PAG. 23 SECCION: INTERNACIONAL CINTILLO: RUANDA CABEZA: DENUNCIA LA ONU MATANZA DE 70 CIVILES ENKIGALI; HAY 400 HERIDOS CREDITO: EL PAIS/REUTER KIGALI, 19 de abril.-El ejercito de Ruanda disparo hoy contra el estadio de Kigali -donde mas de 10 mil personas se refugiaron en los ultimos dias- causando al menos 70 muertos y mas de 400 heridos, informaron fuentes de las Naciones Unidas. Ruanda vivio hoy otra intensa jornada de sangre, bajo el incesante repiqueteo de los disparos entre las dos etnias que luchan por conquistar Kigali, la capital. El estadio esta situado en una zona controlada por el Frente Patriotico Ruandes (FPR), el movimiento de rebelion armada de la minoria tutsi. Las noticias que llegan desde Kigali son espeluznantes: los soldados del gobierno remataban a los heridos con tiros a la cabeza, segun las noticias enviadas por la Cruz Roja Internacional, cuyos miembros son probablemente los unicos testigos de la matanza en Ruanda. Por su parte, Tanzania lanzo hoy un llamado a las partes en pugna en Ruanda para que el proximo fin de semana se reunan en territorio neutral y entablen un dialogo destinado a tratar pacificamente la crisis y detener el derramamiento de sangre. En Kigali, los bombardeos comienzan temprano. Es la mejor manera de recordar al contrario que el enemigo sigue ahi, agazapado, dispuesto a seguir el combate. Pero los cuervos parecen acostumbrados. Sobrevuelan los montones de basura que custodian en el aeropuerto de Kigali y graznan con el desprecio y la petulancia de todos los cuervos del mundo. Kigali, la capital de Ruanda, sobrevive a otra jornada de guerra civil entre el ejercito gubernamental (formado por hutus) y el Frente Patriotico Ruandes (FPR, de mayoria tutsi). La desconfianza entre las partes se mantiene intacta; los tutsis reclaman la disolucion de la Guardia Nacional, a la que responsabilizan de las matanzas que han sembrado el pais de cadaveres (Naciones Unidas habla de 22 mil muertos solo en la capital), y el ejercito advierte contra la peste. Entre el hotel Amahoro, cuartel general de las Fuerzas de la Mision de Asistencia de la ONU en Ruanda (MINUR), y el hotel Mil Colinas, en el centro de Kigali, los controles se suceden cada doscientos metros. La linea del frente discurre con la caligrafia de un loco; el arcen derecho de la avenida que conduce al aeropuerto esta ocupado por los hombres del FPR, que aprovechan un alto en la tarea de la guerra para escuchar la radio desde la tumba de la trinchera. En medio de la calzada, un cadaver, medio quema do por los hombres y carcomido por los perros, se pudre al sol. Los controles de la milicia tienen otro sabor. No en vano han sido armados por el ejercito y animados por la Guardia Nacional para vengar en la carne de los tutsis la muerte del presidente Juvenal Habyarimana. Acuden con cara de pocos amigos, hierros afilados, mazas y machetes. Miran con la desconfianza de los que tienen miedo y saben ser crueles. Menos mal que llueve copiosamente sobre Kigali y no se entretienen demasiado en indagar. A la orilla del camino, en los vanos de las casas y en los edificios a me dio construir, grupos de ruandeses dejan pasar la tarde; con machetes, con mazas, con armas automaticas. Seria una parodia de guerra si no fuera por la muchedumbre de los muertos y el terror de los vivos. En el estadio, junto a la sede de la MINUR, mas de 10 mil personas que han huido de los combates sobreviven a duras penas. La ONU y la Cruz Roja los alimentan como pueden, pero esperan la llegada de viveres desde Nairobi. En el aeropuerto, los soldados de Bangladesh oran sobre alfombras orientadas a La Meca, mientras los ultimos casos azules belgas se disponen a volver a casa. El jefe del escuadron, Azad Shan, recien llegado de la mision de la ONU en Mozambique, entiende que se vayan. Shan se trajo a su mujer y a sus dos hijos a Ruanda pensando que aqui habia un porvenir. Pero apenas resistieron un mes. La guerra civil volvio con toda su crudeza y Shan devolvio a los suyos a Dacca. No teme la partida de los belgas, que se qu ejan amargamente de que estan atados de manos por el mandato. Asi murieron diez de sus companeros, salvajemente torturados por la guardia presidencial cuando intentaban proteger a la primera ministra, Agathe Uwilingiyimana, promiente miembro de la oposicion hutu partidaria de compartir el poder con la minoria tutsi (apenas el 15 por ciento de la poblacion). Unos cuatro mil efectivos del FPR han logrado adentrarse en la capital y reforzar a los 600 guerrilleros que ya se encontraban en el interior del Parlamento, en Kigali. El acuerdo firmado en la ciudad tanzana de Arusha, en agosto, habia permitido, gracias a la mediacion de la ONU, detener la guerra civil entre tutsis y hutus, dos pueblos de diferente complexion, pero que comparten tradiciones, lengua y religion. Pero la muerte de Habyarinama y de su colega burundes Cyprien Ntaryamira, el pasado 6 de abril, desencadeno las matanzas de tutsis y el reinicio de la guerra. Fuentes independientes estiman que las matanzas que surgieron de inmediato fueron organizadas por sectores ultras de la Guardia Nacional. Por eso no es de extranar que una de las condiciones del FPR para negociar sea la detencion de los instigadores de las matanzas y la disolucion de la Guardia Nacional. En el restaurante El Panorama, que ocupa la ultima planta del hotel Mil Colinas, donde se esconden 200 refugiados, el jefe interino del Estado Mayor ruandes, el general de brigada Marcel Gatsinzi, y el jefe de la Guardia Nacional, el general Augustin Ndindilimana, reciben a los seis ultimos periodistas que siguen en Kigali. Bajo una fotografia del extinto Habyarimana, Ndindilimana asegura que sus fuerzas han pasado a las ordenes del Estado Mayor del ejercito. Pero no queda ninguna duda de quien sigue llevan do la voz cantante, incluso cuando asegura que Para este portavoz, el hecho de que los belgas abandonen la mision no supone el fracaso de la misma. Pero al teniente coronel Willy Purche, uruguayo, jefe de los observadores de la ONU, no le cabe ninguna duda de que la mision comenzo mal cuando se decidio que los belgas formaran parte de ella. La antigua potencia colonial suscita en Ruanda la animadversion de todas las partes. El mandato parece ahora desbordado por los acontemientos. Las ordenes no les permiten intervenir ni hacer uso de las armas para pro teger a la poblacion civil o para defenderse. .