PAG. 35 SECCION: CULTURA CABEZA: LA ESTATURA DE LA CUPLPA CREDITO: Alfonso Simon Pelegri Pero bien mirado, ya hay en cierta forma un antecedente de esta agregada obra de misericordia y nada menos que en la figura de Cristo cuando a las insistentes suplicas de los parientes de su amigo Lazaro para que lo resucitase, alla en Betania, les dice que no habia muerto, sino que duerme. Esta aseveracion de que Lazaro no habia fallecido solo era a mi entender, "doctores tiene la Iglesia", nada mas que un eufemismo humilde con el que pretendia quitar espectacularidad al milagro de volverle a la vida fingi endo despertarle. Sin embargo, con asegurar que dormia solamente no atenua al olor nauseabundo que trascendia el cuerpo sepultado a traves de las rendijas de la losa que cubria la cueva funeraria; menos aun, me atrevo a suponer, el hedor de muerto anejo a tres dias de sepulcro que despediria tanta pobredumbre animada al salir de su tumba al mandato de Cristo... pero esto, asi como la dificil convivencia posterior de Lazaro entre los vecinos de la aldea, dada su calidad inapelable de muerto recientisimo, ya ha sido materia de otro lugar. El caso es, y volviendo a don Miguel, que este nos habla de la necesidad espiritual, elevada a una flamante nueva obra de misericordia, de despertar al dormido. Un dormido que, en estos tiempos que nos toco vivir ya Unamuno lo andaba venteando, se determina en un trance mas bien de droga o modorra espiritual que de un natural y aquietado sueno. Un sueno letargico en el que se encuentra sumido el hombre. Y con el su mundo; y esta dormido con un dolor que para no sentir lo disfraza con su letargo. Contra ese dolor, Unamuno nos receta un mas alto dolor: "No hay que darse opio nos dice sino poner vinagre y sal en la herida del alma, porque cuando te mueres y no sientes dolor, es porque ya no eres". Pues bien, ese dolor que te ponga en llaga viva y te escueza el alma no es otro sino el de la conciencia y el dolor del mundo; una conciencia del dolor entre los hombres que te haga comulgar con el sufrimiento ajeno, y sentirte mas culpable en la medida de tu inocencia. Item mas, y no es paradoja, el hombre que tenga mas sentido de culpa, el mas inculpado, no sera el Gran Inocente que en algunas teogonias es un dios... o es dios con mayusculas o minusculas segun se lo merezcan sus devotos; o en el peor de los casos, lo es con arreglo a la importancia sociopolitica del pueblo que escribe su historia o estructura una teologia. Me permito insistir: el gran problema del mundo que nos toco sufrir, su nudo gordiano o caja de Pandora si se prefiere, estriba en la carencia del sentimiento de culpa que nace de la erradicacion en el hombre de la conciencia de Dios; en su desesperanza. Una deseperanza en la cual, regresando a Unamuno, esta la del durmiente agonizante, los innumerables Lazaros, que se andan muriendo sin dolor porque ya no son. Contra estos, y con estos, la citada receta de la sal en la herida tal vez diera resultado. Para peor, tenemos aquello del evangelio de si la sal se torna insipida, con que se evitara la corrupcion. Me pregunto si servira esta receta de cocina biblica como placebo al menos. .