PAG. 9 SECCION: Cultura CINTILLO: Desde la UNAM rumbo a Chiapas CABEZA: Caravana Ricardo Pozas SUMARIO: Dirigente en la Normal de Maestros, Ricardo Pozas compartio las creencias de Narciso Bassols, en entranable Jose Revueltas, don Jesus Silva Herzog, Gilberto Loyo, Guillermo Haro y otros que amaron profundamente la idea de la igualdad, nos dice la autora de este singular personaje CREDITO: Elena Poniatowska Uno de los papeles centrales del intelectual independientemente de su signo ideologico es ser una figura moral. Los jovenes en Mexico buscan grandes viejos, hombres y mujeres, hacia quienes mirar. Hombres y mujeres que no los defrauden. Ricardo Pozas, aunque timido, reservado, ajeno a todo lo externo, es una figura moral, un maestro, por eso la segunda caravana que ahora sale a Chiapas lleva su nombre: Caravana Ricardo Pozas. Ricardo Pozas pertenece a esa vieja izquierda que planteo la educacion socialista iniciada mucho antes del cardenismo. Dirigente en la Normal de Maestros, Ricardo Pozas compartio las creencias de Narciso Bassols, el entranable Jose Revueltas, don Jesus Silva Herzog, Gilberto Loyo, Guillermo Haro y otros que amaron profundamente la idea de la igualdad. En 1946 salio el acta sociologica de la que todos hablamos en estos dias de Chiapas: Juan Perez Jolote, biografia de un tzotzil; pero antes de ir a trabajar alla, Isabel Horcasitas y Ricardo lo habian hecho en varios sitios de la republica: primero en una comunidad nahuatl, en Milpa Alta. Resulta curioso enterarse de que la lengua materna de Ricardo Pozas Horcasitas, quinto hijo de Ricardo e Isabel, fue el nahuatl. Cuando Ricardo Pozas ocupo la Direccion del Centro Coordinador Indigenista de San Cris tobal, el y sus tres hermanos aprendieron tzeltal. Alli, Ricardo e Isabel armaron el proyecto de desarrollo de la comunidad indigena de San Juan Chamula. Para Pozas, su trabajo como antropologo formaba parte de la armonia de la vida, era su vida. Fundamentalmente un receptor, Pozas nunca fue un hombre de intelectuales. De nino Ricardo Pozas Horcasitas no conocio a los hijos de los intelectuales, nunca trato a los hijos de Pablo o de Henrique Gonzalez Casanova, de Alfonso Caso, de Gaston Garcia Cantu. Fuera del trabajo en la Escuela de Antropologia y mas tarde en la UNAM, Ricardo Pozas era un hombre sencillo, casero y cotidiano. El mismo pintaba su casa con b rocha gorda, el mismo lavaba su coche, le gustaba ir los domingo por la verdura de la semana a La Merced. La familia Pozas vivia en un barrio muy popular, en la calle de Esparta y los amigos de los ninos Pozas eran los muchachos de la calle, los hijos del tranviario, del tornero, de la prostituta. En ese barrio la familia Pozas tenia una gran autoridad moral, intelectual; Isabel Horcasitas ayudaba a las senoras, que le confiaban sus problemas o la escogian como madrina. Ricardo e Isabel siempre fueron gente consecuente, de izquierda, a la usanza de los 50, una izquierda que representaba una forma de vida, individual y colectiva, una izquierda con una profunda carga cristiana, los actos cotidianos en favor del otro eran parte de los valores familiares. La izquierda no era lo que es hoy, una estrategia politica, sino un acto de fe. Se vivia en la izquierda como se vive en una creencia, en una utopia en donde el individuo adecua el sentido particular de sus actos a un sentido ultimo. A Ricardo Pozas le hubiera gustado participar y ver partir esta caravana de gente generosa, de chavitas lindas, entusiastas, desprendidas. Sin embargo, segun su costumbre se hubiera quedado callado. Siempre fue un hombre de silencio. Quiza con el unico intelectual con quien tuvo una relacion estrecha fue con Juan Rulfo, Aunque la casa era un espacio familiar, hermetico, estaba abierta a los luchadores sociales y durante la decada de los 60 pasaron por la casa de Esparta guerrilleros venezolanos, guerrilleros guatemaltecos, argentinos, negros de Alabama que se quedaban meses a vivir alli, lo mismo que indigenas que venian a Mexico a arreglar papeles. Los hijos entonces tenian que ceder sus recamaras y esa era parte de su educacion. A Ricardo Pozas siempre le importo que sus hijos supieran hacer cosas. Los mando con indigena s nahuas a aprender a sembrar en Xochimilco, queria que fueran aptos para vivir y aptos para proveer. Los hizo trabajar en un taller mecanico, aprender encuadernacion, aprender a cultivar. A el le daba tiempo para guisar, hacer la ensalada de frutas y valoraba el tiempo que le dedicaba a la familia y al hogar; valoraba ir con sus hijos al terreno que tenia en el Desierto de los Leones para ensenarles a sembrar frutales, a cuidar los conejos, a las gallinas. Todo ello lo preservo de la presuncion. Segun su hijo, el doctor Ricardo Pozas Horcasitas, ahora director del Instituto de Ciencias Politicas y Sociales, Fueron los indigenas quienes captaron y entendieron a Ricardo Pozas, al reves volteado, para que vean ustedes. Lo comprendieron porque Pozas era capaz de entrar en su tiempo y entender no solo su temporalidad cultural sino sincronizarse en la misma frecuencia, agarrar la onda, como se dice ahora. Era otra nocion del tiempo, un ritmo diferente, otro sentido del ritmo y del peso que se le da a las palabras. Con una enorme facilidad Ricardo Pozas se volvia escucha, y su interlocutor se entregaba ent onces con una gran naturalidad. Quienes presenciaban los encuentros se desesperaban al verlos y se irritaban: Segun Levi-Strauss, vivimos en una sociedad que sanciona la evolucion del cuerpo, nadie debe envejecer, y todos los que no son jovenes tienen que actuar en la sociedad como si lo fueran, dar la imagen de juventud y la imagen de ser joven es la aceleracion en la actividad y en el tiempo. Ricardo Pozas supo desde un principio que en su relacion el tiempo era distinto. Tenia la suficiente capacidad para esperar que las cosas se dieran como deben darse y que si no se daban en ese determinado tiempo ya no se dar ian nunca. Los indigenas tienen una larga paciencia pero tambien tienen un limite brutal. Estallan. Vienen al alzamiento, al Hoy que ustedes, maestros y estudiantes de la UNAM, la UAM Iztapalapa, del ITAM, van a Chiapas, seguramente recordaran a Ricardo Pozas, el sabio conocedor del tiempo, el que siempre supo que existia otro tiempo no-euclidiano sino indigena, el que no sucumbio jamas, el que no se dejo envolver, el que supo ver, el que llevo su diario de campo con la misma paciencia con la que crecen los grandes arboles alla en la Selva Lacandona que acaban por volverse fortalezas en las que a nosotros nos toca hoy ir a buscar las verdades ultimas. .