SECCION: ESPECTACULOS PAG. 50 CINTILLO: ALEJO CARPENTIER CABEZA: La milonga: recuerdos portenos Mas de medio siglo de su vida, de 1923 a 1977, dedico Alejo Carpentier (1904-1980) a escribir sobre musica, uno de sus grandes placeres, paralelo al que le brindaba la literatura. A traves de articulos y ensayos publicados en diversos diarios y revistas, el escritor cubano abordo la musica en todos sus generos, sin hacer distinciones entre lo "culto" y lo popular. Gran parte de estos textos, recogidos en los tomos X al XII de sus Obras completas, bajo el titulo de Ese musico que llevo dentro (Mexico, Siglo XXI Editores, 1987), muestran no solo sus excepcionales dotes como musicologo, sino sobre todo esa asombrosa capacidad para transmitir sus ideas con un estilo desenfadado. Opera, jazz, zarzuelas, musica de concierto, ritmos afrocubanos, milongas, danza, rock y otros generos son abordados por Carpentier con conocimiento profundo. Y si algunas de sus ideas son rebatibles y otras han perdido vigencia con el paso del tiempo -sobre todo en lo relativo al rock y el jazz-, la balanza se inclina hacia la sapiencia. Como un aperitivo, y en ocasion de conmemorarse catorce anos de su muerte el proximo 24 de abril, ofrecemos dos breves y deliciosos textos que seguramente llevaran al lect or a adentrarse en su faceta como musicologo. AMOR MILONGUERO A comienzos de este siglo, la cancion, el vals cantado, la romanza, se inspiraban todavia -en nuestra America, al menos- en los temas caracteristicos de la novela romantica. El soldado partia para la guerra cantando: "Adios, adios, lucero de mi vida"... La famosa Perjura que nos venia de Mexico era una transposicion al plano lirico de "Aura o las violetas" de Vargas Vila. Otras canciones de mas categoria musical estaban compuestas sobre poemas de autores generalmente considerados como muy buenos e n su momento. Y, en todos los casos, las melodias de Lerdo de Tejada, de Sanchez de Fuentes -la habanera Tu- que recorrian el continente en boca de las gentes, presentaban una imagen idealizada del amor: la amada era comparada con una estrella, con un amanecer, con un libro -era, en suma, la "virgen de labios purpurinos" de Lord Byron-. A menudo se le endilgaban los lugares comunes usuales de la boca de coral, ojos de azabache, caballera de endrina, cuello de cisne, talle de palmera (o juncal, segun los casos). Todo esto era algo ingenuo, muy de cromo y bastante de postal iluminada. Pero la intencion era buena, la vision era noble, y a veces, aqui y alla, deslizabase una letra fina, ingeniosa o realmente poetica, que se conservaba con agrado en la memoria. De veinte anos a esta parte se observa, en este terreno de la cancion urbana -folclore de las ciudades- un raro desplazamiento de los enfoques sentimentales. La multiplicacion de los cabarets, la proliferacion de su gente nocturna, ha modificado totalmente el caracter de las "letras" de boleros, tangos, slows, etcetera, que se refieren al amor. El hecho de que los cabarets sean hoy las maximas centrales de produccion de la musica bailable, de la composicion de tipo comercial, ha trasladado lo sentimental a su ambito, despojandose las "letras" de su ingenuo romanticismo de antano para recibir, en cambio, una patina de afeites, un olorcillo a tabaco trasnochado, un sabor a vaso del estribo en corro de amanecidos. El fenomeno comenzo a manifestarse en el tango. Los "muchachos, companeros de mi vida", de quien se despedia Gardel con palabras ya proverbiales, eran fauna de cabaret, evidentemente. De lo contrario no se hubieran tropezado con mujeres tan "diabolicas" que, segun se sabia por otros tangos, los obligab an a tener a la "viejecita" pasando trabajos en provincia, abandonada y sola, o a cometer crimenes como el narrado en Sentencia. Milonguita daria hoy cualquier cosa por "vestirse de percal" porque demasiado amo "el lujo y los placeres", creandose con ella el prototipo de esa hembra fatal de la Calle Corrientes, que siempre acaba por abandonar al pobre que la quiere de verdad -y... mozo, traiga otra copa!- por seguir a quien mejor puede enjoyarla, acabando por reaparecer en alguna madrugada fatidica, toda "fea, fane y descangallada" (sic). Esta milonguera imagen del amor ha pasado, desgraciadamente, al bolero y la cancion de hoy. No es que de hecho me preocupe mayormente, pero el descenso de la calidad es evidente. "Hola, ¨que tal? ¨Como te va? Que bien te ves! Dime que fue de aquel amor...", etcetera. Las mujeres de esas letras se siguen comportando como sus livianas abuelas de la Calle Corrientes, alimentando una falsa mitologia de cabaret, considerado como escenario de amores que dejan huella, lugar de "pasion, voluptuosidad y muerte" -pa ra emplear la expresion de BarrŠs- que se anda bien lejos de su realidad de carton piedra. Las letras de antano eran tontas a veces, pero idealizaban el amor en lugar de hacerlo cosa de milongueras y compadritos. Eran tontas, pero su tonteria era, en suma, la de muchos grandes epistolarios amorosos. Vuelvo a afirmar que el caso no me preocupa mayormente. Pero, de todos modos, si yo tuviese una hija de quince anos, me aterraria oirla cantar "la ultima noche"... EL Nacional, Caracas, 26 de abril de 1952. .