SEC. INF. GRAL. PAG. 3 CINTILLO: SOCIEDAD Y PODER SUMARIO: * Cien dias de furia y miedo * Y el pais no se desmorono * Sigue la hora de los votos CREDITO: Raul Trejo Delarbre Cien dias han sacudido, aturdido, conmocionado, al pais. Hace cien dias comenzaba la insurreccion chiapaneca. El 1 de enero el panorama nacional era otro. Vendrian cambios. Ocurriria Tijuana. Nunca, en decadas, un grupo armado habia desafiado de esa manera no solo a los servicios de inteligencia, sino, en el terreno militar, al gobierno y el Estado mexicanos. Nunca, podra decirse, la miseria habia sido tan acuciante que propiciara condiciones como las que hicieron crisis en Chiapas. Pero a cien dias del levantamiento neozapatista sigue sin conocerse la verdadera naturaleza del grupo que articulo con tanta paciencia, y no sin recursos, los motivos de la rebelion de indigenas pero de algo mas. N unca, desde hace mas de 60 anos, el magnicidio habia ensombrecido al pais. Ahora si, y faltan explicaciones. Guerra y, aunque fragil, paz En el animo de ofrecer respuestas a la vez politicas y rapidas al desafio neozapatista, el poder gubernamental dispuso medidas y cambios. Nuevos funcionarios (Carpizo, Valades, Tello) protagonizaron un juego de enroques que tenia como centro la sustitucion del secretario de Gobernacion y el nombramiento de Manuel Camacho para ocupar la inedita posicion de Comisionado para la Paz. En el transcurso de estos cien dias presenciamos la escalada guerrerista y el afortunadamente pronto cese al fuego, el armistic io y la amnistia, el reconocimiento de lo que no funciono y el recordatorio de lo que pese a todo seguia funcionando. Se tuvo que aceptar un nuevo protagonismo de la Iglesia catolica, casi providencialmente instalada como mediadora indispensable y otra corporacion, que tambien habia quedado relegada del primer plano de la vida publica, tuvo que emerger para hacer lo suyo: el Ejercito Mexicano, que ante la insurreccion fue llamado para cumplir con sus obligaciones. Nacieron comisiones y se ampliaron presupue stos de emergencia para atender rezagos que ya se conocian pero que no se anticiparon explosivos entre los mexicanos indigenas, en Chiapas cayo un gobernador y se inicio el intento para rearticular el tejido politico de esa entidad. Tuvimos bombazos en otros sitios y la violencia dejo de ser distante para una comodina sociedad urbana que empezaba a ser complaciente con ella. La urgencia chiapaneca propicio el milagro de que todos los partidos nacionales aceptaran un Pacto por la Democracia que les propuso e l nuevo titular de Gobernacion. Estabilidad, certeza rota Para entonces ya se especulaba sobre la candidatura presidencial priista. No se hagan bolas, se dijo en Los Pinos, pero entre las aspiraciones personales y los reacomodos partidarios surgieron nuevas expectativas. Chiapas habia quebrado una certeza que acompano a Mexico durante decadas: la de la estabilidad negociada, la de la desigualdad llevadera aunque fuese grave; la de que, como se decia en los discursos de todos los signos, las discrepancias entre los mexicanos podian ser resueltas en la paz de la t ransicion democratica. Entonces fue la confusion. Sectores y personajes reputados por su lucidez y sensatez de pronto aparecieron partidarios de las balas o al menos justificadores de ellas cuando tienen detonadores sociales. Los discursos politicos mas serios se volvieron trabalenguas y el mundo de los partidos quedo relegado por las ganas de influir de una sociedad emergente aunque, tambien, adolescente. Estupefactos, presenciamos como el dialogo en la catedral era ademas escenario de autopromociones (el sub Marcos a la cabeza del nuevo hit parade politico-emotivo) de la misma forma que, poco antes, la liberacion de un general secuestrado (ex gobernador, por anadidura) se volvia espectaculo televisivo. Una guerra de dos semanas demoraria dos meses para precisar la negociacion posible. Mexico es otro y el mismo Han sido dias que parecieron meses: meses que corrieron como anos. En la intensidad de los acontecimientos, el aturdimiento paralizo o entontecio a muchos. A la violencia se le comenzo a ver como ingrediente, quiza indeseable, pero al fin tolerable, con el que se puede convivir. Uno de los banqueros mas prominentes del pais era secuestrado. Partidos y sociedad seguian hipnotizados en las pugnas internas, primero dimes y diretes y luego amenazas de hostigamiento y desprendimientos. Y llego la noche de Tiju ana. La violencia ha provocado repudios y sustos, pero no puede afirmarse que haya sido erradicada. Chiapas continua como asignatura pendiente, con todo y que los lideres del EZLN saben que este no es su mejor momento para escalar el conflicto. El poder politico, sin caer en el pasmo adolorido, respondio con presteza al asesinato: compromiso de indagacion judicial, atencion al desconcierto en el mundo financiero y convocatoria para cerrar filas no en torno de un candidato ni de un partido, sino de un proyecto de pais en libertad. En lo economico se anuncio la incorporacion de Mexico a la OCDE, el club de los ricos con los que deseamos y podemos comerciar en buena lid, si es que esta existe. En lo politico los vaivenes dentro del partido en el go bierno precipitaron la sustitucion del candidato. Hace 18 dias Luis Donaldo Colosio era candidato en proselitismo creciente y Ernesto Zedillo coordinaba su campana. Hace cien se conocian los primeros hechos de la crisis chiapaneca. El pais, al cabo de un centenar de jornadas, es evidentemente otro. Y es el mismo. Panorama de descomposicion Se enturbio la politica, se cuartearon convicciones. La violencia siempre es estruendosa, ya sea que se materialice en dos balazos en Tijuana o en dos semanas de balazos en Chiapas. La violencia desata tensiones acumuladas y, en su estallamiento, aturde. Asi hemos estado un centenar de dias, desconcertados ante un contexto nuevo, comprobando como los viejos recursos de la retorica y de la politica ya son insuficientes lo mismo para explicar que para tratar de cambiar las nuevas realidades. Entre otros, el aturdimiento reciente ha tenido como resultado la creencia de que los actos violentos se han debido al agotamiento del viejo sistema politico, a una erosion de los cauces para hacer politica y lograr que en ella queden representadas las exigencias de la sociedad. Hay violencia, se llega a decir, porque los metodos institucionales no funcionaron, porque la politica esta en crisis. Asi, se buscan causas mas alla de los autores materiales o intelectuales del atentado de Tijuana o la insurreccion chiapaneca. Y casi no se advierte que, en medio de la conmocion de los cien dias que acaban de transcurrir, el pais aqui sigue. La gente va a su trabajo y cumple con el, la economia funciona y los bancos despues del magnicidio solo cerraron un dia, las redes de negociacion (aun las mas atrasadas, las mas autoritariamente corporativas) siguen funcionando, el gobierno gobierna y las institucion es funcionan. Existen acuerdos basicos Hay todo un reservorio institucional que no ha dejado de responder, aunque sea debilitado en el aturdimiento, a los desafios de este centenar de dias. El pais no se ha desbaratado ante una crisis que en otras naciones hubiera significado el rompimiento de los acuerdos basicos que mantienen al gobierno, o que hacen trabajar la economia. Las redes del poder siguen funcionando, y no porque se apoyen unicamente en el autoritarismo, sino porque conservan sus resortes para representar las inflexiones de sectore s amplios en la sociedad. Aun con todo y su atavica torpeza, los partidos politicos han seguido existiendo, si bien parece que volaran por instrumentos en medio de un tiempo de nubes y vaivenes sin advertir que deben actualizar su cartilla de navegacion, porque las coordenadas del escenario publico han cambiado. Los acuerdos basicos (institucionalidad que de confianza, decisiones claras en materia de justicia y seguridad, igualdad social como meta y metodo, transito democratico) seria preciso convalidarlos con un nuevo pacto no solo de los partidos, sino que involucrara a otros actores en la sociedad. Hay que buscar que la vida publica sea eso, y sea creible. Lo que no ha funcionado no es la politica como marco en el que tengan cabida todas las voces y todas las ganas de cambio, sino las relaciones entre la polit ica, patrimonio de pocos, y la sociedad, perversamente politizada en la impolitica de la desconfianza y la incertidumbre. Rumores, desinformaciones El hecho de que en los corrillos pero tambien dentro del mundo politico, o en la academia y en los medios se propaguen y antes posiblemente se incuben las versiones mas descabelladas sobre los acontecimientos recientes no hace mas que documentar una, esa si, crisis de valores. Ocurre que ideas-fuerza que antes eran certidumbre (como la confianza en la politica institucional, que, si bien siempre es reformable, habia resultado eficiente) se han reblandecido al grado de que son sustituidas por el chisme, en la busqueda de asideros en los cuales creer. Asi, el hecho de que la embajada en Madrid quede vacante pone a funcionar el aceitado motor de la especulacion: se va Camacho, afirman ya no solo despistados imaginativos, sino que tambien se dice en espacios de comunicacion, impresos y electronicos, reputados como serios. Hoy como nunca los medios de comunicacion, reaccionando con afan de sensacionalismo en la busqueda facilona de publicos aturdidos, estan deviniendo en medios desinformadores. Ya no hay valores , puede decirse, pero no hay que olvidar que tenemos un pais que no se nos ha desmoronado. Falta claridad. En Chiapas y respecto de Tijuana. La insurreccion de enero no ha sido resuelta y alli sigue, sin que el acuerdo ya esbozado se convierta en realidad, al parecer por demoras en la discusion entre los neozapatistas, pero tambien por la incertidumbre del panorama nacional. Sobre todo, el asesinato del 23 de marzo tiene que ser esclarecido, pero desde el gobierno mismo hay voces contradictorias: en tanto el subprocurador especial sostiene que se trato de una conspiracion, desde otros espacios de la administracion publica se despliega un singular empeno para sostener que fue obra de un enloquecido solitario. Exigir a los partidos Falta claridad capaz de fortalecer, o recobrar, certidumbres. Pero el horizonte, despues de estos cien y aturdidores dias, paradojicamente sigue siendo, en lo fundamental, el mismo que teniamos cuando amanecia 1994. Este era, y es aun, ano electoral. Si la confusion de este centenar de dias se mantiene, su efecto mas perverso seria un desaliento tal que alejara de las urnas a los mexicanos. Si queremos (puesto que si se puede) responder a la violencia e incluso a los complots, si es que han existido, es preciso hoy mas que nunca tomar en serio a las elecciones y a sus actores. Hay que comenzar por exigirles a los partidos que ellos mismos, fuera de frivolidades y oportunismos, se tomen en serio junto con el escenario dificil que estamos transcurriendo. La movilizacion social que se requiere tendria que desembocar en elecciones cuya garantia de claridad se encuentre en el interes y la partici pacion de los ciudadanos. Han sido cien dias terribles, intensos, indeseables. Tendrian que ser aleccionadores tambien. A los idus de enero y marzo no se puede responder mas que con las certezas de agosto .