SEC. INF. GRAL. PAG. 3 CABEZA: Las iglesias, el Estado y la sucesion CREDITO: Guillermo Ibarra Luego del asesinato de Luis Donaldo Colosio, dos ex presidentes de la Republica se manifestaron contra la excesiva injerencia del clero en politica, comentarios que se suman a la observacion planteada recientemente por la Secretaria de Gobernacion, con motivo de la entrega de certificados a decenas de asociaciones religiosas, acerca de la necesidad de que las iglesias se consagren a sus tareas espirituales. Ciertamente, nuestra historia y nuestras actuales circunstancias nos ofrecen motivos de sobra para rechazar la injerencia del clero en asuntos politicos. A este respecto, hay que tener en cuenta que aun no se ha esclarecido plenamente la posible intervencion de religiosos catolicos en el levantamiento zapatista o en los juegos de poder de la sucesion presidencial y que, por otra parte, una y otra vez varios jerarcas catolicos han estado juzgando y calificando a las instituciones y procesos politicos, no siempre con el afan de contribuir a crear un clima de concordia entre todos los mexicanos. Ya en los primeros dias del ano, y sobrepasando con mucho las preocupaciones del orden espiritual, el obispo emerito de Papantla, Genaro Alamilla Arteaga, afirmaba que el surgimiento del EZLN es un "fuerte llamado de atencion" al gobierno de la Republica que "se ha empecinado" en mantener una "politica economica injusta". Como bien senalaba Gilberto Guevara Niebla el pasado 24 de marzo en El Nacional, el EZLN y sus simpatizantes catolicos parecen compartir una logica de rechazo a la modernidad y de busqueda de distancia respecto al Estado; "Aunque, claro, los sacerdotes no hablan de clase social sino de pobres y ricos...". Pero no hay que pensar que la intervencion del clero en politica puede limitarse a la accion de los teologos "liberadores" o al campo de las reivindicaciones sociales o economicas. De hecho, la renovacion del marco juridico de las iglesias -una de las modificaciones constitucionales que caracterizaron al presente sexenio- ofrecio pretextos a diversos sectores del clero catolico -lo mismo "tradicionalistas" que "liberadores"- para ensanchar su influencia en materia de educacion, para tratar de prohibir la proliferacion de otras iglesias, peyorativamente llamadas "sectas", y para frenar necesarias medidas de planificacion familiar y de salud reproductiva que, alegan ellos, van contra un a determinada moral que consideran de universal observancia. En este sentido, vale la pena mencionar que la tasa de natalidad en Chiapas es mucho mas elevada que el promedio nacional, gracias precisamente a la energica accion de la Iglesia Catolica para oponerse a la difusion de los metodos anticonceptivos, y quien dude de ello puede revisar los planteamientos incluidos en el Documento Pastoral sobre el Aborto, escrito nada menos que por el obispo Samuel Ruiz, en el curso de la campana que hace unos anos se llevo a cabo para eliminar la iniciativa de despenalizacion del aborto en esa entidad. Olvidan estos hechos quienes, llevados por un afan contestatario y por una determinada ideologia, hoy idealizan a Samuel Ruiz y a otros jerarcas catolicos. Sin duda, una de las tareas que ha de plantearse a quien asuma la Presidencia de la Republica sera la de fortalecer la separacion entre la Iglesia y el Estado, revitalizando el legado juarista y conjurando cualquier amenaza contra el caracter laico del Estado, que es garantia de respeto a la pluralidad religiosa, ideologica y cultural. Inevitablemente, habran de plantearse problemas que hoy parecen relegados ante realidades mas apremiantes y que tienen que ver con la libertad de expresion, con la educacion laica, con el pluralismo religioso y con problemas especialmente dramaticos como son los de la lucha contra el sida -que requiere de campanas educativas que pueden "ofender" las estrechas ideas de algunos- y de la despenalizacion del aborto, justa reivindicacion de muchas mujeres que no ha sido atendida por razones meramente religiosas. Ante ellos, las autoridades se veran ante la encrucijada de hacer valer el caracter laico del Estado o, por el contrario, ceder ante las presiones teocratizantes de un sector del clero. Sin embargo, si en realidad el afan de justicia es un reclamo generalizado del pueblo de Mexico, debera entenderse que no puede haber sectores privilegiados, que gocen de impunidad y que, en particular, el clero catolico no puede estar por encima de la ley, ni tratar de imponer sus propios intereses politicos o sus propias normas morales a toda la sociedad. .