SECCION CIUDAD PAG. 19 BALAZO: ROSARIO DE HISTORIAS CABEZA: El olor a cemento invadio la Casa de Todos y Eva sintio que el mundo no era de ellos CREDITO: FRANCISCO MEJIA - Quiuuuuuboleeee valedoooor!; saludo Sergio a los visitantes. En ese mismo espacio se encontraban dos ninas: una de ocho meses y otra de dos anos, que seguramente tambien estaban bajo los efectos del olor a cemento que se extendia no solo ahi sino desde la entrada, unos cincuenta metros, de la llamada Casa de Todos. Se incorporo de la cama y extendio la mano; en la otra sostenia una bolsa de plastico con cemento: inhalaba y exhalaba. Su mirada perdida, su voz titubeante, sus movimientos lentisimos. A diez centimetros la nina de brazos y a un metro la de dos anos. Llegamos a la plaza donde esta una fuente inservible que tiene una estatua de una mujer desnuda. Sus cabellos de piedra caidos en la espalda. Independencia y Jose Maria Marroqui. El centro de la gran ciudad de Mexico. Con la misma chamarra de cuero negro que llevaba un dia antes, Maria Luisa Hernandez, despues de rehuirnos accede y voltea. Su cara transparente y su puno cerrado en la boca inhala y exhala el activo. Su voz y sus ojos nos remiten a un mundo que no es este. - Pueden pasaaaar! Nos invita, mientras otros ninos de la calle merodean en torno nuestro. Se escurren en los muros, caminan tambaleantes en las banquetas aledanas y no quitan el puno cerrado de la boca. Estan en el alucine total. La casona donde habitan los ninos de la calle esta en plena oscuridad; Apresuramos el paso atravesando una amplia sala vacia y olorosa hacia donde se ve la luz de una vela. Varias sombras se mueven. El olor a cemento se torna mas insoportable y a un lado de nosotros un nino de ocho anos busca algo en el vacio. Sus movimientos sacan algo de la nada y su cara negra voltea arriba y abajo. Imperturbable, no le importa ser observado. - ¨Podemos pasar? - Pasenle...!; contesta desde algun lugar del mundo la voz de una mujer. Es Eva la que invita a pasar. Es ella la madre de las dos ninas. Es Eva la de los ojos tristes. De nina a madre de madre a nina. Entre la oscuridad, se adivinan sus ojos inyectados de un color rojo; los mismos intentan pronunciar todas las palabras que no brotan de su boca. -Pasen...!, aqui estamos. Sientensen. Estira sus brazos como en camara lenta. De su boca no salen mas palabras. Con sus ojos barre de arriba a abajo a los intrusos, pero tambien a Sergio que yace tirado en la cama, semiincorporado, aletargado, idiota. La bolsa de cemento la sostiene en la mano. Su trofeo preciado. -Desde siempre con ella; parece decir desde su murmullo que parece voz. Angela permanece parada, pero en sus entranas comienza a sentir un vertigo. Su cara rosa se torna, seguramente, palida; sus ojos, cachondisimos, penetran la oscuridad buscando donde agarrarse. ¨A donde me traes?, reclama posteriormente. Al salir se estremece y casi vomita. Respira. Sus pechos se elevan libres, sin miedos. Pero antes vio lo que posteriormente no pudo explicar. ¨Pero con que palabras explicarlo? Ese olor a cemento que recibe desde la entrada al que atraviesa la cortina de fierro de la Casa de Todos, ¨que tanto afecta a los menores que estan junto a Sergio?. ¨Desde cuando seran ellos drogadictos? La cara de Angela no es de este mundo. -Quiuuuboleeee valedooooor...!; sigue repitiendo Sergio. Sin tiempo. Sin nada. Arriba del viejo edificio se escuchan voces, golpes, pasos. El olor a cemento y activo baja y envuelve todo. ¨En que mundo vivimos? Son solo los murmullos de los ninos de la calle. PD: ¨Alguien podria hacer algo por ellos?. Llevarles cobijas, tenderles la mano. O siquiera crearles un albergue decente. O mejor, ayudarles a reconocer este mundo, que tambien es de ellos. .