SECCION CULTURA PAGINA 37 CABEZA:El primer hombre CREDITO:ALBERT CAMUS El 4 de enero de 1960, muere en un accidente automovilistico el mas famosos escritor frances vivo, habia recibido el premio Nobel hacia dos anos y acababa de cumplir 46. Junto al cuerpo, bajo la chatarra de la carroceria, se encuentra un sobre que los policias se llevan del lugar del siniestro. Contenia varias hojas manuscritas: el primer tratamiento de una obra que Camus estaba redactando, y que seria su cuarta novela, una novela autobiografica en la que el se bautiza Jacques. La abuela era capaz de ir aun mas lejos, y Jacques despues de tantos anos no podia recordar esta historia sin una crispacion de vergenza y de asco. Su hermano y el no recibian ningun dinero de bolsillo, solo a veces, cuando consentian hacer una visita a un tio comerciante y a una tia bien casada. En cuanto al tio, era facil, pues lo querian. Pero la tia tenia el arte de presumir su riqueza relativa, y los dos ninos preferian quedarse sin dinero y sin los placeres que procura que sentirse humillados. En tod o caso, y si bien el mar, el sol y los juegos en el barrio eran placeres gratuitos, las papitas, las berlinas, los pastelillos arabes y sobre todo, para Jacques, ciertos juegos de futbol requerian de un poco de dinero, algunos centavos por lo menos. Una noche, Jacques regresaba de hacer las compras, con en la mano el plato de papas al gratin que habia ido a recoger al ultimo a la panaderia del barrio (en la casa no habia ni gas ni estufa, y se guisaba en una parrilla de alcohol. No habia horno consecuentemente, y cuando se tenia que gratinar un plato se lo llevaba preparado al panadero del barrio quien, por algunos centavos, lo horneaba y lo vigilaba), el plato humeaba delante el el a traves del pedazo de tela que lo protegia del polvo de la calle y qu e le permitia sostenerlo por las extremidades. Sobre la sangradura de su brazo derecho, la redecilla llena de provisiones compradas en muy pequenas cantidades (media libra de azucar, medio cuarto de mantequilla, cinco centavos de queso rallado, etc.) no pesaba mucho, y Jacques aspiraba el buen olor del gratin, caminando con un paso alerta y evitando a la multitud popular que a esa hora iba y venia por las banquetas del barrio. En ese momento de su bolsillo agujerado se escapo una moneda de dos francos y tintineo sobre la banqueta. Jacques la recogio, ve rifico su cambio, que estaba completo, y la metio en el otro bolsillo. "Pude haberla perdido", penso repentinamente. Y el partido del dia siguiente que habia expulsado hasta entonces de su pensamiento le regreso a al mente. En verdad nadie le habia ensenado nada al nino con respecto a lo que estaba bien y lo que estaba mal. Ciertas cosas estaban prohibidas y las infracciones se sancionaban rudamente. Otras no. Solo los maestros, cuando el programa les dejaba tiempo, le hablaban a veces de moral, pero alli tambien las prohibiciones eran mas precisas que las explicaciones. La unica cosa que Jacques pudo ver y experimentar en materia de moral fue simplemente la vida cotidiana de una familia obrera en la que visiblemente nadie hab ia nunca pensado que hubiera otros medios que el trabajo mas rudo para adquirir el dinero necesario en la vida. Pero esa era una leccion de valor, no de moral. Sin embargo, Jacques sabia que estaba mal hacer perdedizos esos dos francos. Y no queria hacerlo. Y no lo haria; quiza podria como la otra vez escurrirse entre dos tablones del viejo estadio del campo de maniobras y asistir sin pagar al partido. Eso es por lo que no se comprendio a si mismo cuando no devolvio de inmediato la moneda que traia de regreso ni por que, un momento mas tarde, regreso de los banos declarando que una moneda de dos francos se le habia caido en un hoyo mientras se acomodaba el pantalo n. Los banos es una palabra muy noble para el espacio reducido que se habia improvisado en la mamposteria del descanso de la escalera del unico piso. Privados de luz electrica, de lavabo, se habia practicado, sobre un soclo a media altura arrinconado entre la puerta y el muro del fondo, un agujero a la turca en el cual habia que vaciar cubetas de agua despues del uso. Pero nada podia impedir que la peste de estos lugares se desbordara hasta la escalera. La explicacion de Jacques era plausible. Y le evitaba que lo volvieran a mandar a la calle a buscar la moneda perdida y cortaba de tajo todo desarrollo posterior. Simplemente, Jacques sintio el corazon apretado al anunciar la mala noticia. Su abuela estaba en la cocina en proceso de picar el ajo y el perejil sobre la vieja tablita reverdecida y ahuecada por el uso. Se detuvo y miro a Jacques, quien esperaba la explosion. Pero ella no dijo nada y lo escruto con sus ojos claros y helados. "¨Estas seguro?" dijo finalmente. "Si, la oi caer". Ella lo siguio mirando. "Muy bien", dijo. "Vamos a ver". Y horrorizado, Jacques la vio arremangarse la camisa, liberar su blanco y nudoso brazo derecho y salir al descanso. El se lanzo al comedor, al borde de la nausea. Cuando ella lo llamo, la encontro delante de lavabo, con el brazo cubierto de jabon gris y enjuagandose con mucha agua. "No habia nada, dijo. Eres un mentiroso." El balbuceo "Pudo haber sido arrastrada". Ella dudo. "Quiza, Pero si mentiste, esto no te habra hecho mucha gracia". No, no le hizo ninguna gracia, pues en ese mismo instante comprendio que no era la avaricia lo que habia conducido a su abuela a hurgar entre la inmundicia, sino la necesidad terrible que hacia que en esa casa dos francos fueran una suma respetable. Comprendia y veia claramente, con un transtorno de vergenza, que habia robado esos dos francos al trabajo de los suyos. Hoy todavia, Jacques, al ver a su madre frente a la ventana, no se explicaba como habia sido capaz de no devolver esos dos francos y de encon trar placer igualmente al asistir al partido del dia siguiente. Traduccion: Carlos Vidali Rebolledo Tomado de Lw Premier Homme. Gallimard 1994. .