayudar a sus padres en las labores de vigilancia de los comunidades, colonias y ejidos que tienen bajo su control. Indico que los ninos no tienen tiempo de sonar, porque no duermen casi nada, hasta altas horas de la noche ayudan a los hombres en las labores de vigilancia, escondidos en hoyos que les ensenaron a construir los llamados zapatistas, para cubrirse en caso de guerra. En el dia, mientras duermen sus padres, junto con las mujeres estan encargados de vigilar los sitios estrategicos de las regiones, por lo que no se juntan a jugar, ni siquiera para asistir a la escuela. En caso de observar cualquier movimiento extrano, deben avisar a sus madres y despertar a los hombres. Sometidos a las tensiones de una supusta guerra que pueden imaginar, no tirenen tiempo de nada, explico el comisariado ejidal del ejido de El Eden, quien afirmo que para ellos no existira el Dia del Nino. Sera una jornada similar a las otras, deberan permanecer expectantes, vigilando. Sus armas de juguete se trocaron en pistolas reales y los soldaditos en sus feroces enemigos. En los albergues no hubo Dia del Nino Marcela, la mas pequena de la familia Hernandez Santis, de escasos 13 meses, es distraida por cualquier movimiento del pequenisimo mundo que la rodea, el vuelo silencioso de una mariposa hace voltear su carita morena y de inmediato regresa a su constante tarea de mamar la leche del seno izquierdo de su madre. Mientras la abraza amorosamente, Antonia Santis, su progenitora que a sus escasos 23 anos ya han salido de sus entranas siete hijos asegura: "manana no tendran regalos ni los dulces que su papa les compraba cada ano. Alla, en el ejido La Sultana, ubicado en plena selva, teniamos cuatro vacas y dos sementales, una casa hecha con madera de Guayacan, la mejor y la mas cara, sembradios de cafe, azucar y frutas y legumbres. Anadio que en el albergue numero 1 de Ocosingo, donde se encuentran, en la escuela se olvidaron de los ninos, no les prepararon nada, se olvidaron de los infantes, mientras a su alrededor revolotea Juanito, un pequeno de escasos tres anos que se encuentra completamente desnudo disfrutando del intenso calor de Ocosingo. Pedrito, con nueve anos, el primogenito, es el mas temido de los infantes del albergue, hasta los ninos mayores le huyen. El sabe atrapar las abeja por las alas, el animalito desesperado levanta el aguijon, lo que aprovecha para acercarlo a sus amiguitos y dejarlos con un ardor que los hace llorar. Con sus pelos parados porque al entrar al albergue fue pelado para impedir que se llene de "bichos", dice que en la escuela no lo quieren porque es muy travieso y ni siquiera se acordaron del Dia del Nino, "uno de estos dias le pego una abeja a la maestra", advierte. Manifesto que ya quiere regresar a la escuela de La Sultana, donde, no siempre va, reconoce, porque tiene que ayudar a sus papas cuidando las cuatro vacas y dos sementales que tienen, corta cafe y ayuda a cultivar la tierra, aunque no, si hubiera asistido a clases porque es el Dia del Nino y le reglan dulces y juguetes los maestros "aqui no puedo correr, atrapar mariposas, despansar catarinas o lagartijas, tirarles piedras a los pajaros". Mientras tanto, en el albergue, el mundo de los juegos de los ninos se empequenece, los arboles, el ruido de las aves y el cuidado de la tierra y los animales se ha desvanecido en cuartos de tres por tres cubiertos de lamina y una arida tierra rodeada de una barda donde se encuentran los dispensarios medicos, la cocina y los lavaderos comunales, donde se ha perdido casi toda privacidad. El pequeno Juan Carlos, de diez anos, que corretea con sus amiguitos, esta vez no tendra sus acostumbradas canicas y dulces en esta fecha; Elid, de ocho anos, no probara la deliciosa gelatina que prepara su abuelita en fechas especiales; Elias, de nueve anos no disfrutara bajando a la feria de Altamirano llevado de la mano de sus padres y tios y Bellaneri se vera sola, sin la prometida muneca. Antonio Santis, del ejido La Sultana, dice que aunque los ninos tienen constantes cuidados medicos, ya no son los mismos que eran cuando habitaban en su casa, no sonrien igual, incluso a pesar de que eran muy sanos, cada uno se les ha enfermado hasta dos veces. Todos quieren regresar a sus hogares, por eso reza. .